Segunda de Tesalonicenses Capítulo 2
1 Pero con respecto a la venida de nuestro Señor
Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos,
2 que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni
os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera
nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. 3 Nadie
os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía,
y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 4 el
cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto;
tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.
5 ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía
con vosotros, os decía esto? 6 Y ahora vosotros
sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste.
7 Porque ya está en acción el misterio de la
iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea
quitado de en medio. 8 Y entonces se
manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y
destruirá con el resplandor de su venida; 9 inicuo
cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios
mentirosos, 10 y con todo engaño de iniquidad
para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser
salvos. 11 Por esto Dios les envía un poder
engañoso, para que crean la mentira, 12 a fin
de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se
complacieron en la injusticia.
El 28 de junio de 2011, la Alianza Evangélica Mundial (AEM) firmó un documento en conjunto con la iglesia católica romana y con el ecuménico Consejo Mundial de Iglesias (CMI), elaborado durante un espacio de cinco años, con el título “Testimonio cristiano en un mundo de pluralismo religioso – Recomendaciones sobre la práctica del testimonio”. La AEM es la máxima representación de las iglesias evangélicas del mundo entero.
La primera parte del documento, “Una base para el testimonio cristiano”, contiene muchas declaraciones correctas y bíblicamente fundadas, como estas: “El ejemplo y la enseñanza de Jesucristo y de la Iglesia primitiva tienen que guiar la misión cristiana.” – “Los cristianos afirman su responsabilidad de dar testimonio de Cristo, pero saben que la conversión es, en última instancia, obra del Espíritu Santo (véase Juan 16:7-9; Hechos 10:44-47).”
Sin embargo, llama la atención que el documento no contiene ninguna definición de palabras claves como “evangelio”, “testimonio”, “misión”, o “conversión”. Quien está familiarizado con la literatura del CMI, sabe que esta organización da a las palabras mencionadas un significado muy diferente de lo que tienen en la Biblia. Por ejemplo, acerca de la “conversión”, una teóloga del CMI dice:
“La metanoia — la conversión — nos obliga a aceptar la ambigüedad de la existencia humana: esa ambigüedad que hace que seamos santos y pecadores al mismo tiempo. (…) Ensuciémonos las manos tendiéndolas para alcanzar la mano del otro, la mano que hace vacilar las bases de nuestras verdades y de nuestras certezas. Sólo así podremos darnos cuenta que el otro es el santo con rostro de Dios.Entonces, para el CMI, “conversión” no tiene nada que ver con arrepentirse del pecado y volver al Dios verdadero. Al contrario, desean volver “a lo divino que hay en nosotros, en los otros y en la naturaleza” – un concepto mas bien panteísta y pagano que cristiano.
Por eso, nos volvemos a Dios, a lo divino que hay en nosotros, en los otros y en la naturaleza.”
(Wanda Deifelt, Exposición en la asamblea mundial del CMI en Harare, 1998)
Si los líderes de la Alianza Evangélica Mundial firmaron este documento sin insistir en una definición bíblica de “conversión”, “evangelio”, etc, significa que están aceptando silenciosamente las definiciones del CMI.
Además, en la “base para el testimonio cristiano” del CMI faltan algunos conceptos esenciales: el hecho de que el Dios de la Biblia es efectivamente el Dios verdadero; que el testimonio y la evangelización cristiana tienen el propósito de llamar al arrepentimiento y a volver al Dios verdadero; que el testimonio incluye no solamente el amor de Dios, sino también Su justicia y juicio; etc. Al dejar de un lado estos puntos tan importantes y serios, el cristianismo es presentado como una opción religiosa entre muchas; se le quita toda la seriedad del hecho de que la salvación o perdición eterna de cada persona depende de su actitud frente a Cristo.
Puesto que el título del documento habla de “pluralismo religioso”, la intención de estas omisiones es clara: Se desea presentar al cristianismo desde esta perspectiva pluralista y relativista, negando que se trata del único camino hacia la salvación.
La segunda parte del documento tiene el título “Principios”. Aquí también encontramos varios puntos con los que todo evangélico estaría de acuerdo: “Actuar en el amor de Dios” – “Imitar a Jesucristo” – “Libertad de religión y de creencia” y rechazo de la persecución por razones religiosas – “Respeto a toda persona”, etc.
Sin embargo, algunos otros puntos permiten una amplia gama de interpretaciones. Como por ejemplo, cuando dice: “La explotación de la pobreza y la necesidad no tiene cabida en la acción cristiana. Los cristianos tienen que denunciar toda forma de seducción y abstenerse de caer en ella en sus acciones de servicio, en particular, los incentivos y las recompensas financieras (…) y velando por que no se exploten la vulnerabilidad de las personas y sus necesidades de curación.” – ¿En qué momento dirá el CMI que estamos “explotando la pobreza y la necesidad” de otros? Claro es, existen ejemplos donde grupos cristianos han actuado con falta de integridad, y es correcto denunciar eso. Pero por el otro lado, ¿el CMI lo interpretará como “seducción” y “explotación” (como ya lo han hecho ciertos medios de comunicación) cuando p.ej. unos cristianos organizan una campaña médica y allí anuncian el evangelio a los pacientes en la sala de espera?
Y como último de los 12 “principios”, el documento introduce el tema favorito del CMI: “Construir relaciones interreligiosas”: “Los cristianos deben continuar edificando relaciones de respeto y de confianza con creyentes de otras religiones con objeto de facilitar el entendimiento, la reconciliación y la cooperación recíprocos más profundos por el bien común.”
Nadie estará en contra del “edificar relaciones de respeto y de confianza”. Pero ¿qué entiende el CMI con “reconciliación” (con creyentes de otras religiones)? Miremos no más como lo hace el propio CMI en sus asambleas mundiales: Invita regularmente a representantes de otras religiones, para que los participantes de la asamblea (los que se llaman cristianos) participen en sus ritos. En cambio, según mi conocimiento, el CMI nunca ha llamado a un representante de otra religión a que deje atrás su falsa religión y se vuelva a Cristo. “Reconciliación” con otras religiones significa, según el CMI, que los cristianos les pidamos perdón por haberles dicho que Cristo es el único camino, y que en cambio nos volvamos “abiertos” para los caminos de las otras religiones. ¿¿Y los líderes de la Alianza Evangélica Mundial firmaron esto??
La tercera parte del documento presenta seis “Recomendaciones”. Aquí se repite el llamado a construir “relaciones de respeto y confianza con creyentes de todas las religiones”, y se precisa: “… en particular a nivel institucional entre las iglesias y otras comunidades religiosas, entablando un diálogo interreligioso permanente como parte de su compromiso cristiano.”
O sea, los liderazgos evangélicos deben construir relaciones “a nivel institucional” con la Fraternidad Musulmana, con monasterios budistas y con la jerarquía católica romana – ¿para qué? ¿Acaso para “evangelizar” el mundo conjuntamente en el nombre de Alá, de Buda y de María? – En documentos anteriores, el CMI ha dicho claramente lo que entiende con “diálogo interreligioso”. Por ejemplo:
“Algunos cristianos pueden incorporar rituales, lecturas, y tradiciones hímnicas de otra religión en su propia liturgia y adoración, p.ej. adoptando lecturas de Escrituras hindúes y otras …”A diferencia de algunos otros documentos del CMI, el “Testimonio cristiano en un mundo de pluralismo religioso” (todavía) no contiene restricciones explícitas para la evangelización. Pero establece un precedente peligroso para que en el futuro, las actividades evangelísticas y misioneras de los evangélicos tengan que sujetarse al consenso del movimiento ecuménico y del Vaticano. Y la Alianza Evangélica Mundial ha señalado claramente con su firma, cual será su camino de aquí en adelante: el ecumenismo.
(En: “¿Qué diferencia hace la pluralidad religiosa?”, Instituto Ecuménico de Bossey, CMI, 1999)
Ahora es el tiempo para que aquellas iglesias evangélicas que todavía desean marcar una clara distancia hacia el ecumenismo, establezcan una señal igualmente clara y se desafilien de sus respectivas “Alianzas Evangélicas” y “Consejos de Iglesias”.
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