El Kremlin ha dejado claro que sólo desplegará sus tropas en el extranjero "exclusivamente a petición y de acuerdo con las autoridades sirias o los Gobiernos de otros países de la región" y siempre que se trate "de ayudarles en la lucha contra el terrorismo".
Al Assad podría dirigirse al presidente ruso, Vladímir Putin, en virtud del acuerdo de amistad y cooperación suscrito por ambos países en 1980, señalan los expertos.
Uno de los puntos del acuerdo señala que, en caso de que "surja una situación que amenaza la paz y seguridad", las partes "entablarán de inmediato contactos para coordinar sus posiciones y su cooperación para eliminar las amenazas y restablecer la paz".
"Para no tener que combatir con ellos aquí (en Rusia), hay que derrotarles allí", en Siria, señalan los expertos, ya que Moscú maneja informes sobre los planes de los grupos terroristas de atacar objetivos en Rusia, Europa y Asia Central.
Militares e instructores rusos ya asesoraron al Ejército sirio en las guerras contra la entidad sionista en 1967 y 1973, aunque no participaron directamente en los combates.
En realidad, sobre el terreno ya han sido desplegadas varias compañías de infantes de marina, cuyo cometido es garantizar la seguridad de dos bastiones estratégicos: la base naval rusa de Tartus y el aeropuerto de Latakia.
Por el momento, Putin asegura que Moscú seguirá suministrando armamento a Damasco en su lucha contra "la agresión terrorista".
"Si Rusia no hubiera apoyado a Siria, la situación en ese país sería peor que en Libia, y el flujo de refugiados sería aún mayor", afirmó.
El ministro de Exteriores sirio, Walid Muallem, afirmó esta semana que, en caso de necesidad, Damasco pedirá ayuda a su principal aliado, aunque destacó que, "por el momento, el Ejército sirio es capaz" de hacer frente a su enemigo y se limitó a pedir más armamento para combatir a los terroristas.
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