Hoy
es día de duelo, día de luto, un luto que ensombrece -todavía- toda
nuestra vida nacional. Hoy se conmemora el 189 aniversario del
parricidio perpetrado en Padilla, Tamaulipas.
Escribió don
Manuel Payno: "La muerte de Iturbide es una de las manchas más
vergonzosas de nuestra historia. El pueblo que pone las manos sobre la
cabeza de su Libertador es tan culpable como el hijo que atenta contra
la vida de su padre", y yo sostengo que es la mancha más vergonzosa de
nuestra historia.
"Iturbide no es héroe de facción: es héroe
nacional. Qué aberración monstruosa, solo vista en México, que es la de
loar la libertad y maldecir al libertador; glorificar la obra y desdeñar
al obrero; tomar el don y escarnecer al que lo da. Urge consumar la
reparación y no solo en nombre de la gratitud sino también en nombre de
la justicia y la verdad . Para honrar a Iturbide bastan dos cosas; saber
historia verdadera y ser honrado en espíritu" decía don Alfonso Junco.
"La sangre derramada en Padilla, ha sido y es, quizá, una de las
manchas más vergonzosas de México. El pueblo que pone las manos sobre la
cabeza de su libertador, es tan culpable como el hijo que atenta contra
la vida de su padre. Hay sobre los intereses políticos en las naciones,
una virtud que es superior a todas las virtudes: "la gratitud",
sentenció en El Libro Rojo don Vicente Riva Palacio.
Para
quienes no son capaces de ver en la historia más que un devenir
aleatorio de sucesos producidos por las fuerzas económicas, parecería
una exageración afirmar que Dios, en castigo por el parricidio en
Padilla, ha permitido que, desde entonces, solo nos desgobiernen los
abusivos, los ladrones, los traidores, los bandidos, pero... pensemos
detenidamente el asunto. Si fuimos capaces de poner la mano encima de
quien nos dio Patria libre, si fuimos capaces de matar a quien nos dio
nombre y bandera, si fuimos capaces de cargar de mentira e ignominia a
quien -con tanto empeño y a pesar de sus deficiencias personales- se
esforzó por ponernos el ejemplo de como vivir en orden y paz, si hoy
-por cobardía, apatía o indiferencia- no restituimos lo que en Justicia
corresponde a Iturbide, ¿no es señal de que somos un pueblo
completamente extraviado y que, hace mucho tiempo, ha perdido totalmente
el rumbo?
Hoy
es día de duelo, día de luto, un luto que ensombrece -todavía- toda
nuestra vida nacional. Hoy se conmemora el 189 aniversario del
parricidio perpetrado en Padilla, Tamaulipas.
Escribió don Manuel Payno: "La muerte de Iturbide es una de las manchas más vergonzosas de nuestra historia. El pueblo que pone las manos sobre la cabeza de su Libertador es tan culpable como el hijo que atenta contra la vida de su padre", y yo sostengo que es la mancha más vergonzosa de nuestra historia.
"Iturbide no es héroe de facción: es héroe nacional. Qué aberración monstruosa, solo vista en México, que es la de loar la libertad y maldecir al libertador; glorificar la obra y desdeñar al obrero; tomar el don y escarnecer al que lo da. Urge consumar la reparación y no solo en nombre de la gratitud sino también en nombre de la justicia y la verdad . Para honrar a Iturbide bastan dos cosas; saber historia verdadera y ser honrado en espíritu" decía don Alfonso Junco.
"La sangre derramada en Padilla, ha sido y es, quizá, una de las manchas más vergonzosas de México. El pueblo que pone las manos sobre la cabeza de su libertador, es tan culpable como el hijo que atenta contra la vida de su padre. Hay sobre los intereses políticos en las naciones, una virtud que es superior a todas las virtudes: "la gratitud", sentenció en El Libro Rojo don Vicente Riva Palacio.
Para quienes no son capaces de ver en la historia más que un devenir aleatorio de sucesos producidos por las fuerzas económicas, parecería una exageración afirmar que Dios, en castigo por el parricidio en Padilla, ha permitido que, desde entonces, solo nos desgobiernen los abusivos, los ladrones, los traidores, los bandidos, pero... pensemos detenidamente el asunto. Si fuimos capaces de poner la mano encima de quien nos dio Patria libre, si fuimos capaces de matar a quien nos dio nombre y bandera, si fuimos capaces de cargar de mentira e ignominia a quien -con tanto empeño y a pesar de sus deficiencias personales- se esforzó por ponernos el ejemplo de como vivir en orden y paz, si hoy -por cobardía, apatía o indiferencia- no restituimos lo que en Justicia corresponde a Iturbide, ¿no es señal de que somos un pueblo completamente extraviado y que, hace mucho tiempo, ha perdido totalmente el rumbo?
Escribió don Manuel Payno: "La muerte de Iturbide es una de las manchas más vergonzosas de nuestra historia. El pueblo que pone las manos sobre la cabeza de su Libertador es tan culpable como el hijo que atenta contra la vida de su padre", y yo sostengo que es la mancha más vergonzosa de nuestra historia.
"Iturbide no es héroe de facción: es héroe nacional. Qué aberración monstruosa, solo vista en México, que es la de loar la libertad y maldecir al libertador; glorificar la obra y desdeñar al obrero; tomar el don y escarnecer al que lo da. Urge consumar la reparación y no solo en nombre de la gratitud sino también en nombre de la justicia y la verdad . Para honrar a Iturbide bastan dos cosas; saber historia verdadera y ser honrado en espíritu" decía don Alfonso Junco.
"La sangre derramada en Padilla, ha sido y es, quizá, una de las manchas más vergonzosas de México. El pueblo que pone las manos sobre la cabeza de su libertador, es tan culpable como el hijo que atenta contra la vida de su padre. Hay sobre los intereses políticos en las naciones, una virtud que es superior a todas las virtudes: "la gratitud", sentenció en El Libro Rojo don Vicente Riva Palacio.
Para quienes no son capaces de ver en la historia más que un devenir aleatorio de sucesos producidos por las fuerzas económicas, parecería una exageración afirmar que Dios, en castigo por el parricidio en Padilla, ha permitido que, desde entonces, solo nos desgobiernen los abusivos, los ladrones, los traidores, los bandidos, pero... pensemos detenidamente el asunto. Si fuimos capaces de poner la mano encima de quien nos dio Patria libre, si fuimos capaces de matar a quien nos dio nombre y bandera, si fuimos capaces de cargar de mentira e ignominia a quien -con tanto empeño y a pesar de sus deficiencias personales- se esforzó por ponernos el ejemplo de como vivir en orden y paz, si hoy -por cobardía, apatía o indiferencia- no restituimos lo que en Justicia corresponde a Iturbide, ¿no es señal de que somos un pueblo completamente extraviado y que, hace mucho tiempo, ha perdido totalmente el rumbo?
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