Esto en respuesta a la autorización a los aviones de la OTAN desplegados en Siria e Irak de poder derribar a los aviones rusos, ademas de por el envió de sistemas portátiles antiaéreos a los terroristas por parte de Estados Unidos y compañia
La decisión de Putin de ordenar a sus cazas derribar los aviones norteamericanos que suministren armas y pertrechos de guerra al Estado Islámico y al denominado “Ejército Libre de Siria” ha creado una tensión extrema entre Estados Unidos y Rusia que no se vivía desde la crisis de los misiles en Cuba en 1962.
Para llevar a cabo los ataques contra los aviones de suministros norteamericanos, Putin ha autorizado al Ministerio de Defensa el envío a Siria de 30 cazabombardeos Sukhoi SU-30 de combate aire-aire, que se unirán al medio centenar de aparatos ya desplegados en la base siria de Latakia.
Tan drástica decisión ha sido tomada después de que Moscú comprobase que Estados Unidos suministra en grandes cantidades armamento y pertrechos de guerra a los yihadistas del Estado Islámico y al denominado “Ejército libre de Siria”, brazo armado de la oposición al régimen del presidente Bashar al-Asad.
En apenas dos semanas de bombardeos, la fuerza aérea rusa ha destruido el 40% de las infraestructuras y puestos de mando del Estado Islámico y del Frente Al-Nusra, algo que en año y medio no había logrado Estados Unidos.
Los pilotos norteamericanos y aliados recibieron la orden de no atacar al Frente Al-Nusra
Poco a poco trasciende que, en realidad, el Pentágono ha retrasado la derrota del Estado Islámico al tiempo que difundía una versiónmanipulada de la campaña militar ocultando que apoyaba a los combatientes yihadistas para que dirigiesen sus ataques contra el ejército de Damasco y facilitar así la caída del dictador Al-Asad.
Prohibido atacar a Al Qaeda
La revista francesa “Le Canard Enchaîné” desvela en su edición del 6 de octubre que desde hace más de un año los pilotos norteamericanos y de los países de la coalición que operan en Siria e Irak recibieron la orden de no atacar al Frente Al-Nusra, la filial siria de Al Qaeda.
“Turquía (miembro de la OTAN), Arabia Saudí y Qatar (aliados y clientes de EEUU y Francia) arman y financian este Ejército de la Conquistas”, asegura la publicación gala.
Los cuatro ejes de la “línea roja”
La estrategia desplegada por Washington chocó con los intereses de Rusia, que se ha volcado en la defensa de su aliado el presidente sirio. Putin puso en Siria la “línea roja” que Estados Unidos no debía traspasar. Ésta engloba básicamente cuatro aspectos, según fuentes de inteligencia europeas:
1 - Tartus. Esta base naval en la costa siria es imprescindible para que la Flota del Mar Negro pueda operar en mares abiertos sin depender de un eventual cierre del Bósforo por la OTAN.
2 - Terrorismo yihadista. Moscú necesita derrotar al Estado Islámico en los territorios de Siria e Irak ocupados, y evitar así que los islamistas se extiendan por el Cáucaso ruso.
3 - El pivote sirio. Mantener a Siria como régimen amigo permite a Moscú (además de contar con la base naval de Tartus y la aérea de Latakia) proyectar su presencia en la estratégica región de Oriente Medio y convertirse en un actor regional de primer orden.
4 - Gasoducto Qatar-Europa. Washington planea construir un gran gasoducto que desde el emirato qatarí atraviese Siria y Turquía hasta Europa con el objetivo de asestar un golpe mortal a las exportaciones gasistas rusas, una de las fuentes de financiación de la economía de Rusia.
Todas estas razones impulsaron a Washington a acabar con la dictadura de Bashar al-Asad para establecer un “régimen amigo” que impidiese la presencia rusa y facilitase el tránsito del oleoducto.
Washington trata de emplear en Siria el mismo mecanismo que utilizó para acabar con Gadafi en Libia
El mecanismo empleado por Washington en Siria estaba calcado del que acabó con Muamar Gadafi en Libia. Mercenarios yihadistas como fuerzas de choque (Estado Islámico y Frente Al-Nusra), creación de una fuerza militar paralela (Ejército Libre de Siria), constitución de una plataforma política que agrupe a la totalidad de las fuerzas de oposición (Coalición Nacional para las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria) e intervención de unidades de operaciones especiales para neutralizar las infraestructuras militares y de seguridad. Todo ello, bajo el asesoramiento y coordinación de las agencias de inteligencia norteamericanas, con apoyo británico y abundante financiación de Qatar y Arabia Saudí.
Los yihadistas se refugian en Turquía
Este colosal choque de intereses económicos, estratégicos y militares determinó que Putin decidiese intervenir en Siria facilitando, primero, asesores militares, misiles de defensa aérea de última generación y datos de Inteligencia.
Al comprobar que no era suficiente, a finales de septiembre el dirigente ruso envió a su fuerza aérea para laminar al Estado Islámico. En apenas dos semanas de certeros bombardeos gracias a los datos de inteligencia de los servicios rusos, sirios, iraníes y Hezbollah, los cazas han destruido casi la mitad de las infraestructuras del Estado Islámico y puesto en fuga a miles de islamistas, que se refugian en Turquía.
Pero los servicios de inteligencia observan que Washington sigue facilitando desde el aire armamento, munición y pertrechos al Estado Islámico y al ilusorio Ejército Libre Sirio.
La mayor tensión desde la crisis de los misiles
En este contexto se produce la decisión del presidente ruso de acabar con los suministros, aunque ello suponga un enfrentamiento directo y sin precedentes entre Rusia y Estados Unidos, situación que no ocurría desde la crisis de los misiles en Cuba, en octubre de 1962, el momento de mayor tensión de la Guerra Fría.
Las relaciones Washington-Moscú han sufrido un brusco deterioro tras conocerse hace una semana que tres miembros de las fuerzas deoperaciones especiales estadounidenses que asesoraban al Frente Al-Nusra resultaron muertos por los bombardeos de la aviación rusa.
El escenario de las relaciones entre los militares rusos y norteamericanos es calificado por fuentes de inteligencia europeas de “esquizofrénico”: mientras la célula de coordinación intercambia información sobre los vuelos rusos y norteamericanos para evitar incidentes, miembros de las fuerzas de operaciones especiales estadounidenses resultan muertos por los ataques de la aviación rusa, la CIA prosigue con el suministro de armas a los islamistas y Putin ordena derribar a los aviones norteamericanos… en estos momentos una sola chispa puede prender la mecha de una guerra de consecuencias imprevisibles.
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