Fuente original Debka File
El 5 de diciembre, los primeros misiles Patriot estadounidenses, holandeses y alemanes aterrizaron en Turquía.
En cuestión de horas, tres buques de guerra rusos se habían posicionado
en el puerto sirio de Tartus - los buques de desembarco Novocherkassk y
Saratov y el buque de suministro MB-304. A bordo iban 300 infantes de
marina. Y no sólo soldados. También iba dentro un arma temible para el
ejército de Assad y un cambio de las normas del juego en el conflicto
sirio: 24 sistemas de misiles de crucero Iskander 9K720 (la OTAN los clasifica con el nombre en código de SS-26 Stone), diseñados para las operaciones en zonas de conflicto.
Mientras la OTAN desempaquetaba los Patriots en Turquía, una docena de baterías móviles, cada una con un par de misiles Iskander, eran fijados en su posición frente a Turquía, y otra docena, frente a Jordania e Israel.
En todas las estaciones, los misiles rusos apuntaban a objetivos militares de Estados Unidos.
Así, mientras que Occidente entraba inmersa en la alarma sobre las armas
químicas de Assad y preparándose para posibles ataques con bombas y
misiles contra Turquía, los rusos inyectaban en el campo de guerra sirio
el arma más sofisticada y mortífera hasta el momento.
Occidente e Israel no tienen respuesta para la velocidad hipersónica del Iskander, de más de 1,3 kilómetros por segundo con un alcance de 280 millas y una ojiva de 1,500 libras que destruye objetivos con una precisión milimétrica. También tienen capacidad nuclear.
El presidente ruso, Vladimir Putin, prometió a dos presidentes de
EE.UU., George W. Bush y Barack Obama, que no dejaría que el Iskander
llegara a manos de Siria o Irán.
Moscú no se hace ilusiones de que una vez en Siria, los letales misiles
de crucero pronto lleguen a estar al alcance del líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei.
El sábado, 15 de diciembre, el jefe del Estado Mayor de Irán, el general Hassan Firouzabadi advirtió que los misiles Patriot en Turquía presagiaban una guerra mundial. Se refería a este cara a cara de misiles contra misiles en Siria.
Al dar a Assad los Iskanders, Moscú ha apostado de lleno por el campo de
Teherán-Damasco-Hezbolá, mientras que el presidente Obama está
cuidadosamente resistiéndose de dar un apoyo incondicional a la
insurrección siria.
Algunos círculos occidentales ven la intervención militar de Rusia en el
conflicto sirio como un presagio de la caída temprana de Bashar Assad.
La realidad, según fuentes militares de Debka es que antes de
caer, el gobernante de Siria se está preparando para tomar medidas
desesperadas - en primer lugar al desatar la guerra química y, después
de eso, usar los mortales Iskanders como un último tiro contra sus
enemigos.
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