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viernes, 7 de marzo de 2014

Crimea y las sirenas de la independencia europea


Foto: AFP


En ninguna parte de Europa se siguen con tanta atención los hechos de Crimea, como en Escocia y en Cataluña de España. Para el 18 de septiembre en Escocia, y el 9 de noviembre en Cataluña, están fijados los plebiscitos sobre la independencia.


En tanto, los habitantes de la República de Crimea van a decidir ya el 16 de marzo la cuestión de su estatus, después del golpe de Estado pogromo perpetrado en Kiev. La abrumadora mayoría de la población de la península considera ilegítimas las autoridades de Kiev. El parlamento de Ucrania, la Suprema Rada, ocupada por nacionalistas furibundos, lo primero que hizo fue prohibir el idioma ruso como idioma regional de comunicación en Ucrania.

Hace ya unos trecientos años que las sirenas de la independencia mantienen en desvelo a escoceses y catalanes.

En Escocia, según los últimos resultados de un sondeo de opinión pública, el campamento a favor de la escisión juntaría en septiembre de un 32 a un 37 % de votos. El premier británico David Cameron se opone, naturalmente, a la separación de Escocia, aunque tuvo que aceptar el plebiscito de los escoceses.

Queremos entablar relaciones paritarias de verdad con Gran Bretaña, y no comprendo en absoluto por qué no quieren permitírnoslo, señalaba Alex Salmond, líder del Partido Nacional de Escocia:

–En esta materia tratamos de ser lo más racional posible. Queremos conservar la unión monárquica, como jefe de Estado, conservar la unión social, la unión monetaria. Pero, queremos controlar las contribuciones y los gastos estatales además. Queremos decidir por sí solos si se necesita el arma nuclear en nuestro territorio o no. Queremos decidir nosotros mismos si iremos a combatir en Iraq en una guerra ilegal.

En Cataluña, el ansia de independencia es más fuerte. Pero Cataluña es un caso especial. La Constitución española está estructurada de tal manera que, toda independencia debe ser aprobada por el parlamento y refrendada en una consulta nacional. Resulta problemático que los españoles “dejen irse” a la provincia histórica más rica económicamente en el país. Entre paréntesis, a insistencia justamente del ministro de Exteriores de España, José Manuel García-Margallo, la UE incluye en todas sus declaraciones oficiales sobre la situación en Crimea el punto de la “ilegalidad” de la separación de la República autónoma de Ucrania. Mientras que los catalanes aseveran firmemente que, si la mayoría de ellos va a estar a favor, ellos van a declarar unilateralmente la independencia.

El presidente de la Generalidad de Cataluña, Artur Mas señala que los españoles tergiversan del todo el verdadero cuadro jurídico, y que la autonomía cuenta con todos los derechos legales para “divorciarse” de Madrid. Es cierto que, en todas sus declaraciones oficiales define el referendo de la independencia de “consulta” a la población:

–Ello no tiene nada de ilegal. Solo el Gobierno español afirma que es ilegal, y no es verdad. Hemos determinado cinco cláusulas legislativas a la vez, por las que Cataluña está facultada para organizar y celebrar consultas (sobre la independencia). Y ellas se encuentran de conformidad plena con la Constitución de España.

En cualquier caso, a favor de la “navegación en solitario” se pronuncia en Cataluña del 60 a 70 % de sus habitantes. Los catalanes han efectuado ya tales ensayos varias veces, denominándolos “referendos consultativos”.

Bélgica experimenta también la “doble personalidad” por razón de nacionalidad. Allí hay un 60 % de flamencos y un 31 % de valones francófonos. Hasta ahora no se ha llegado a los referendos, pero los líderes de la comunidad de los neerlandófonos advierten que van a orientarse por los plebiscitos en Escocia y Cataluña. Y posiblemente de Crimea, incluso.

Todos los expertos locales y los organismos centrales del poder en Londres, Madrid y Bruselas declaran que, en sus manos explotaría una verdadera bomba si actuaran de la misma manera que lo hizo en Kiev el “gobierno de la Maidán”. Por cierto que es difícil concebir que Londres elimine el gaélico de Escocia como segundo idioma oficial, y Bruselas implante un tabú al flamenco y al alemán. En Bélgica hay tres idiomas oficiales: el francés, el neerlandés y el alemán. Si las autoridades los sacaran de la circulación, como lo hicieron los ultras en Kiev, a favor de la independencia se pronunciaría no el treinta, cincuenta o sesenta por ciento de los escoceses, catalanes o flamencos, sino el cien por cien. O como lo expresara un periódico de Barcelona, el “doscientos por ciento” de los habitantes de Cataluña.

Sería curioso ver también que resultaría de realizar en algunos estados norteamericanos un ejercicio análogo de proscripción a la Maidan. En EEUU no existe el concepto de idioma estatal oficial nacional. Pero, en muchos estados son declarados oficiales los idiomas del segundo grupo de la población. De suerte que abolir el ruso en Crimea sería para EEUU lo mismo que prohibir en Puerto Rico el español, como segundo idioma oficial del Estado, en Luisiana el francés y el hawaiano en Hawái. O prohibir el uso igualmente oficial, junto con el inglés, del español en California, Florida, Nueva México o Texas. En EEUU hablan en español unos cuarenta millones de personas.

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