Bromberg explicó que el aumento en los precios se produjo debido a la expulsión de Turquía del programa, una medida iniciada por el propio Washington en 2019. Al final, resultó que las empresas turcas habían estado produciendo 188 piezas para los motores del avión y lo hicieron a un precio mucho más barato que las empresas que los reemplazaron.
"Estas son algunas de las partes más críticas del motor. Los proveedores de Turquía las tenían de alta calidad y bajo costo. El 75% de ellos han sido calificados por nuevos proveedores. La mayoría de ellos son locales aquí en EEUU", dijo el funcionario de Pratt & Whitney.
Estados Unidos aún no ha calificado a los proveedores para el 25% restante de los detalles fabricados actualmente por las empresas turcas. El Pentágono esperaba terminar el proceso en 2020, pero, de hecho, dependerá de los proveedores turcos durante dos años más hasta que finalicen sus contratos.
Turquía fue excluida del programa del F-35 por Estados Unidos en respuesta a la negativa de Ankara de deshacerse del acuerdo de compra de los sistemas rusos de defensa aérea S-400 con Rusia. La Casa Blanca afirmó que los aviones F-35 encargados por Turquía no pueden volar en el espacio aéreo monitoreado por los S-400, ya que supuestamente son capaces de transmitir la información sobre sus debilidades a Moscú. Tanto Turquía como Rusia han descartado tal posibilidad.
Independientemente, Washington congeló las entregas del F-35 a Ankara y, además de eso, anunció que redirigirá la producción de algunas de las piezas desde Turquía a otros países que participan en el programa. Turquía se encontraba entre los inversores globales en el costoso desarrollo del F-35 y se esperaba que se beneficiaría de la fabricación de sus piezas y encargaría 100 aviones para sí misma.
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