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martes, 25 de julio de 2017

El ambicioso plan de China para el Antonov An-225: usarlo para lanzar satélites desde el aire.



Próximo a cumplirse los 30 años de su primer vuelo, el Antonov An-225, el avión más grande del mundo, guarda reposo en la antigua base aérea ucraniana donde la URSS realizaba pruebas de vuelo secretas y que hoy funciona como el aeropuerto de Gostomel.

El An-225 Mriya («sueño», en ucraniano designación OTAN: Cossack) es un avión de transporte estratégico diseñado y fabricado por Antónov en la Unión Soviética durante los años 1980. Habitualmente considerado como el avión más grande del mundo, es además la aeronave más pesada de la historia con 640 toneladas MTOW y el mayor aerodino (por longitud).

Su diseño, concebido para transportar el transbordador Burán y otros grandes componentes del programa espacial soviético, fue un desarrollo del exitoso Antonov An-124 Ruslán; por eso, se le conoce también como Súper-Ruslán.

El primer An-225 se completó en 1988 con una única unidad y una segunda parcialmente construida que nunca se llegó a completar. La aeronave terminada opera en la actualidad con la empresa Antonov Airlines transportando cargas súper-pesadas. En noviembre de 2004, la FAI (Federación Aeronáutica Internacional), incluyó al An-225 en el Libro Guinness de los Récords por sus 240 marcas. Entre estas se encuentra el de la carga más pesada, de 250 toneladas (253.820 kilogramos), así como del elemento único cargado más pesado, un generador de 189.980 kg en un único vuelo.

La última vez que se elevó por los aires fue en 2016, cuando una compañía lo contrató para realizar una serie de vuelos intercontinentales recogiendo cargas de hasta 130 toneladas de peso.

La edad, sin embargo, no es la culpable de su escasa actividad. Es más, la aeronave acaba de ser actualizada y Antonov, la empresa propietaria, asegura que podrá seguir volando 20 años más. Pero los clientes deben pensárselo bien antes de requerir sus servicios, ya que el precio por hora asciende a 30.000 dólares.

En estos últimos años, se ha estado utilizando para el traslado de cargas grandes y pesadas, como el generador de energía que llevó el pasado año desde la República Checa hasta el oeste de Australia.

Sin embargo, nuevos horizontes le aguardan al Mriya, – “sueño” en ucraniano – y que el pueblo utiliza para referirse al An-225.



¿Por qué fue construido?

El Mriya fue un costoso proyecto de la URSS que, sin embargo, tenía como objetivo ahorrar costos.

El gobierno necesitaba trasladar el primer transbordador espacial soviético, Burán, desde Moscú hasta el sur de Kazajistán, donde se encontraba el cosmódromo de Baikonur.

Pero el gasto para construir una carretera que cruzara dos ríos y atravesara los montes Urales era muy alto.

Los cálculos señalaban que invertir en un programa para construir un avión gigante resultaba más rentable.

“Hoy es difícil apreciarlo, pero en esa época fue impresionante. Costaba mucho creer que una máquina tan grande pudiera volar”, comenta el ingeniero de Antonov que lidera el proyecto An-225, Nikolay Kalashnikov.

Su equipo modificó la estructura de otro modelo, el An-124 Ruslan: añadió un par de motores, trenes de aterrizaje, extendió el fuselaje y rediseñó la cola para que el transbordador Burán y el cohete que lo lanzaría, el Energía, pudieran desprenderse de la aeronave en pleno vuelo y partir hacia el espacio.



“Era posible cargarlo todo, la nave espacial y todos sus elementos encima del avión”, recuerda el director de las aerolíneas Antonov, Mikhail Kharchenko, que considera que aún hay posibilidades de utilizar el An-225 como plataforma de lanzamiento aéreo.

“Aproximadamente el 90% de la energía de los lanzadores se gasta en alcanzar los primeros 10 kilómetros. Podemos poner una aeronave en la espalda del An-225, volar hasta esa altura y lanzarla desde allí. Desde esta perspectiva de costes, el beneficio económico sería inmenso”, insiste.



La idea china: crear una flota de gigantes.

La empresa privada AICC (Airspace Industry Corporation of China), dedicada a la industria aeroespacial y de defensa, está pensando en retomar la construcción de más ejemplares del AN-225 y con este motivo, firmó el año pasado un convenio con Antonov Corporation, para transformar el An-225 en una plataforma comercial de lanzamiento de satélites, un sector que duplicó sus beneficios entre 2006 y 2015, según los datos de la compañía.

“El An-225 podría lanzarlos desde cualquier altura inferior a los 12.000 metros. Su tiempo de lanzamiento es flexible, preciso y es capaz de poner el satélite en la órbita deseada de forma rápida, lo que reduce mucho los costes”, afirma el director de AICC, Zhang Youshengtells.



Los nuevos planes que tienen los chinos para el Mriya es crear una red de transporte con estos aviones de modo que puedan llevar de un lado a otro cargas muy pesadas o grandes elementos cuya primera fase consta de tener un segundo An-225 en 2019 para posteriormente abarcar una segunda en la que se lleve a China la tecnología de los motores, concretamente los motores Progress D-18T (o Latarev D-18T), diseñado para aviones de gran tamaño (también de origen ucraniano) hasta convertir a China en la nación con más capacidad de carga del mundo.

Todos estos nuevos planes crean sentimientos encontrados entre sus creadores.

“No hace ningún daño que los chinos quieran comprar esta aeronave, pero claro, también es difícil encontrar a alguien que quiere venderla”, dice Kalashnikov.

El “Mriya no se puede separar de Ucrania, es nuestro bebé y algo de lo que nuestros hijos y nietos siempre podrán sentirse orgullosos“.

Después de todo, se trata de uno de los inventos que más reconocimiento ha traído al país.

El primer piloto del An-225, Alexander Galunenko, aún recuerda cuando llevaron la aeronave por primera vez a Estados Unidos para participar en un evento de aviación en Oklahoma.

El público supuso de primeras que el aparato más grande del mundo había sido construido por la firma Boeing, cuenta: “Tuvimos que decirles que lo había hecho Antonov”.

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