Buscar en este blog

martes, 6 de octubre de 2015

Doce países acuerdan la charada del Tratado Libre Comercio del Pacífico



Mientras los lobbies siguen avanzando para aprobar el Tratado de Libre Comercio Atlántico (TTIP) ya tenemos a una docena de países o más bien de corporaciones de estos países que han acrodado el Tratado de Libre Comercio Transpacífico o TTP en el que participarán EEUU, Japón, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam culminando así 5 años de negociaciones en los que aún no se sabe muy bien que es lo que se ha negociado. Queda pendiente la ratificación del texto por parte de los Congresos de los respectivos países.

Obviamente el acuerdo del TTP será vendido cómo una maravilla que beneficiará directamente al bienestar de los ciudadanos de estos países, Obama no ha tardado en ensalzar las bondades del acuerdo:

“Esta asociación nivela el campo de juego para nuestros granjeros y fabricantes eliminando más de 18.000 impuestos con los que diversos países gravan nuestros productos”,

“Cuánto más vendamos fuera, más trabajos altamente remunerados sostendremos en casa y esos empleos tienden a pagar mejor a los estadounidenses, puesto que las empresas exportadores pagan un 18% más que las que no lo hacen”,

“Cuando un 95% de nuestros consumidores viven fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que países como China dicten las reglas de la economía global”,

No lo ven tan claro economistas de la talla de Joseph E. Stiglitz:

El mayor acuerdo de comercio de la historia no es lo que parece. He escuchado muchas veces la importancia que tiene el TPP para el libre comercio. La realidad es que estamos ante un acuerdo para gestionar el comercio y las inversiones entre sus países miembros en beneficio de los lobbies más poderosos de cada país. Qué no os quepa la menor duda. El TPP no es un acuerdo sobre el libre comercio.

Nueva Zelanda quiere el TPP para beneficiar su industria láctea, Australia no está contenta en cómo EEUU y México manejaban el comercio del azúcar, EEUU no está contenta en cómo Japón quiere tratar el comercio del arroz. Cada uno de los países tienen detrás importantes industrias que amenazaban con bloquear las negociaciones.

Entre otros el acuerdo permitirá a las farmacéuticas expandir en el tiempo la caducidad de sus patentes. Investigaciones económicas nos muestras claramente que la promoción de la investigación en la que se escudan los que buscan la protección intelectual prolongada de sus desarrollos es en el mejor de los casos débil. De hecho la evidencia nos muestra lo contrario. Cuando la Corte Suprema invalidó la patente de Myriad en el gen BRCA se disparó la innovación al respecto obteniendo mejores resultados y menores costes. La provisiones contempladas en el TPP lo que hacen es restringir la competencia y aumentar los precios para todos los consumidores del mundo, una anatema al libre comercio.

El TPP va a permitir que la industria farmacéutica siga construyendo sus monopolios basados únicamente en la protección que le otorga las patentes manteniendo fuera del mercado la competencia de medicamentos genéricos y bloqueando la introducción de medicamentos de biosimilares.

El TPP y el TTIP con Europa buscan también crear una supra justicia por encima de los Estados. El objetivo es replicar el sistema creado por la industria del Tabaco en los EEUU que bajo acuerdos concretos para resolución de conflictos buscó crear un paraguas ara proteger a esta industria contra las regulaciones de los Estados destinadas a combatir el flagelo del tabaco en la salud.

Bajos estos acuerdos de resolución de conflictos las empresas podrán tener el derecho de acudir a tribunales de arbitraje privados para exigir compensaciones a los países que regulen contra sus intereses y cuyas regulaciones reduzcan sus expectativas de beneficios.

Proteger a la empresa privada es necesaria para fomentar la inversión cuando los Estados carecen de sistemas judiciales fiables. Pero el argumento es una estupidez cuando se busca imponer este mecanismo de resolución de conflictos sobre un sistema judicial de calidad como el Europeo o el Japonés. Una cosa es proteger la inversión extranjera contra la expropiación arbitraria y otra muy distinta obligar a compensar a las empresas cuando se les aplica una regulación para evitar que causen daño los ciudadanos de un país.

Aún a día de hoy Philip Morris International tiene demandas abiertas contra Australia e Uruguay porque estos países regularon que las cajetillas de tabaco debían llevar advertencias sobre el impacto que tiene fumar sobre la salud. Bajo la nueva supra justicia que quiere establecer el TPP y el TTIP los países deberían indemnizar a las compañías tabaqueras si estos países deciden introducir nuevas advertencias en las cajetillas de tabaco.

Esta nueva supra justicia complicarán mucho la acción de muchos gobierno para llevar a cabo funciones básicas cómo la de proteger la salud de sus ciudadanos, proteger el medioambiente o asegurar la estabilidad económica.

Imaginad que hubiera ocurrido si está supra justicia hubiese entrado en acción antes de que se descubrieran los efectos letales de los asbestos. En lugar de cerrar las fabricas de estos materiales y forzar a que indemnizaran a la víctimas serían los estados los que tendrían que haber indemnizado a los fabricantes por matar a sus ciudadanos. El Estado y sus ciudadanos pagarían dos veces. Primero con los muertos y los costes sanitarios y después para indemnizar a los fabricantes que utilizan asbestos en sus materiales por las pérdidas ocasionadas por regular el uso de un material peligroso.

Estas salvajadas son las que suelen salir cuando un acuerdo se hace de espaldas a la luz pública y es dirigido casi exclusivamente por lobbies. Ahora una vez los lobbies de diferentes países han llegado a un acuerdo tras 5 años de negociaciones este será puesto sobre las meses de los congresistas de cada país para que en su ignorancia y en tiempo exprés lo ratifiquen.   FUENTE

Vía Project Sindicate

No hay comentarios:

Publicar un comentario