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sábado, 30 de agosto de 2014

Mariupol cava sus trincheras ante un ataque de las milicias prorrusas



La ciudad se prepara para defenderse de un asalto armado de las milicias prorrusas

En las afueras de Mariupolalgunos vecinos presumían hasta hace poco de tener su casa en el extremo noreste de la ciudad, donde apenas se divisa el horizonte de acero oxidado de la industria que da de comer a esta urbe que hasta hace poco tenía casi medio millón de habitantes. Pero en esa zona que se abre a campo abierto se han empezado estos días a cavar trincheras para defenderse de un ataque desde Novoazovsk, que se encuentra a 40 kilómetros y tiene una población de más de 10.000 habitantes, ya bajo mando prorruso.

Aquí le han brotado al pasto verde panzas de arena que presagian choques armados a las puertas de la ciudad. Soldados en camiseta controlan la salida en carretera y apenas dejan salir a nadie rumbo a la zona de las hostilidades. En los hombros llevan lazos de plástico amarillo como muestra de su adhesión a la causa ucraniana. Pero en la población infunden más miedo que respeto. "No diría que son de los nuestros, pero si no nos disparan no son el enemigo y si abren fuego contra nosotros los serán, esa es la verdad", resume rascándose sus poblados bigotes Valery, de unos 50 años. Esta misma tarde varios miles de personas se están manifestando en favor de la unidad ucraniana en el centro de la ciudad. Marchan de manera pacífica, observados por otros vecinos que anhelan la misma paz que ellos pero que no pueden sentirse ucranianos: "No somos rusos tampoco, somos de Donbás", explica una vecina de unos 30 años aludiendo al borroso término que hace referencia a la cuenca minera que une territorios de Donetsk,Lugansk e incluso algún enclave al otro lado de la frontera rusa.

Algunos coches con la palabra "niños" escrita en las ventanillas se dan la vuelta ante la negativa recibida en este check point atiborrado de sacos terreros. Aunque muchos vecinos de la ciudad preferirían huir aRusia, ese destino está ahora mismo prohibido.

La mayoría de estos soldados pertenecen al batallón Azov, una milicia proucraniana que se formó en mayo pasado en la ciudad de Mariupol, sobre la base del servicio patrullero de servicios especiales del Ministerio del Interior ucraniano. En las redes sociales sus se conocen como "hombrecillos negros".

La policía los saluda con respeto, sabedora de que son ellos los que tienen hilo directo con Kiev. El Gobierno ucraniano aprendió pronto la amarga lección de Crimea, una península que Rusia les birló cuando acababan de llegar al poder y no tenían unas fuerzas armadas preparadas. Con ayuda de este heterodoxo cuerpo ha completado Kiev su presencia militar en un territorio que hasta hace poco le resultaba inabarcable.

"Son ellos los que llevan la iniciativa, porque el ejército ucraniano no sabe combatir, no tiene la fuerza ni la destreza necesaria para hacer frente a los prorrusos", señala Tolia, un vecino de la zona que ha visto degradarse la ciudad desde un agradable enclave donde pasar unas vacaciones baratas hasta un rincón del que muchos empiezan a escapar rumbo al centro del país. En uno de los bloques de piedra que protegen la carretera destaca el símbolo del Batallón Azov. Los medios rusos recuerdan constantemente que esta simbología la usaron algunas escuadras de las SS nazis.

Todos en la zona les deben obediencia. En la una clínica cercana, situada a unos cientos de metros de la trinchera, el personal trabaja para ellos y cumple sus indicaciones: "Ayer los militares nos desalojaron del edificio hasta la madrugada", relata una enfermera. Ella y sus compañeras atienden a sus heridos y los derivan a hospitales, y también les facilitan medicinas. Pero el nerviosismo por los reveses contra los insurgentes no tiene cura: pronto los campos verdes pueden llenarse de fuego.

Fuente: El Mundo

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