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jueves, 14 de noviembre de 2013
La experiencia del transbordador soviético Burán se aprovechará sin falta
Foto: RIAN
Hace veinticinco años, el 15 de noviembre de 1988, tuvo lugar un hecho sin precedente en la historia de la cosmonáutica mundial. Desde el cosmódromo de Baikonur fue lanzado el transbordador espacial Energía-Burán. El gigantesco transbordador soviético realizó un vuelo completamente automático, que posteriormente fue insertado en el Libro Guinness de los Récords.
Esta criatura de la Guerra Fría, creada en contrapeso al transbordador norteamericano (Space Shuttle), que según analistas soviéticos podía lanzar cargas nucleares sobre Moscú desde la órbita terrestre, estaba destinada a nivelar las posibilidades de destrucción recíproca de las dos superpotencias, subrayó a La Voz de Rusiael académico de la Academia de Cosmonáutica de Rusia, Alexánder Zhelezniakov:
—Burán se diseñó exclusivamente como sistema de lanzamiento de estaciones orbitales pesadas con fines militares. Era una respuesta peculiar al programa norteamericano Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE), comúnmente conocida como La Guerra de las Galaxias, que en aquellos años era promovida activamente allende el océano. El Burán fue creado para no quedar totalmente indefensos ante un posible despliegue por EEUU de sus sistemas de combate en el espacio extraterrestre.
Pero poco antes de que el Burán estuviese listo para volar la situación en el mundo cambió, comenzó un proceso de distensión entre Moscú y Washington, mientras que economía de la Unión Soviética iba en picado. En tales condiciones, los militares dieron las espaldas al transbordador espacial, a la vez que la cosmonáutica civil no estaba en condiciones de desarrollar el Burán, apunta el director de la revista Nóvosti Kosmonávtiki (Noticias de la Cosmonáutica), Igor Marinin:
—A fines de los años 80 la economía soviética estaba tan deteriorada que ese salto arruinó los demás sectores de la cosmonáutica. El hecho de que el Burán no fue explotado en adelante obedecía a la falta de recursos para elaborar una carga útil tanto para el Burán como para el cohete portador. El cohete Energía, sin ayuda del Burán, podía llevar al espacio satélites con una masa de hasta cien toneladas. Ese tipo de satélite requiere diez años para ser construido. Pero Energía debía volar varias veces al mes. El Burán podía llevar hasta treinta toneladas de carga. ¿Pero de dónde sacar tales satélites?
Paulatinamente los estadounidenses también renunciaron a su transportador. El programa Space Shuttle, posesionado por EEUU como el sistema menos costoso y el más seguro para llevar cargas útiles al espacio, en realidad, resultó ser extremadamente costoso y poco aplicable.
Así las cosas, la humanidad se deshizo de los transbordadores, no hay tareas que deban resolver en el espacio esos gigantescos sistemas alados. No obstante, el sector de la cosmonáutica relacionado con los transbordadores espaciales tiene futuro, pero se desarrolla en otra dirección, sostiene el experto militar Konstantín Bogdánov:
—Restituir el sistema Energía-Burán no tiene ningún sentido. La práctica mundial, igual que nuestra propia práctica, demuestran que el desarrollo de los transbordadores espaciales se encaminó por el cauce del perfeccionamiento de las naves espaciales recuperables tipo Soyuz o Apolo. De hecho, estos aparatos son esos mismos módulos de descenso pero de uso múltiple. En estas condiciones, los shuttles son costosos y complicados en la explotación.
La suerte corrida por el Burán resultó penosa. Tras realizar su primer y único vuelo, para siempre quedó anclado en tierra. En 1993 el programa fue cerrado definitivamente y la nave espacial quedó relegada al olvido en su hangar. Años después el techo del edificio se desplomó y enterró al único ejemplar que voló al espacio y al cohete portador. Pero el potencial científico acumulado durante la creación del Burán y los descubrimientos e inventos, que se adelantaron a su tiempo, aún encontrarán su lugar en la cosmonáutica rusa, afirma Alexánder Zhelezniakov:
—Muchas cosas que se hicieron entonces tendrán demanda con el tiempo. Ojalá que sea lo antes posible. Durante el diseño de naves espaciales en el futuro sin falta se aprovechará la experiencia del Burán. Todos esos diseños, todo el potencial no se desperdiciarán.
Aún nos acordaremos de él no solo como nuestro pasado histórico, sino también como el precursor de la nueva generación de ingenios espaciales, añadió Alexánder Zhelezniakov. Quién sabe, quizás alguna vez en la órbita terrestre aparezca una nave espacial con la inscripción Burán a bordo.
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