El artículo principal de la edición del 3 al 9 de octubre de la revista Economist, la publicación bandera de los intereses financieros de la City de Londres, advierte que "el sistema se está resquebrajando" y hace un llamado a que se realicen todos los esfuerzos para apoyar la burbuja con más oleadas de impresión de dinero para los bancos, la mentada emisión cuantitativa, exactamente lo que advirtió Lyndon LaRouche era su intención. Sin embargo el artículo se muestra preocupado de que esta política de rescates hiperinflacionario pudiera no funcionar como lo hizo en el 2008, porque el Congreso de EU pudiera mejor optar por imponer más regulaciones a los bancos, a pesar de que el artículo evita cautelosamente mencionar las palabras temidas: "Glass-Steagall".
Un problema grave hoy, dice el Economist, "es la falta de apoyo para el sistema del dólar extraterritorial si enfrentara un a crisis. En el 2008 y 2009 la Reserva salió al rescate con renuencia, actuando como prestamista de último recurso al ofrecer un billón de dólares de liquidez a los bancos extranjeros y bancos centrales. Las sumas involucradas en una crisis futura serían considerablemente mayores. El mundo del dólar extraterritorial tiene casi el doble del tamaño que tenía en el 2007. Para el 2020, podría ser tan grande como el sector bancario de Estados Unidos. A partir del 2008 y 2009 el Congreso se muestra cada vez más cauteloso con los préstamos de emergencia de la Reserva. Si se deja venir la próxima crisis, los planes de la Reserva Federal de emitir enormes líneas de permuta pudieran toparse con regulaciones o con resistencia del Congreso".
El artículo del Economist concluye con que: " Hay cosas que Estados Unidos puede hacer para asumir más responsabilidad; por ejemplo, mediante la creación de grandes líneas de permutas de emergencia con los bancos centrales. Lo más probable es una fragmentación del sistema, ya que otros países optan por aislarse de las decisiones de la Reserva al abrazar los controles de capital. El dólar no tiene iguales. Pero el sistema que ancla se está resquebrajando".
De igual manera, Antoine Gara en la revista Forbes escribió el 2 de octubre sobre el peligro de un nuevo estallido, en donde admite bastante inusualmente que el problema de fondo es la gigantesca acumulación de derivados sentada encima de las diversas burbujas de deudas nominales. Gara revisa la crisis actual en Glencore, y trata de mantener la compostura argumentando que "la desintegración de Glencore no se va a convertir en la próxima crisis tipo Lehman Brothers". También dice que se debe a que Glencore no tiene las exposiciones en derivados que tenía Lehman.
Pero, admite, "si Goldman Sachs, Morgan Stanley o cualquier otro gran banco de inversiones cayera en los predicamentos actuales de Glencore, habría buenas razones para estar preocupados sobre un Lehman 2.0. Hay más de $600 billones en derivados OTC pendientes [derivados en mercados no regulados, pero que en realidad la cantidad es el doble de eso—ndr], un número mayor que antes de la crisis y muchos de esos contratos se siguen comercializando bilateralmente entre los bancos, vinculándose unos con otros".
Gara concluye: "Para algunos como JP Morgan, Bank of America, Citigroup, Goldman Sachs y Morgan Stanley, estos temas siguen siendo un tópico de vida o muerte. En el último trimestre, cada una de las firmas reveló que tenían billones, si no es que decenas de billones en contratos con derivados OTC pendientes. Ninguna cantidad elevada de capital retenido podría proteger a esas firmas si hubiera una quiebra desorganizada como la de Lehman".
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