En un artículo publicado el jueves, The Washington Institute for Near East Policy aborda las dimensiones del poder militar del Ejército yemení, apoyado por Ansarolá, para defenderse ante las agresiones de Arabia Saudí y sus aliados, que desde marzo de 2015 están llevando a cabo una campaña brutal de agresión contra el país más pobre del mundo árabe.
El texto se refiere al ataque misilístico efectuado el pasado 25 de marzo contra la monarquía árabe, cuando Ansarolá atacó Arabia Saudí con 18 aviones no tripulados (drones) y ocho misiles balísticos, alcanzando objetivos tan lejanos como la provincia Oriental y la costa del mar Rojo.
Este tipo de ataques se están convirtiendo en una ocurrencia semanal, lo que subraya un mayor poder de misiles y drones de Yemen, así como un aumento en alcance de dichas armas, que permitiría a las fuerzas yemeníes atacar objetivos más lejanos como los territorios ocupados por el régimen israelí debido a su enemistad hacia este país árabe, añade.
Además, indica que, durante los seis años de la guerra impuesta en su contra, los yemeníes han mejorado su poder misilístico en tres ámbitos: el desarrollo de sistemas iniciales, la producción de nuevos sistemas y el aumento de sus capacidades para intensificar los ataques contra el enemigo saudí.
Por otro lado, hace alusión a los avances de las fuerzas yemeníes en la provincia de Marib (centro-oeste) y asevera que eso no es beneficioso para EEUU, ya que, si controlan esta parte, Ansarolá tendría bajo su alcance las partes orientales y sureñas de Yemen.
Por lo tanto, prosigue, Washington debe tomar las medidas necesarias, incluyendo ofrecer más apoyo a la llamada coalición saudí y sus mercenarios en Marib, para impedir tal hecho.
En este sentido, el diario libanés Al-Akhbar notificó el pasado miércoles que las tribus afiliadas a la llamada coalición saudí han advertido de la “caída de la ciudad de Marib dentro de los próximos días”.
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