El Cardenal Jorge
Mario Bergoglio, desde el 13 de marzo de 2013 Papa Francisco, y el Rabino Abraham Skorka, rector del
Seminario Rabínico Latinoamericano, son dos tenaces promotores del diálogo
interreligioso, a través del cual buscan construir horizontes comunes sin
diluir las particularidades que los caracterizan. Sobre el cielo y la tierra es el resultado de una serie de
profundas conversaciones que mantuvieron de manera alternada en la sede del
Episcopado y en la comunidad judía Benei Tikva. En sus encuentros transitaron
las más variadas cuestiones teológicas y terrenales. Dios, el fundamentalismo,
los ateos, la muerte, el Holocausto, la homosexualidad, el capitalismo, son
apenas un puñado de los temas en los que dan a conocer sus opiniones el nuevo líder
de la Iglesia católica y el prestigioso rabino Skorka.
Libro: Sobre
el Cielo y la Tierra
Bergoglio - Skorka, 2010
EL FRONTISPICIO COMO
ESPEJO
Por Jorge Bergoglio
El Rabino Abraham Skorka hizo referencia, en un escrito, al
frontispicio de la Catedral Metropolitana que representa el encuentro de José
con sus hermanos. Décadas de desencuentros confluyen en ese abrazo. Hay llanto
de por medio y también una pregunta entrañable: ¿aún vive mi padre? No sin
razón, en los tiempos de la organización nacional, fue puesta allí esa imagen:
representaba el anhelo de reencuentro de los argentinos. La escena apunta al
trabajo por instaurar una «cultura del encuentro». Varias veces aludí a la
dificultad que los argentinos tenemos para consolidar esa «cultura del
encuentro», más bien parece que nos seducen la dispersión y los abismos que la
historia ha creado. Por momentos, llegamos a identificarnos más con los
constructores de murallas que con los de puentes. Faltan el abrazo, el llanto y
la pregunta por el padre, por el patrimonio, por las raíces de la Patria. Hay
carencia de diálogo ¿Es verdad que los argentinos no queremos dialogar? No lo
diría así. Más bien pienso que sucumbimos víctimas de actitudes que no nos
permiten dialogar: la prepotencia, no saber escuchar, la crispación del
lenguaje comunicativo, la descalificación previa y tantas otras.
El diálogo nace de una actitud de respeto hacia otra
persona, de un convencimiento de que el otro tiene algo bueno que decir; supone
hacer lugar en nuestro corazón a su punto de vista, a su opinión y a su
propuesta. Dialogar entraña una acogida cordial y no una condena previa. Para
dialogar hay que saber bajar las defensas, abrir las puertas de casa y ofrecer
calidez humana.
Son muchas las barreras que en lo cotidiano impiden el
diálogo: la desinformación, el chisme, el prejuicio, la difamación, la
calumnia. Todas estas realidades conforman cierto amarillismo cultural que
ahoga toda apertura hacia los demás. Y así se traban el diálogo y el encuentro.
Pero el frontispicio de la Catedral todavía está allí, como
una invitación.
Con el Rabino Skorka hemos podido dialogar y nos ha hecho
bien. No sé cómo empezó nuestro diálogo, pero puedo recordar que no hubo muros
ni reticencias. Su sencillez sin fingimiento facilitó las cosas, incluso que le
preguntara, después de una derrota de River, si ese día iba a cenar cazuela de
gallina.
Cuando me propuso publicar algunos diálogos nuestros, el «sí»
me salió espontáneo. Reflexionando luego, en soledad, la explicación de esta
respuesta tan rápida, pensé que se debía a nuestra experiencia de diálogo
durante bastante tiempo, experiencia rica que consolidó una amistad y que daría
testimonio de caminar juntos desde nuestras identidades religiosas distintas.
Con Skorka no tuve que negociar nunca mi identidad católica,
así como él no lo hizo con su identidad judía, y esto no sólo por el respeto
que nos tenemos sino también porque así concebimos el diálogo interreligioso.
El desafío consistió en caminar con respeto y afecto, caminar en la presencia
de Dios y procurando ser irreprochables.
Este libro testimonia ese camino… a Skorka lo considero
hermano y amigo, y creo que ambos, a lo largo de estas reflexiones, no dejamos
de mirar con los ojos del corazón ese frontispicio de la Catedral, tan decidor
y promisorio.
Cardenal Jorge Bergoglio
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