Este retraso se debe a que la luz (de la que están hechas las señales de radio) puede viajar más rápido que el material solar expulsado por el Sol en caso de tormenta. En algunos casos, eventos como el de Quebec hace 35 años, pueden cortar la electricidad durante varias horas o incluso provocar la destrucción masiva de infraestructuras eléctricas si se trata de un evento similar al de Carrington de hace 150 años.
Los científicos son conscientes de este problema desde hace tiempo y no se quedan atrás. A estas alturas de la exploración del sistema solar, hay muchos satélites, como ACE, Wind, IMP-8 y Geotai, que observan el Sol y pueden utilizarse para identificar las erupciones solares.
Saber que una tormenta solar está en camino es sólo una parte de la batalla, señalan los expertos en el artículo publicado en Universe Today. Según ellos, también hay que comprender qué impacto tendrá en la Tierra cuando la alcance. Por ello, los investigadores recopilaron datos de estaciones terrestres, que también se vieron afectadas por algunas de las tormentas detectadas por los satélites.
A continuación, los científicos se pusieron a entrenar un modelo de aprendizaje profundo que llamaron DAGGER y que tiene un rendimiento bastante impresionante en comparación con los algoritmos de predicción existentes que han intentado hacer lo mismo.
Los investigadores, dirigidos por Vishal Upendran, del Centro Interuniversitario de Astronomía y Astrofísica de la India, afirman que el algoritmo puede predecir la fuerza y dirección de una tormenta solar en menos de un segundo y es capaz de hacer predicciones cada minuto. Esto es mucho más rápido que las predicciones hechas por modelos anteriores, que en su mayoría apenas dejaban tiempo de respuesta ante una erupción solar.
Realizar este tipo de predicciones a escala local es extremadamente importante, ya que cada vez que una tormenta solar azote la Tierra, la mitad del globo estará protegida por toda la masa del planeta en lo que se suele llamar estado "nocturno".
Los científicos han observado que el riesgo de tormentas solares destructivas aumenta a medida que se acerca el próximo máximo solar, el pico del ciclo de 11 años de actividad solar. El próximo pico llegará en julio de 2025. La alerta anticipada permitirá tomar medidas para proteger las infraestructuras de una tormenta solar inminente, como apagar temporalmente los sistemas sensibles o trasladar los satélites a otras órbitas, explican los investigadores.
De este modo, las empresas de servicios públicos y comunicaciones dispondrán de varios años para integrar DAGGER en sus sistemas de evaluación de amenazas antes de que se produzcan los fenómenos meteorológicos más graves.
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