Meses de ataques aéreos devastadores indican que Moscú logró modificar sus misiles balísticos para evadir los sistemas de defensa Patriot, según funcionarios ucranianos y occidentales citados por el Financial Times. La caída en las tasas de interceptación preocupa de cara al invierno, cuando el Kremlin suele intensificar los ataques contra la infraestructura energética de Ucrania.
Los misiles Iskander-M y Kinzhal ahora realizan maniobras en su fase terminal, con descensos abruptos y cambios de trayectoria que “confunden” a los interceptores estadounidenses. Según datos de la Fuerza Aérea ucraniana, en agosto Kiev logró derribar el 37% de los proyectiles balísticos, pero en septiembre esa cifra se desplomó a apenas un 6%, el nivel más bajo desde mayo.Infraestructura militar bajo presión
Entre los blancos alcanzados en los últimos meses figuran al menos cuatro fábricas vinculadas a la producción de drones en torno a Kiev, incluido un complejo asociado a los Bayraktar turcos. En un ataque del 28 de agosto, los misiles impactaron también cerca de las oficinas de la delegación de la UE y el British Council.
El deterioro de la defensa se produce en un contexto de entregas más lentas de interceptores por parte de Estados Unidos. “Es un cambio de juego para Rusia”, admitió un exfuncionario ucraniano, mientras que fuentes occidentales confirmaron que los datos de desempeño de los Patriot muestran patrones consistentes con una modernización rusa.
Una carrera de adaptación tecnológica
Expertos como Fabian Hoffmann, investigador de la Universidad de Oslo, señalaron que el avance ruso podría deberse a simples ajustes de software en los sistemas de guiado, más que a cambios costosos de hardware. “Una trayectoria terminal más pronunciada se puede programar en el misil”, explicó.
Para Ucrania, la situación es doblemente crítica: algunos de sus sistemas Patriot ya fueron dañados en ataques previos y las baterías restantes deben protegerse a sí mismas mientras enfrentan nuevas oleadas. Pese a ello, el presidente Volodímir Zelenski insiste en que Occidente le proporcione al menos diez sistemas adicionales, alertando que Rusia busca repetir su estrategia de “apagón” energético.


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