Publicado: 1 nov 2012 | 12:54 GMT
Si bien el candidato a la Presidencia de EE.UU.
por el Partido Republicano, Mitt Romney, dijo en el tercer debate
presidencial que apoya la política de imponer sanciones paralizantes
contra Irán para castigarlo por su programa nuclear, ha dado a entender
anteriormente en más de una ocasión que no pondrá obstáculos a Israel si
este decide atacar unilateralmente a Irán. Aparte de hablar Romney en
estos términos en su entrevista con Wolf Blitzer de CNN transmitida el 9
de octubre pasado, su asesor de política exterior, el estadounidense
Dan Senor – el cual estudió en la Universidad Hebrea de Jerusalén – fue
citado en esta ciudad antes de un discurso que Romney dio allí en julio
pasado diciendo que "si Israel tiene que actuar por sí solo, el
gobernador respetaría esa decisión" (Romney fue anteriormente gobernador
del estado de Massachusetts). Y en su discurso de
Jerusalén de julio, Romney confirmó esta postura al decir que "nosotros
[EE.UU.] reconocemos el derecho de Israel a defenderse [de Irán], y es
correcto de que América se ponga a su lado". Claro está, "defenderse"
tanto para Romney como para su amigo Benjamín Netanyahu, el primer
ministro israelí de línea dura, significa en el caso de Irán el atacar
primero, justificando un acto de agresión bajo la doctrina de ataque
preventivo.
Pero un presidente Romney no se limitaría a contemplar y bendecir un ataque israelí contra Irán. Según se expresó en su discurso de Jerusalén, el candidato Republicano habló de que la "búsqueda de Irán de una capacidad de [hacer] armas nucleares presenta una amenaza intolerable para Israel, para América y para el mundo", que el "prevenir" el que Irán tenga "capacidad de armas nucleares", "debe de ser nuestra más alta prioridad de seguridad nacional"; o sea, de EE.UU. o que nosotros [EE.UU.] debemos liderar el esfuerzo para prevenir que Irán construya y posea capacidad de armas nucleares". Y añade Romney que "ninguna opción debe de ser excluida", refiriéndose a la militar. Estas declaraciones expresan la intención de un presidente Romney de liderar un ataque contra Irán, lo que puede provocar una intervención por parte de Rusia y la China para oponerse a lo que considerarían un acto de agresión unilateral e ilegal hecho sin el permiso del Consejo de Seguridad de la ONU, en el cual estas potencias euroasiáticas son miembros permanentes. Una guerra con Irán podría por ello llevar a la III Guerra Mundial.
Debe de recordarse que Romney habla no de armas nucleares iraníes sino de capacidad de armas nucleares, que no es lo mismo, pues en este sentido países con programas nucleares y capacidad de armas nucleares pero sin estas armas son, por ejemplo, Alemania, Japón, Corea del Sur y posiblemente Canadá también, entre otros.
Cabe añadir que para Romney el oponerse al programa nuclear iraní adquiere según parece una dimensión subjetiva moral y religiosa, a pesar que en el mundo real Teherán diga que sus átomos son para la paz – lo que el candidato Republicano a la presidencia no desea creer en imitación del gobierno israelí de su amigo Netanyahu. Así, al empezar su discurso de Jerusalén, Romney habló del moderno estado de Israel "como una nación que empezó con una antigua promesa hecha en esta tierra", haciendo referencia a la Biblia desde un punto de vista religioso y a la Tierra Santa. Más adelante en su discurso Romney dijo: "Nosotros [EE.UU.] tenemos un deber solemne y el imperativo moral de negarle a los líderes de Irán los medios para llevar a cabo sus intenciones malévolas", hablando después de que el Gobierno iraní se ha caracterizado "por años de engaños malignos" al declarar que su programa nuclear es para usos civiles y no militares.
No está de más decir que mezclar la religión y conceptos simplistas del bien y el mal para ver las cosas en blanco y negro en las relaciones internacionales ha sido en el pasado causa de innumerables guerras. En este sentido, el ver las relaciones con otros Estados, incluyendo las relaciones con un Estado aliado, por más aliado que sea, desde esta óptica no es propio de un hombre de Estado del siglo XXI y menos aún de un presidente de la única superpotencia del mundo, sino de un ministro religioso hablando desde el púlpito de su templo los domingos. Ha sido a lo largo de la historia peligroso el mezclar la política con la religión; en este sentido no olvidemos las sangrientas guerras de religión en la Europa de los siglos XVI y XVII. En este aspecto, de ser elegido presidente Romney, este puede llevar a EE.UU. y al mundo a una guerra por sus motivaciones de índole religiosa que pintan una conflagración entre Israel e Irán, seguramente provocada por un ataque israelí, como un conflicto entre el bien y el mal. Un gobernante inspirado por una religión de creencias fundamentalistas que, por ejemplo, cree que la gente de raza negra es descendiente de satanás y los ángeles caídos corren el riesgo de no seguir una política exterior en Oriente Medio caracterizada por la moderación, la sabiduría y la razón.
Un problema serio de la visión de política exterior de Mitt Romney con respecto a Israel es el creer que EE.UU. y su aliado más estrecho poseen los mismos valores e intereses nacionales. Así lo expresó en su entrevista de CNN del 9 de octubre al decir de ambos países que "nosotros tenemos intereses coincidentes. Nosotros compartimos valores" o como expresó en su discurso en Jerusalén: "Y la nuestra es una alianza basada no solamente en intereses compartidos sino también en valores compartidos perdurables". El problema con esta visión es que Romney corre el riesgo de confundir los intereses de EE.UU. con los de Israel si cree que los intereses de ambos países aliados son siempre equivalentes o "coincidentes", corriendo el peligro de que, sin darse cuenta, anteponga los intereses israelíes a los intereses estadounidenses al no distinguir los intereses nacionales de EE.UU. de los de Israel. Una guerra con Irán causada por un ataque israelí unilateral y contra el derecho internacional aprobado por un presidente Romney sería un ejemplo de esta confusión y error. No es por ello de extrañar que en una encuesta de opinión llevada a cabo en Israel y sobre la cual se informó a fines de este mes de octubre, el 57% de los israelíes de origen judío encuestados apoyaban la elección de Romney como presidente de EE.UU. por ser, según ellos, el que mejor apoyaría los intereses israelíes. De este porcentaje, el 70% eran israelíes de derecha, 54% de centro y 30% de izquierda.
El apoyo incondicional de Romney hacia Israel se debe esencialmente a motivos religiosos, políticos y personales. Las ideas religiosas fundamentalistas mormonas de Romney han de ejercer sin duda una influencia sobre su visión de política exterior con respecto a Israel e Irán, juzgando al estado persa desde la óptica de los intereses israelíes. Se sabe que cristianos evangélicos estadounidenses —de ideas religiosas fundamentalistas— que forman un bloque político influyente dentro del Partido Republicano tienen la creencia, inventada por ellos, de que hay que apoyar a Israel a toda costa porque el Mesías, Jesucristo, solo regresará al mundo en su segunda venida regresando a un estado de Israel. Está también la postura de los cristianos evangélicos de ver a los actuales ciudadanos israelíes de origen judío como el mismo pueblo elegido del Antiguo Testamento o lo que es lo mismo, de ver y valorar al estado judío moderno en términos bíblicos, mesiánicos y religiosos, mezclando así la política exterior con la religión. Esto ocurre a pesar de que esta mezcla de política exterior con religión representa una violación del principio de separación de Iglesia y Estado enmarcado en la Constitución de EE.UU.
Los motivos políticos que influencian la postura de Romney hacia Israel se deben a la necesidad de obtener el apoyo político dentro del Partido Republicano del bloque cristiano evangélico, al interés de capturar en las elecciones presidenciales del próximo 6 de noviembre parte del voto judío estadounidense, tradicionalmente ligado al Partido Demócrata, para estar en concierto con la mayoría del liderato y electorado Republicano, de incondicional tendencia pro-israelí y porque ideológicamente el Gobierno del Likud en Israel es también de derecha.
El tercer motivo que inspira la actitud de apoyo incondicional de Romney hacia Israel en general y hacia el gobierno de coalición del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, es su amistad personal con éste, habiéndose conocido cuando ambos trabajaban en una firma de consultoría, el Boston Consulting Group, durante la década de los 70 del siglo pasado. No es de extrañar que Romney tenga sentimientos de lealtad y confianza hacia su amigo israelí que no le lleven a cuestionar sino más bien a seguir la línea política de Netanyahu de hostilidad hacia Irán en general y hacia el programa nuclear iraní en particular.
El apoyo de Romney a su amigo Netanyahu no parece cuestionar el hecho de que la coalición gracias a la cual gobierna el Partido Likud de derecha del primer ministro israelí contiene al partido Yisrael Beitenu, descrito como ultranacionalista, de inclinaciones autoritarias y antipalestinas, el cual es dirigido por el ministro de Asuntos Exteriores israelí, Avigdor Lieberman. También han formado parte del Gobierno de coalición del Likud partidos nacionalistas-religiosos hebreos, que creen que el pueblo judío tiene un derecho divino a ocupar las tierras que según el Antiguo Testamento les fueron concedidas por Dios, las cuales se extenderían desde el río Nilo en Egipto hasta el río Éufrates, ocupando la península del Sinaí, Palestina, Jordania y la mayor parte de Siria. Estos partidos nacional-religiosos persiguen la idea de que Israel se convierta en una teocracia regida por la ley bíblica de Moisés. A estos partidos se añadían en la coalición los partidos religiosos ultra-ortodoxos hebreos Shas y Yahadut Hatorah, que también buscan convertir a Israel en una teocracia.
http://actualidad.rt.com/expertos/dr_lajos_szaszdi/view/57525-politica-exterior-eeuu-segun-mitt-romney-israel-parte
Mitt Romney:
Pero un presidente Romney no se limitaría a contemplar y bendecir un ataque israelí contra Irán. Según se expresó en su discurso de Jerusalén, el candidato Republicano habló de que la "búsqueda de Irán de una capacidad de [hacer] armas nucleares presenta una amenaza intolerable para Israel, para América y para el mundo", que el "prevenir" el que Irán tenga "capacidad de armas nucleares", "debe de ser nuestra más alta prioridad de seguridad nacional"; o sea, de EE.UU. o que nosotros [EE.UU.] debemos liderar el esfuerzo para prevenir que Irán construya y posea capacidad de armas nucleares". Y añade Romney que "ninguna opción debe de ser excluida", refiriéndose a la militar. Estas declaraciones expresan la intención de un presidente Romney de liderar un ataque contra Irán, lo que puede provocar una intervención por parte de Rusia y la China para oponerse a lo que considerarían un acto de agresión unilateral e ilegal hecho sin el permiso del Consejo de Seguridad de la ONU, en el cual estas potencias euroasiáticas son miembros permanentes. Una guerra con Irán podría por ello llevar a la III Guerra Mundial.
Debe de recordarse que Romney habla no de armas nucleares iraníes sino de capacidad de armas nucleares, que no es lo mismo, pues en este sentido países con programas nucleares y capacidad de armas nucleares pero sin estas armas son, por ejemplo, Alemania, Japón, Corea del Sur y posiblemente Canadá también, entre otros.
Cabe añadir que para Romney el oponerse al programa nuclear iraní adquiere según parece una dimensión subjetiva moral y religiosa, a pesar que en el mundo real Teherán diga que sus átomos son para la paz – lo que el candidato Republicano a la presidencia no desea creer en imitación del gobierno israelí de su amigo Netanyahu. Así, al empezar su discurso de Jerusalén, Romney habló del moderno estado de Israel "como una nación que empezó con una antigua promesa hecha en esta tierra", haciendo referencia a la Biblia desde un punto de vista religioso y a la Tierra Santa. Más adelante en su discurso Romney dijo: "Nosotros [EE.UU.] tenemos un deber solemne y el imperativo moral de negarle a los líderes de Irán los medios para llevar a cabo sus intenciones malévolas", hablando después de que el Gobierno iraní se ha caracterizado "por años de engaños malignos" al declarar que su programa nuclear es para usos civiles y no militares.
El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu:
No está de más decir que mezclar la religión y conceptos simplistas del bien y el mal para ver las cosas en blanco y negro en las relaciones internacionales ha sido en el pasado causa de innumerables guerras. En este sentido, el ver las relaciones con otros Estados, incluyendo las relaciones con un Estado aliado, por más aliado que sea, desde esta óptica no es propio de un hombre de Estado del siglo XXI y menos aún de un presidente de la única superpotencia del mundo, sino de un ministro religioso hablando desde el púlpito de su templo los domingos. Ha sido a lo largo de la historia peligroso el mezclar la política con la religión; en este sentido no olvidemos las sangrientas guerras de religión en la Europa de los siglos XVI y XVII. En este aspecto, de ser elegido presidente Romney, este puede llevar a EE.UU. y al mundo a una guerra por sus motivaciones de índole religiosa que pintan una conflagración entre Israel e Irán, seguramente provocada por un ataque israelí, como un conflicto entre el bien y el mal. Un gobernante inspirado por una religión de creencias fundamentalistas que, por ejemplo, cree que la gente de raza negra es descendiente de satanás y los ángeles caídos corren el riesgo de no seguir una política exterior en Oriente Medio caracterizada por la moderación, la sabiduría y la razón.
Un problema serio de la visión de política exterior de Mitt Romney con respecto a Israel es el creer que EE.UU. y su aliado más estrecho poseen los mismos valores e intereses nacionales. Así lo expresó en su entrevista de CNN del 9 de octubre al decir de ambos países que "nosotros tenemos intereses coincidentes. Nosotros compartimos valores" o como expresó en su discurso en Jerusalén: "Y la nuestra es una alianza basada no solamente en intereses compartidos sino también en valores compartidos perdurables". El problema con esta visión es que Romney corre el riesgo de confundir los intereses de EE.UU. con los de Israel si cree que los intereses de ambos países aliados son siempre equivalentes o "coincidentes", corriendo el peligro de que, sin darse cuenta, anteponga los intereses israelíes a los intereses estadounidenses al no distinguir los intereses nacionales de EE.UU. de los de Israel. Una guerra con Irán causada por un ataque israelí unilateral y contra el derecho internacional aprobado por un presidente Romney sería un ejemplo de esta confusión y error. No es por ello de extrañar que en una encuesta de opinión llevada a cabo en Israel y sobre la cual se informó a fines de este mes de octubre, el 57% de los israelíes de origen judío encuestados apoyaban la elección de Romney como presidente de EE.UU. por ser, según ellos, el que mejor apoyaría los intereses israelíes. De este porcentaje, el 70% eran israelíes de derecha, 54% de centro y 30% de izquierda.
El apoyo incondicional de Romney hacia Israel se debe esencialmente a motivos religiosos, políticos y personales. Las ideas religiosas fundamentalistas mormonas de Romney han de ejercer sin duda una influencia sobre su visión de política exterior con respecto a Israel e Irán, juzgando al estado persa desde la óptica de los intereses israelíes. Se sabe que cristianos evangélicos estadounidenses —de ideas religiosas fundamentalistas— que forman un bloque político influyente dentro del Partido Republicano tienen la creencia, inventada por ellos, de que hay que apoyar a Israel a toda costa porque el Mesías, Jesucristo, solo regresará al mundo en su segunda venida regresando a un estado de Israel. Está también la postura de los cristianos evangélicos de ver a los actuales ciudadanos israelíes de origen judío como el mismo pueblo elegido del Antiguo Testamento o lo que es lo mismo, de ver y valorar al estado judío moderno en términos bíblicos, mesiánicos y religiosos, mezclando así la política exterior con la religión. Esto ocurre a pesar de que esta mezcla de política exterior con religión representa una violación del principio de separación de Iglesia y Estado enmarcado en la Constitución de EE.UU.
Los motivos políticos que influencian la postura de Romney hacia Israel se deben a la necesidad de obtener el apoyo político dentro del Partido Republicano del bloque cristiano evangélico, al interés de capturar en las elecciones presidenciales del próximo 6 de noviembre parte del voto judío estadounidense, tradicionalmente ligado al Partido Demócrata, para estar en concierto con la mayoría del liderato y electorado Republicano, de incondicional tendencia pro-israelí y porque ideológicamente el Gobierno del Likud en Israel es también de derecha.
El tercer motivo que inspira la actitud de apoyo incondicional de Romney hacia Israel en general y hacia el gobierno de coalición del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, es su amistad personal con éste, habiéndose conocido cuando ambos trabajaban en una firma de consultoría, el Boston Consulting Group, durante la década de los 70 del siglo pasado. No es de extrañar que Romney tenga sentimientos de lealtad y confianza hacia su amigo israelí que no le lleven a cuestionar sino más bien a seguir la línea política de Netanyahu de hostilidad hacia Irán en general y hacia el programa nuclear iraní en particular.
Avigdor Lieberman, quien, según la agencia de noticias
Al-Jazeera, llegó a decir que su manera preferida de tratar a los
palestinos es como EE.UU. trató a los japoneses en la Segunda Guerra
Mundial:
El apoyo de Romney a su amigo Netanyahu no parece cuestionar el hecho de que la coalición gracias a la cual gobierna el Partido Likud de derecha del primer ministro israelí contiene al partido Yisrael Beitenu, descrito como ultranacionalista, de inclinaciones autoritarias y antipalestinas, el cual es dirigido por el ministro de Asuntos Exteriores israelí, Avigdor Lieberman. También han formado parte del Gobierno de coalición del Likud partidos nacionalistas-religiosos hebreos, que creen que el pueblo judío tiene un derecho divino a ocupar las tierras que según el Antiguo Testamento les fueron concedidas por Dios, las cuales se extenderían desde el río Nilo en Egipto hasta el río Éufrates, ocupando la península del Sinaí, Palestina, Jordania y la mayor parte de Siria. Estos partidos nacional-religiosos persiguen la idea de que Israel se convierta en una teocracia regida por la ley bíblica de Moisés. A estos partidos se añadían en la coalición los partidos religiosos ultra-ortodoxos hebreos Shas y Yahadut Hatorah, que también buscan convertir a Israel en una teocracia.
http://actualidad.rt.com/expertos/dr_lajos_szaszdi/view/57525-politica-exterior-eeuu-segun-mitt-romney-israel-parte
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