Los intereses y las desconfianzas entre los actores preeminentes paralizan la posibilidad de una intervención multinacional
Sin duda que el conflicto que desde hace casi dos años padece el país de Oriente Próximo es de naturaleza intraestatal, puesto que, en efecto, se trata de una confrontación entre actores internos: por un lado, las fuerzas pertenecientes al Estado sirio; por otro, la insurgencia siria. Más allá de los apoyos estatales externos que reciben una y otra parte, la lógica del conflicto es intraestatal.
Sin duda que el conflicto que desde hace casi dos años padece el país de Oriente Próximo es de naturaleza intraestatal, puesto que, en efecto, se trata de una confrontación entre actores internos: por un lado, las fuerzas pertenecientes al Estado sirio; por otro, la insurgencia siria. Más allá de los apoyos estatales externos que reciben una y otra parte, la lógica del conflicto es intraestatal.
Sin embargo, la imposibilidad de alcanzar un cese de la violencia
obedece a una lógica interestatal, puesto que los actores preeminentes,
es decir, aquellos con capacidad efectiva de influencia sobre el curso
de los acontecimientos, mantienen diferencias hasta el momento
insuperables.
Dichas diferencias están relacionadas con el “modo de gestión”
internacional de este tipo de conflicto “de pueblos”, aunqueen verdad
van más allá del mismo: las diferencias obedecen a cuestiones que
provienen del propio desenlace del conflicto de orden interestatal
bipolar del siglo pasado, y que hasta la fecha no han sido superadas,
como asimismo también a percepciones interestatales relativas a
cuestiones básicamente geopolíticas.
Efectivamente, los vetos de Rusia y China en el Consejo de Seguridad de
la ONU indican claramente la negativa de ambos actores preeminentes a
que se repita en Siria la “trama libia”, es decir, que el deber de
injerencia para proteger al pueblo no se transforme (en los hechos) en
deber de injerencia para apoyar a la insurgencia, debilitar el poder
militar del régimen y, finalmente, lograr la caída de éste.
Pero si ampliamos el enfoque más allá de las cuestiones relacionadas
con las diferencias internacionales sobre el conflicto intraestatal,
podremos comprobar que existen procesos más decisivos (aunque menos
visibles) que nos pueden ayudar a comprender la parálisis de la
comunidad internacional frente al conflicto de Siria.
Rusia: no más deshonra
En 2005, con motivo del 60 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial
el presidente Vladimir Putin pronunció un discurso que contenía una
fuerte advertencia: “El fin de la Unión Soviética fue una catástrofe
geopolítica, pues no solamente se perdió la Guerra Fría, sino que la
Federación Rusa, su heredera, puede perder, además, lo que consiguió en
la Gran Guerra Patriótica”.
Las palabras del mandatario ruso fueron una suerte de conclusión
respecto de lo que para Moscú había sido la política de cooperación de
Estados Unidos para con Rusia desde principio de los años noventa: aquel
país no había basado su política en un auténtico patrón de
reconocimiento y colaboración internacional, sino en un patrón que
mantenía los términos de victoria de uno y derrota del otro que,
incuestionablemente, implicó el desenlace de la contienda bipolar. En
otros términos, aunque se sostuvo que la relación se fundaría en la
cooperación (hasta se habló de “asociación estratégica”), Estados Unidos
llevó adelante una política de cooperación,pero desde lógicas de poder
que implicaron maximización de sus intereses nacionales y debilitamiento
de los de Rusia.
Por caso, a pesar de que existía una promesa de no expansión de la OTAN
hacia Este, promesa sobre la que se habría pactado el final de la
contienda bipolar, la OTAN no solamente se amplió a los países del Este,
sino que dejó abierta la posibilidad de hacerlo al “Este del Este” de
Europa, decisión que, de llevarse adelante, implicaría lisa y
llanamente la ruptura del histórico y fundamental activo estratégico de
Rusia: la profundidad estratégica.
Moscú considera que en Siria se mantienen estos patrones de
predominancia estratégica occidental: aunque Rusia ya no es el actor
prácticamente irrelevante e impotente de los años noventa, percibe que
Occidente no solamente se resiste a reconocer sus intereses, sino que se
niega a incluirla en el espacio natural de potencias preeminentes, es
decir, actores que, en función de su construcción de poder, alcanzan
capacidad de deferencia o de consulta de parte de los demás. En otros
términos, “lo que se había conseguido en la Gran Guerra Patriótica”,
recordando las palabras de Putin.
Por ello, el especialista ruso Serguéi Karagánov ha
sido suficientemente claro cuando sostuvo que cuestiones como la
ampliación de la OTAN significan que “Estados Unidos no salió de la Guerra Fría
Pese a que el enfrentamiento quedó atrás, se lo está sustituyendo por
un nuevo punto muerto: Rusia por un lado, Estados Unidos por otro”.
China: más consulta
En cuanto a China, si bien la negativa de este país en el Consejo de
Seguridad no está relacionada con el desenlace del conflicto de Guerra
Fría, la misma sí se debe a la percepción de falta de deferencia y
adopción de decisiones inconsultas que percibe Pekín en torno a la
defensa y promoción de los intereses geopolíticos estadounidenses en
espacios de intereses directos de China.
Para el preeminente actor asiático, su autopercepción de única
superpotencia lleva a Estados Unidos a moverse globalmente y desempeñar
un papel de “pacificador”, según la expresión de John Mearsheimer, en
áreas siempre geopolíticamente sensibles. Para especialistas chinos como
ZhibinGu, se trata de una visión y práctica que
prescinde de la concepción oriental conocida como “mentalidad de poder
global”, que consiste en establecer más “más consulta y diálogo” con
los poderes regionales.
De modo que si bien existen cuestiones relativas a cómo encarar el
involucramiento multilateral en el conflicto intraestatal sirio, como
asimismo razones relativas a intereses geopolíticos y geoeconómicos en
la región (sobre todo los de Rusia en torno a la “plaza” naval y a las
transacciones de armamentos), la parálisis internacional frente a una
guerra que ya costó la vida a más de 50.000 sirios necesariamente debe
ser evaluada en función de los reparos, los intereses y las
desconfianzasque tienen lugar en el segmento interestatal mayor, es
decir, en el círculo de los actores preeminentes.
Por Dr. Alberto Hutschenreuter
Ciudad de Buenos Aires
Argentina
www.equilibriumglobal.com
http://actualidad.rt.com/blogueros/alberto-hutschenreuter/view/84712-siria-primacia-orden-interestatal
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Argentina
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