Israel, paralizado ante la venganza de Hezbolá por uno de sus combatientes, lamenta que el movimiento libanés ha probado que sus amenazas no son vacías.
El Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá) confirmó en un comunicado la muerte de Ali Kamel Mohsen en un ataque nocturno que lanzó Israel, el lunes pasado, cerca del Aeropuerto Internacional de Damasco, situado en el sur de la capital homónima de Siria.
Justo una semana después, han reportado choques entre el movimiento libanés e Israel en las fronteras que comparte El Líbano con los territorios ocupados palestinos.
El sionista ultraderechista Avigdor Lieberman, exministro de asuntos exteriores y militares del régimen de Tel Aviv, ha repudiado este lunes la respuesta de Hezbolá por la muerte de un militar suyo.
“Murió un combatiente de Hezbolá en Damasco, paralizaron toda la frontera del norte (…) Desafortunadamente, (el líder de Hezbolá Seyed Hasan) Nasralá ha probado que pone en práctica sus promesas; ojo por ojo, diente por diente”, ha denunciado Lieberman, líder del partido Yisrael Beitenu (“Israel nuestra casa”), según recoge la cadena libanesa Al-Mayadeen.
Atemorizado por el poder destructivo de Hezbolá, Israel ha aprendido a actuar con mucha cautela con los combatientes libaneses que le obligaron, en 2006, a retirarse de las zonas de El Líbano que había ocupado.
Israel, incluso, ha enviado un mensaje a Hezbolá, a través de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para informarle de que no mató a propósito a su combatiente, conforme reveló el sábado Al-Mayadeen.
De hecho, la capacidad militar de Hezbolá para operar armas antibuque avanzadas, en concreto, plantea una seria amenaza para la armada israelí, que ha estado trabajando para mejorar sus contramedidas ante el poderío de la Resistencia libanesa.
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