El reino considera la perspectiva de paz en su frontera sur "un objetivo más atractivo" en comparación con unirse a cualquier acción naval luego de ocho años de guerra con el movimiento rebelde que sangró las arcas saudíes y contribuyó a llevar a Yemen a una de las crisis humanitarias más agudas del mundo, informó el diario.
El príncipe heredero saudí, Mohammed Salmán Saud, descrito en el periódico como el gobernante "de facto" del reino, quiere transformarlo en un centro de negocios para 2030. Más que eso, busca resolver conflictos y calmar tensiones en todo Oriente Medio, incluso tendiendo la mano a Irán, su rival regional.
Yemen está sumido en un conflicto armado entre las fuerzas gubernamentales y los rebeldes hutíes desde 2014. La situación se agravó en marzo de 2015, cuando la coalición liderada por Arabia Saudita, en colaboración con el Gobierno yemení reconocido internacionalmente, comenzó a realizar operaciones aéreas, terrestres y marítimas contra los hutíes. Estos últimos han tomado represalias atacando a las fuerzas saudíes y lanzando misiles contra Arabia Saudita.
Tras la escalada del conflicto armado entre Israel y el movimiento palestino Hamás en octubre, los hutíes han intensificado sus ataques contra buques de carga vinculados a Israel en el Mar Rojo y el Mar Arábigo, prometiendo continuarlos hasta que Israel ponga fin a sus acciones militares en la Franja de Gaza.
A mediados de diciembre, el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, anunció el establecimiento de una operación multinacional para asegurar el Mar Rojo en medio del aumento de los ataques de los hutíes contra cargueros y afirmó que Reino Unido, Bahréin, Canadá, Francia, Italia, Noruega, Países Bajos y Seychelles participarían en la misión. Los hutíes, por su parte, prometieron atacar cualquier barco que se uniera a la coalición marítima liderada por Estados Unidos.
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