El profesor Knaus, estaba buscando la forma de crear un analgésico que aplacara todos los dolores, hasta los más agudos, con una sola pastilla.
Y en 1981 lo consiguió. En sus ensayos sintetizó un opiáceo y lo llamó W-18. Había logrado crear una sustancia analgésica 10.000 veces más potente que la morfina.
Aunque su labor no fue lo exitosa que esperaba.
Edward Knaus
“Nuestra intención era crear un analgésico milagroso, pero después de las pruebas lo descartamos porque nos dimos cuenta de que tenía potencial de volverse adictivo”, le dijo Knaus al sitio Mclean.com.
Lo cierto es que durante años esta droga, que nunca ha sido probada en humanos de forma documentada, permaneció en los archivos científicos como una investigación fallida. Aparentemente bajo control.
Hasta finales de enero de este año, cuando la Policía de Calgary dio una información alarmante: en 2015 habían hallado en varias requisas la poderosa W-18 en las calles, parte del mercado ilegal de drogas recreativas.
El anuncio, hecho por el portavoz de la policía de Calgary, el sargento Jason Walker, hablaba de pocas píldoras, pero las suficientes para pensar que se trataba de una nueva y muy peligrosa moda.
“Continuamos preocupados de que esta píldora esté en las calles, porque el año pasado tuvimos varios casos de muerte por sobredosis por otro opiáceo, el fentanyl, que de algún modo está relacionado”, le dijo a BBC Mundo el coordinador del equipo antinarcóticos de la policía de Calgary, Martin Schiavetta.
“Hemos enviado varias pastillas que requisamos tras esa primera incautación para que sean analizadas y estamos esperando los resultados”, agregó.
Debido a su efecto -10.000 veces más fuerte que el de la morfina-, el W-18 nunca había sido comercializado o producido de manera legal por alguna farmacéutica.
“La mayoría de las pastillas provienen de China. Y el problema tiene que ver con la disponibilidad y accesibilidad. Nos encontramos con una pastilla 10.000 veces más poderosa que la morfina, pero los traficantes de drogas en la calle no saben lo que están vendiendo”, explicó Schiavetta.
En el último año, solo en la ciudad de Alberta, murieron 213 personas por sobredosis con opiáceos.
LA SORPRESA DEL LABORATORIO
La redada policial donde se incautaron las pastillas tuvo lugar en agosto de 2015. Después del operativo, las autoridades canadienses enviaron las muestras al laboratorio de criminalística para legalizar el decomiso.
Y allí fue donde surgió la sorpresa.
Cuatro meses después recibieron una noticia: contra sus sospechas, tres pastillas de aquella incautación no eran fentanyl, un opiáceo que se ha popularizado en Canadá en los últimos años, sino algo peor, la W-18.
“Nunca ha sido probado en humanos de manera documentada, pero se puede decir que los efectos son similares a los de otros opiáceos potentes, como sueño profundo, euforia, picor e hiperventilación que puede causar la muerte”, señaló Schiavetta a BBC Mundo.
Sin embargo, a pesar de sus efectos devastadores, la W-18 aún no se encuentra dentro de la lista de sustancias prohibidas por el gobierno de Canadá, aunque la organización Health Canada ya pidió su inclusión inmediata.
La crisis de los opiáceos ya se había disparado con el fentanyl, que es 100 veces más poderoso que la morfina y había sido considerado la “droga del verano” por la policía de Calgary, después de la incautación de 21.000 pastillas durante los primeros diez meses de 2015.
El fentanyl ha sido una de las principales causas asociadas a las muertes violentas en Canadá en 2015.
Pero, de acuerdo al reporte de varios medios en el país norteamericano, una de las posibles causas de la aparición de la W-18 es que precisamente la alta mortalidad relacionada con el fentanyl habría bajado la demanda de esta droga… y la búsqueda de otras nuevas.
EL MIEDO A LA HEROÍNA
El temor de este país ante la aparición de una droga nueva y más poderosa tiene una justificación: Canadá es el país con mayor número de prescripciones médicas de opiáceos en el mundo, de acuerdo a un reporte publicado por la provincia de Ontario.
Otros estudios lo colocan en pie de igualdad con Estados Unidos en número de prescripciones per cápita, como bien señala la académica Tara Gomes, epidemióloga del hospital St Michael’s en Toronto, en un estudio de 2014.
En todo caso, el consumo desmedido de opiáceos recetados es una problemática en alza en los dos mayores países de Norteamérica.
Un informe estadístico entre 2009 y 2014 estableció que al menos 655 personas murieron en Canadá como resultado del consumo de fentanyl, sin contabilizar otros opiáceos.
En los últimos 16 años, solo en la provincia de Ontario –en el centro del país y uno de los más afectados por la tendencia-, se cuentan al menos 5.000 muertes por sobredosis con alguna droga recetada.
Las cifras más recientes indican que la tendencia se ha casi duplicado en un término de cinco años.
Para las autoridades canadienses, la crisis nacional de opiáceos y otras drogas ilegales podría estar a punto de dar un nuevo salto, empujado por la sustancia creada por el profesor Knaus hace más de tres décadas en un laboratorio que ahora ha conseguido colarse en las calles.
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