La semana pasada le informamos en este espacio que China ha “contraatacado” a Estados Unidos por la vía de la venta masiva de bonos del Tesoro, de la que al menos hasta junio pasado era el mayor tenedor. Desde enero de este año, los chinos comenzaron a vender estos valores por medio de su intermediario y custodio –Bélgica-, con lo que se deshizo de 115 mil millones de dólares (mdd).
Esa impresionante cifra sin embargo, quedó opacada con lo que Beijing ordenó liquidar desde la devaluación del yuan el mes pasado: al menos 106 mil mdd, en su mayoría por supuesto, treasuriesestadounidenses.
Dado que un golpe de ese tamaño no pasa desapercibido, autoridades de alto nivel de Beijing se comunicaron con Washington, aunque no se revelaron los contenidos de las conversaciones. Seguramente habrán dicho los chinos que no se trataba de un ataque, sino de una mera estrategia para contener la presión sobre el yuan debido a la enorme fuga de capitales que están padeciendo.
La estrategia china de “defensa” del yuan tiene como propósito además, presionar a la Fed para que no suba las tasas de interés en su próxima reunión de este mes. Si lo logra, es posible que disminuya la presión y la volatilidad en los mercados emergentes, sus divisas y materias primas. Si falla, de todos modos un alza precipitada del dólar podría provocar una venta global de bonos del Tesoro al estilo chino, para contener el colapso de las divisas emergentes.
Si esto ocurre, es de esperar que las tasas de rendimiento de los bonos estadounidenses comiencen a subir, y entonces, el riesgo de un nuevo colapso del mercado inmobiliario como consecuencia podría disparar una nueva fase de compra de bonos por parte de la Fed, un QE4. El resultado sería el mismo: una tensa calma en los mercados globales que presagiará una nueva tempestad.
Pero Beijing podría no solo estar liquidando papeles de deuda americanos, sino también alemanes. Esto a juzgar por el alza en sus rendimientos (o lo que es lo mismo, una caída de sus precios) que se está observando en el mercado de los “bunds”, que ayer llegaron a un máximo de seis semanas.
Esa impresionante cifra sin embargo, quedó opacada con lo que Beijing ordenó liquidar desde la devaluación del yuan el mes pasado: al menos 106 mil mdd, en su mayoría por supuesto, treasuriesestadounidenses.
Dado que un golpe de ese tamaño no pasa desapercibido, autoridades de alto nivel de Beijing se comunicaron con Washington, aunque no se revelaron los contenidos de las conversaciones. Seguramente habrán dicho los chinos que no se trataba de un ataque, sino de una mera estrategia para contener la presión sobre el yuan debido a la enorme fuga de capitales que están padeciendo.
La estrategia china de “defensa” del yuan tiene como propósito además, presionar a la Fed para que no suba las tasas de interés en su próxima reunión de este mes. Si lo logra, es posible que disminuya la presión y la volatilidad en los mercados emergentes, sus divisas y materias primas. Si falla, de todos modos un alza precipitada del dólar podría provocar una venta global de bonos del Tesoro al estilo chino, para contener el colapso de las divisas emergentes.
Si esto ocurre, es de esperar que las tasas de rendimiento de los bonos estadounidenses comiencen a subir, y entonces, el riesgo de un nuevo colapso del mercado inmobiliario como consecuencia podría disparar una nueva fase de compra de bonos por parte de la Fed, un QE4. El resultado sería el mismo: una tensa calma en los mercados globales que presagiará una nueva tempestad.
Pero Beijing podría no solo estar liquidando papeles de deuda americanos, sino también alemanes. Esto a juzgar por el alza en sus rendimientos (o lo que es lo mismo, una caída de sus precios) que se está observando en el mercado de los “bunds”, que ayer llegaron a un máximo de seis semanas.
Gráficos:Bloomberg/Zerohedge
Así que a juzgar por el rastro que dejan los chinos, su avidez por efectivo continúa. Por increíble que parezca, no se han dado cuenta de que tratar de volver a inflar una burbuja es un esfuerzo inútil. Inyectar más liquidez a su sistema financiero no puede terminar bien.
De seguir por esa vía, la desaceleración de su economía empeorará antes que mejorar, y la sangría de capitales los seguiría condenando a futuras devaluaciones. Así sea un “arsenal” el que tienen en reservas –para usar términos de Agustín Carstens, gobernador del Banco de México-, nadie, ni siquiera el banco central con las mayores reservas del mundo tiene más dinero que todo el mercado.
La recomendación sigue vigente: si llega la tensa calma a los mercados emergentes como el nuestro, a nuestra divisa y a las materias primas, será momento de hacer previsiones para lo que venga después. Cuando una nueva recesión global se haga presente, el dólar podría inflarse en burbuja y entonces, disparar oportunidades muy interesantes que en su momento, aquí estaremos comentando.
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