Esta vulnerabilidad se ha visto agudizada después de la prueba del primer misil balístico intercontinental norcoreano, que Pionyang llevó a cabo el 4 de julio, día de la independencia estadounidense.
El mando militar estadounidense, reconoce que el sistema de defensa antimisiles concebido para defender a EE.UU. de los misiles balísticos intercontinentales ha demostrado su ineficacia en tres de cada cinco ocasiones, pese a la red de sensores, radares y misiles interceptores instalados en Alaska y California.
La postura oficial del Pentágono es que el sistema con base en tierra Midcourse Defense, desarrollado por Boeing y muchos otros contratistas de defensa, es capaz de derribar un misil en la atmósfera, es decir, en la parte final de su trayectoria.
Pero este es el punto de vista de una minoría.
Así, Phil Coyle, el almirante estadounidense saliente del cargo de responsable de los programas de defensa antimisiles del Pentágono, declaró el pasado mes de junio al Congreso que alberga “preocupaciones acerca de la baja fiabilidad” del sistema de defensa contra los misiles de largo alcance enemigos.
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