Tres años después del ataque de Irán a la mayor base militar estadounidense en Irak, se revelan nuevos datos sobre este golpe misilístico de Irán a EE.UU.
La madrugada del 8 de enero de 2020, solo cinco días después del asesinato del teniente general iraní Qasem Soleimani en un ataque con drones perpetrado por EE.UU. en Bagdad (capital iraquí), la base militar estadounidense de Ain al-Asad, en la provincia de Al-Anbar, en el oeste de Irak, fue blanco de una lluvia de misiles iraníes Fateh y Qiam en respuesta a este crimen.Los soldados estadounidenses asentados dentro de la base señalan el alto poder de los misiles iraníes y su precisión y el terror que vivieron aquella noche del ataque.
“Durante los 16 años en el ejército nunca he visto que una fuerza enemiga tuviera un poderío tan devastador”, relata un militar misionado en Ain Al-Asad.
El ex jefe del Comando Central de EE.UU. (Centcom, por sus siglas en inglés), el general Kenneth F. McKenzie, admite que los misiles iraníes “son muy precisos”. “Ellos guiaron los misiles exactamente hasta los puntos que deseaban. Hasta ahora nunca he vivido un ataque de tal magnitud”, indica en la entrevista.
En el marco de una censura sobre el número de muertos y lesionados, la Administración estadounidense, tanto el entonces presidente Donald Trump como su secretario de Estado, Mike Pompeo, redujeron el alcance de las lesiones sufridas por sus solados en el ataque iraní a un dolor de cabeza o conmociones cerebrales muy leves.
Pero ahora se estrena un libro redactado por Pompeo, donde el exsecretario de Estado da nuevos datos. “Después del ataque misilístico de Irán a Ain Al-Asad, varios militares sufrieron lesiones graves”, indica Pompeo en su libro.
Todavía no hay un informe preciso sobre la cifra de las bajas estadounidenses del ataque iraní. En este contexto, un militar estadounidense preguntado en una entrevista respondió que no recibieron “ninguna respuesta” y sus superiores les “ordenaron no comentar al respecto”.
Estados Unidos, que negó en un principio la existencia de víctimas entre sus soldados, confirmó el 16 de enero que 11 habían sufrido lesiones cerebrales traumáticas. No explicaron la razón, pero la cifra se elevó gradualmente a 34 y 50, 64 y 109 y luego a 110.
La represalia iraní se produjo después que EE.UU. pusiera sus tropas y su sistema de defensa aérea en alerta máxima por cualquier posible ataque relámpago desde Irán, pese a todo, no logró interceptar ni uno solo de los 11 misiles iraníes.
Tras el ataque, los expertos militares estadounidenses confirmaron la falsedad de invencibilidad del poder militar estadounidense y calificaron al sistema de defensa antimisil Patriot del país norteamericano, como una broma.
No obstante, las autoridades iraníes han advertido a EE.UU. que el ataque a su base Ain Al-Asad en Irak solo fue una “bofetada” y que Washington debe esperar la venganza definitiva iraní al crimen que cometió al asesinar al general Soleimani, el entonces comandante de la Fuerza Quds, del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán.
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