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lunes, 13 de octubre de 2025

China emprende el desarrollo del mayor avión de transporte del mundo: 120 toneladas de carga y un alcance de 6.500 km

Pekín pretende solventar con una nueva flota de aeronaves la carencia de una red de bases propias en distintos puntos del planeta, como la de EEUU.


China ha iniciado el desarrollo conceptual de lo que promete ser el avión de transporte más grande del mundo, un proyecto que podría transformar sus capacidades logísticas estratégicas y garantizarle una proyección operativa a escala verdaderamente global.


El aparato, en fase temprana de diseño para la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación (EPL), se plantea con una capacidad de carga de 120 toneladas y un alcance estimado de 6.500 kilómetros con carga máxima, superando ampliamente a cualquier aparato en servicio en la actualidad.


El nuevo avión representará un cambio radical frente al Y-20, el actual transporte más pesado del país y el más grande aún en producción a nivel internacional. Este modelo, operativo desde mediados de la década de 2010, ofrece un alcance de unos 4.500 kilómetros y una capacidad de carga de 66 toneladas, con un peso máximo al despegue de 250 toneladas.

En comparación, el futuro transporte chino casi duplicará la capacidad de carga y aumentará el alcance más de un 40%, lo que elevará de forma sustancial la flexibilidad para operaciones intercontinentales sin necesidad de reabastecimiento en vuelo.


En el ámbito internacional, el único avión que hasta ahora ha ostentado una capacidad de carga similar es el C-5 Galaxy de la Fuerza Aérea estadounidense, que carga unas 127 toneladas, aunque con un alcance de aproximadamente 4.150 kilómetros, muy inferior al que se plantea para el nuevo aparato chino.

Por su parte, el Antonov An-124 soviético, con una capacidad de unas 120 toneladas, también ha sido referente en este segmento, pero su producción cesó en 2004. Que China esté buscando superar no solo en carga sino también en alcance a estos modelos emblemáticos refleja una ambición estratégica de primer orden.

Uno de los elementos más disruptivos en el proyecto será la adopción de una configuración de blended wing body o ala-cuerpo combinada, que integra el fuselaje y el ala en una sola estructura portante, como sucede, por ejemplo, en los bombarderos B-2 Spirit de EEUU.

Esta solución no solo proporciona un mayor volumen utilizable sino que optimiza también la sustentación y reduce la resistencia aerodinámica, mejorando así la eficiencia del aparato. Al ampliar el espacio interno, se pueden transportar cargas voluminosas con menos restricciones, a la vez que aumenta la autonomía operativa.

Para cumplir los exigentes parámetros de peso y alcance, el nuevo transporte incorporará motores de alto empuje y eficiencia mejorada, muy superiores a los que equipan al Y-20 o sus versiones derivadas, como el avión de reabastecimiento YY-20 o la plataforma de alerta temprana KJ-3000.

El salto en propulsión implicará probablemente el desarrollo o adaptación de turbofanes de nueva generación, capaces de mantener el rendimiento a plena carga incluso en pistas no preparadas, lo que aumentaría la versatilidad operativa del avión.

Siguiendo la línea de programas previos, es previsible que el nuevo transporte estratégico tenga múltiples variantes. Entre los posibles desarrollos se incluirían un avión cisterna de gran capacidad, que serviría para apoyar operaciones aéreas a mayor distancia; y un modelo de mando y control aerotransportado para operaciones de largo alcance.

Una versión comercial

De igual modo, se especula con una versión civil para transporte comercial pesado, similar a la del An-124 ruso, que podría justificar una producción más amplia y amortizar los costos de desarrollo. También existe la posibilidad de que el aparato se destine a la exportación, especialmente hacia socios estratégicos como Rusia, en caso de que su propio sustituto del An-124 sufra retrasos.

Este nuevo avión llega en un momento en el que las capacidades de China para desplegar sus fuerzas en distintos continentes han mejorado considerablemente, aunque sigue enfrentando una limitación clave: la ausencia de una red global de bases aéreas comparable a la de Estados Unidos.

Esta diferencia plantea preguntas sobre la escala en la que se adquiriría este nuevo modelo y los propósitos exactos de su uso, ya sea como herramienta estrictamente militar, como apoyo logístico o como avión de transporte para misiones civiles y humanitarias.

Un avión de transporte con 120 toneladas de capacidad y 6.500 kilómetros de autonomía plena significaría un cambio profundo en la proyección de poder chino. Su existencia permitiría transportar grandes cantidades de material y personal a enormes distancias sin depender de reabastecimiento, lo que fortalecería la capacidad de respuesta global de Pekín ante crisis o conflictos.

El desarrollo de esta aeronave también tendría implicaciones relevantes en la industria aeronáutica del gigante asiático. A medida que aumente la experiencia en diseños avanzados de fuselajes integrados y sistemas de propulsión de gran potencia, la industria local podría posicionarse como competidor directo en los segmentos más altos del mercado global de aviones de transporte.

Además, serviría como plataforma de pruebas para futuras tecnologías, desde nuevos materiales compuestos hasta sistemas de control de vuelo más eficientes, que luego podrían aplicarse a programas civiles o militares.

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