Desde hace mucho tiempo se baraja la posibilidad de crear nuevos cables de fibra óptica que conectarían los dos lados del océano Pacífico, aumentando significativamente la velocidad de la conexión a la red global. La mayor preocupación para EEUU y sus socios es la participación de China en alguno de esos proyectos.
Existen cientos de cables subacuáticos que conectan diferentes continentes y diferentes partes del mundo entre sí dando acceso más rápido a la red global. El número total de cables submarinos alcanza 300 y algunos de ellos yacen a profundidades enormes de varios miles de metros. Los cables más difíciles de construir son los que atraviesan los océanos.
En particular, entre los cables existentes se destacan los que conectan Europa con América del Norte a través de las profundidades del océano Atlántico. Los cables modernos que están en servicio y conectan las costas opuestas del Atlántico utilizan la tecnología de la fibra óptica. Muchos cables terminan en la isla de Terranova (Canadá) y en Irlanda. Es decir, están conectadas vía la ruta más corta entre Londres y Nueva York.
Los cables más recientes han sido construidos para conectar dos lados opuestos del Atlántico del Sur.
En particular, se creó el Sistema de Cable de Atlántico del Sur —SACS, por sus siglas en inglés—, completado en 2018, que conectó el país africano de Angola con la ciudad brasileña de Fortaleza. Otro ejemplo de cable, pero este todavía está en construcción, es el South Atlantic Express —SAex — que, según lo previsto estará completado en 2021 y conectará Sudáfrica con Brasil y, luego, Virginia Beach (Estados Unidos).
Otros cables conectan las costas de diferentes mares. Uno de los ejemplos más emblemáticos sería el del Caribe donde hay decenas de cables que conectan las islas caribeñas con EEUU y los países de Centroamérica.
Actualmente se baraja la construcción de nuevos cables de fibra óptica que conectarían los dos lados del océano Pacífico y aumentarían la velocidad de la conexión a la red global. Pero a los países que están involucrados en el proyecto les preocupa la posible participación de China que, desde su punto de vista, amenaza a la seguridad de datos. Justo por esa razón, EEUU y varios otros países preferirían excluir al gigante asiático.
Primer cable entre América del Sur con Asia y Oceanía
Uno de los proyectos vigentes es la construcción de un cable de fibra óptica entre Chile y Australia. Este será el primer cable en conectar la región de Asia-Pacífico con América del Sur. Chile recientemente ha elegido la ruta propuesta por Japón para este cable, informó el 29 de julio el medio japonés Nikkei.
Inicialmente estaba previsto que el cable terminaría en la ciudad china de Shanghái, pero luego se decidió que los puntos terminales serían Australia y Nueva Zelanda. A través del territorio australiano la conexión llegará a Japón: hace poco, otro cable de fibra óptica vinculó el territorio nipón con Australia.
En vez de Shanghái, el punto terminal del cable de unos 13.000 kilómetros será la ciudad australiana de Sídney: esta decisión se debe a la campaña estadounidense que busca mantener a China alejada de los proyectos de la telecomunicación global, subrayó la nota de Nikkei.
Según el Gobierno chileno, dicha ruta es recomendada por su coste y viabilidad, pero parece que la no participación de China jugó un papel mayor en esa decisión.
La propuesta japonesa a Chile tomó en consideración la dura posición de Australia en contra de la cooperación con Pekín. El ejemplo de las malas relaciones entre las dos partes sería la prohibición de Canberra a la empresa china Huawei de participar en el desarrollo de la infraestructura 5G en el país oceánico.
La compañía china inicialmente se enfocó en el desarrollo de los cables de corta distancia, pero en los últimos años empezó a expandir su presencia en el mercado mundial y pasó a ocuparse de la construcción de los cables submarinos. Por ejemplo, participó en la construcción de cables que conectan África y América Latina. Precisamente la expansión de Huawei es lo que preocupa a Australia y EEUU porque acusan a la empresa de ser controlada por el Gobierno chino.
Entretanto, para Chile cualquier desenlace es ventajoso: el país busca convertirse en un centro digital de América del Sur y la conexión directa con la región Asia-Pacífico a través de un nuevo cable solo favorecerá el proceso.
La ruta de otro cable transpacífico, a punto de ser vetada
En junio, el Departamento de Justicia de EEUU publicó una recomendación de que otro cable que vincularía EEUU con la región de Asia-Pacífico circunvalara la región autónoma china de Hong Kong ya que, según el documento, existe el riesgo del robo de datos sensibles por las autoridades chinas.
El proyecto fue activamente promovido por dos gigantes informáticos, Google y Facebook, que han invertido cantidades enormes de dinero. Inicialmente estaba previsto que el cable que lleva el nombre Pacific Light conectaría Estados Unidos con Taiwán, Filipinas y Hong Kong.
Pacific Light, según los planes vigentes, tendrá una capacidad de procesar 120 terabytes de datos en un segundo: esto permitiría tener hasta 80 millones de videoconferencias de alta definición entre la ciudad norteamericana de Los Ángeles y Hong Kong.
justo por el temor del posible robo de datos, el Gobierno de Trump baraja la posibilidad de vetar la construcción del tramo que conectaría EEUU y Hong Kong. Uno de los comités del Gobierno estadounidense, Team Telecom, recomendó proseguir solo con la construcción de las secciones que vincularían EEUU con Filipinas y Taiwán.
El alboroto alrededor de los planes de excluir a China del proyecto de nuevo cable viene en el contexto de las tensiones entre Washington y Pekín que están involucrados en una guerra comercial sin precedentes.
Pero hay que tener en cuenta que la exclusión de China apenas ayudará a proteger los datos estadounidenses si tomamos en consideración que EEUU depende de China en la industria de la tecnología informática. Esto quiere decir que todas estas medidas precautorias pierden sentido.
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