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jueves, 7 de noviembre de 2019

Nueva supernación europea: ¿se atreverá Rusia a 'devorar' a su principal aliado?



Ciertos políticos occidentales han expresado preocupación por la posible absorción de Bielorrusia por parte de Rusia. En esta situación, dichos políticos están dispuestos a apoyar al presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, dice un artículo de The Wall Street Journal. De esta manera pretenden obstaculizar la posible unión de ambas naciones.

El próximo 8 de diciembre marca el 20 aniversario de la firma de un acuerdo para la creación del Estado de la Unión. Originalmente se trataba de un proyecto de confederación que habría de aglutinar a Bielorrusia y Rusia. El proceso de creación todavía sigue vigente y busca formar un espacio político, militar y de divisa común. Además, está previsto que en el futuro se unifiquen las legislaciones nacionales. También existen planes para crear un parlamento, un Gabinete de ministros y otros organismos gubernamentales comunes.

La integración entre Moscú y Minsk en el ámbito político ha estado latente a lo largo de las últimas dos décadas. En varias ocasiones hubo intentos de acelerar el proceso de integración política, pero finalmente quedaron en el limbo.

El obstáculo principal es la preocupación de los bielorrusos respecto a su independencia. La posibilidad de absorción de Bielorrusia por parte de Rusia ha sido refutada en reiteradas ocasiones. Incluso el mismísimo mandatario del país bielorruso, Alexandr Lukashenko, confirmó en marzo de 2019 que no creía que Rusia tuviera intenciones de absorber su país.

Sin embargo, Minsk se adhiere por ahora a un enfoque pragmático en cuanto a su futuro en la unión con Moscú. De ahí que haya optado por no precipitarse ni dar pasos en falso.

Mejores aliados

La situación es diferente en el ámbito militar. Ambos países son aliados y forman parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), que incluye también a otros Estados postsoviéticas: Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Armenia. De hecho, Bielorrusia es el único aliado de Moscú en el frente occidental. De ahí su extrema valía.

Esto es muy importante, habida cuenta que los miembros de la OTAN aumentan constantemente su presencia cerca de las fronteras de los dos países. La Alianza Atlántica, por su parte, ve muy importante este territorio porque allí está ubicada la brecha de Suwalki, el nombre otorgado a la frontera entre Lituania y Polonia, el único pedazo de tierra que conecta los países bálticos con el resto del territorio de los miembros del bloque.

En el artículo del WSJ, el autor admite que este territorio es muy vulnerable. Hay que señalar que la frontera polaco-lituana divide el enclave ruso en Europa, la región de Kaliningrado, del territorio de Bielorrusia, aliado clave de Moscú. En otras palabras, la frontera occidental de Bielorrusia es una zona estratégica tanto para Rusia como para la OTAN.

En la actualidad, Bielorrusia alberga dos instalaciones militares rusas, un radar y un centro de comunicaciones de la Armada. Rusia, a su vez, suministra a su aliado una gran variedad de armamento. La mayor parte de estos suministros se comercializa con un descuento considerable o incluso se entrega de manera gratuita.

Anualmente participan en una gran cantidad de maniobras conjuntas, entre ellas Zapad y Hermandad Eslava. La alianza de Moscú y Minsk está sellada por decenas de documentos. Los principios están estipulados en el Tratado de Cooperación Militar. Las metas de la política castrense común tienen un carácter exclusivamente defensivo.

Hasta hace poco se barajaba la posibilidad del despliegue de una base militar rusa en el territorio bielorruso. No obstante, la autoridad bielorrusa declinó finalmente la propuesta. Ya en 2015, Lukashenko dijo que ni Minsk ni Moscú necesitaban una instalación militar allí.

El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, declaró que es "un episodio desagradable", pero recordó que el mandatario bielorruso había señalado en numerosas ocasiones que las Fuerzas Armadas de Bielorrusia ya protegen el territorio común.

Otra cuestión pendiente es el futuro de la divisa común. Lukashenko indicó en 2019 que debería ser el rublo, pero no el ruso ni el bielorruso, sino uno de nuevo cuño. La razón principal tras el retraso en su introducción son las discrepancias en cuanto a la transición a la nueva moneda. Bielorrusia insiste en que le indemnicen por el rechazo a su actual moneda nacional y quiere tener derecho a emitir la nueva.

Preocupación en Occidente

La integración profunda entre Moscú y Minsk apenas conviene a los países occidentales, especialmente a los miembros de la OTAN. El artículo del WSJ cita al canciller polaco, Jacek Czaputowicz, quien afirmó que la situación es "seria", dado que Rusia podría obligar a Bielorrusia a entrar en la unión.

Czaputowicz subrayó que la prioridad es "preservar la independencia" de Bielorrusia. Sin embargo, Moscú jamás ha atentado contra la soberanía de su aliado y subraya que el proyecto de Estado de la Unión no menoscabará dicha independencia.

El autor de la publicación puso de relieve que la "absorción" del país eslavo puede alterar el equilibrio de poder en Europa. Pero la verdad es que la expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia y Bielorrusia ya lo ha alterado, y lo que Moscú y Minsk tratan de alcanzar es un espacio común que sirva para el bienestar de ambos. Es decir, quieren protegerse a sí mismos, ni más ni menos.

Mientras tanto, en septiembre pasado, las partes ya rubricaron el programa de integración, así como aprobaron una lista de 31 hojas de rutas en diferentes ámbitos. Lukashenko propuso aprobar la profundización de la integración para el 20 aniversario de la firma del tratado de creación de la Unión. Poco a poco el proceso de la integración progresa y el interés de la parte bielorrusa es evidente.

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