Si algo ha dejado en claro la crisis política en Ucrania, es que en materias de reacciones frente a un país poderoso como Rusia, occidente se cuida mucho de tener conductas y realizar acciones, que puedan ocasionar la molestia de Moscú y revertirse en su contra.
No es lo mismo intervenir en Kosovo, Afganistán Irak o Libia, donde la maquinaria política, diplomática y militar de Estados Unidos y sus socios de la OTAN han actuado sin contrapeso, que en Ucrania. País frontera con Rusia, que implica entrar de lleno en lo que el Gobierno de Vladimir Putin considera “parte del mundo ruso” y por tanto sujeto a garantizar su seguridad. Seguridad que tiene un sostén legal como es el Tratado de Partición del año 1997 firmado entre Ucrania-Rusia. Dicho acuerdo permite la presencia de tropas rusas en Crimea y su aumento unilateral, en números significativos y que hacen meditar a los “halcones” de Washington, Londres y Berlín, a la hora de pensar en soluciones militares.
El 70 % de toda la flota rusa del mar Negro se encuentra en Crimea con 25 mil hombres posibles de ampliar “legalmente”. 167 naves que pueden llegar a 388 entre buques antisubmarinos, buques de desembarco, submarinos, cruceros, guardacostas y patrulleras lanzamisiles entre otros. En los aeródromos de Gvardeiski y Sebastopol pueden ser estacionadas 161 aeronaves del tipo Mig-29 (la misma cantidad que posee toda la Fuerza Aérea Ucraniana) a lo cual hay que sumar una media docena de guarniciones militares en Kerch, Feodossia, Simferópol, Perevalne entre otras. Difícil resulta para Estados Unidos criticar la Base naval rusa y lo que pueda realizar en función de sus intereses estratégicos. Ello, porque la V Flota de Washington radica en Baréin y ha ejecutado acciones militares en todo su entorno, sin que ello haya significado condena internacional alguna.
Moscú ha declarado, a través de su presidente Vladimir Putin, el canciller Serguei Lavrov y las autoridades prorrusas de Crimea, que la República Autónoma - en pleno proceso de secesión de Kiev - donde se encuentra situada la ciudad de Sebastopol, sede de la flota rusa del mar Negro, que recibirá todo el apoyo político, económico y militar que puedan otorgar las autoridades rusas. Esto; ante la decisión de las autoridades de Crimea de convocar a un referéndum que permitirá dilucidar si se integra como república federada a Rusia o retoma la constitución del año 1992.
Recordemos que estas resoluciones se dan en el marco de un cambio de gobierno (calificado por Rusia como Golpe de Estado) donde la Rada Suprema (Parlamento ucraniano) depuso al presidente Víctor Yanukóvich y fijo elecciones presidenciales para el 25 de mayo próximo. Además de generar una serie de medidas consideradas atentatorias contra los interés de la población rusoparlante, entre ellas integrar al gabinete de Arseniy Yatsenyuk a miembros del partido Svoboda y una política de persecución a militantes del partido Comunista y el partido de las Regiones, además de fortalecer el ucraniano sobre el ruso.
Según la proclamación independentista, el Congreso de Crimea y la Asamblea Municipal de Sebastopol tomaron esta decisión “partiendo de las disposiciones de la Carta de la ONU y una serie de otros documentos internacionales que establecen el derecho de autodeterminación de los pueblos, y teniendo en cuenta el dictamen sobre Kosovo del Tribunal Internacional de Justicia de la ONU del 22 de julio de 2010, que confirma que la declaración unilateral de independencia no viola el derecho internacional”. A la hora de la secesión concreta, la Duma del Estado ruso ha señalado que estudiará formalmente, el día 21 de marzo, la casi segura petición de las autoridades de Crimea, de adherirse a la Federación de Rusia.
Esta acción generó el inmediato apoyo del Gobierno de Moscú y la condena de Estados Unidos, el gobierno que derrocó al ex presidente Víctor Yanukóvich y los aliados de Washington en la voz del premier inglés David Cameron y la canciller alemana Angela Merkel quienes señalaron, según consignó el portavoz oficial de Downing Street que “el referéndum del 16 de marzo puede ser ilegal y anticipa consecuencias para Rusia si pretende legitimarlo. La prioridad es rebajar la tensión y que Rusia participe de un grupo de contacto lo más pronto posible para abordar la crisis ucraniana”.
El ministro británico de Exteriores, William Hague, fue más allá y sostuvo la pasada semana que la ocupación de Crimea se demostrará "un error de cálculo a largo plazo para Rusia que afrontará consecuencias significativas en cuanto a su influencia global si rechaza entrar en negociaciones con el Gobierno de Kiev” Mientras se daban estas palabras el gobierno de facto ucraniano declaró la alerta máxima del ejército de ese país con el objeto de comprobar la capacidad combativa de sus Fuerzas Armadas. Al mismo tiempo las autoridades de Crimea dieron órdenes de restringir el ingreso al espacio aéreo a la península en vísperas del referéndum del domingo 16 de marzo.
¿Cuáles son las consecuencias que anticipan Washington, Londres y Berlín? El análisis fino indica que son escasas las acciones posibles de implementar, que hagan retroceder a las autoridades rusas en Crimea pero…las fuertes presiones de los sectores más duros de Estados unidos y la OTAN, ligados a los complejos militares-industriales obligan a estas declaraciones y presentarse comunicacionalmente con dureza, a sabiendas que con Rusia difícilmente se podrán ejecutar.
Principalmente porque el oso ruso no es la ex superpotencia debilitada tras la caída de los socialismos reales a partir del año 1989 y que poco pudo hacer para el avance de la influencia occidental y de la OTAN hasta los límites de su territorio. Son las ventajas que otorga el poder enfrentarse de igual a igual a los que desean hegemonizar el mundo.
TRIGO, CEREALES, GAS: UNA MEZCLA EXPLOSIVA
Hoy, Rusia tiene la llave energética en sus manos y eso bien lo saben los europeos que reciben de tierras rusas el 30 % de sus necesidades de gas, del cual el 60 % pasa por territorio ucraniano, además de una impronta regional que le permite ser garante de la paz en Medio Oriente y detener los ímpetus de intervención militar directa de Occidente en Siria. Rusia no permitirá que su presencia en Crimea y su influencia en las áreas del sur y del este de Ucrania, donde la población rusoparlante es mayoritaria, le sea discutida. Se une a lo señalado la importancia agroalimentaria de Ucrania y Crimea en particular con la producción de trigo y cereales.
El Departamento de Estado norteamericano ha estimado que Ucrania abastece el 17 % del total de trigo y maíz que consume el mundo, convirtiéndose en el tercer producto tras Estados Unidos y Argentina. Producción que pasa en un 90 % por el puerto de Sebastopol.
Para el columnista del Diario la Jornada Alfredo Jalife-Rahme “el fundamental atractivo de Ucrania para su incrustación en el mercantilismo europeo (de ahí los llamados paneuropeos de la oposición a Yanukovich y el dinero que corrió a raudales según la propia Secretario de estado estadounidense adjunta para asuntos europeos victoria Nuland, para financiar a los prooccidentales) contempla su entronización como la canasta de pan y carne de Europa mediante una mayor laxitud para la renta y la compraventa de sus terrenos fértiles. La escalada de conflicto en Ucrania puede tener un impacto significativo en la alza de precios del trigo, el maíz como se ha visto en estas semanas donde la escalada en Crimea llevó al alza al petróleo, el oro y los granos en un 40 %...los cruces geopolíticos de los hidrocarburos con los granos/cereales suelen ser trágicos”.
Ese marco de importancia geopolítica, económica y geoestratégica, no sólo es parte de los mapas de análisis de Estados Unidos y Europa, sino también y con toda lógica por parte de Moscú. Por ello, no sorprende la firme decisión de Putin respecto a considerar a Crimea y las zonas ruso parlantes de Ucrania, como parte del mundo ruso y sujeto a una férrea defensa, lo que trae a colación la firme creencia de Putin de considerar legítima la opción militar en Ucrania “por ahora no hay tal necesidad pero tal opción existe y tenemos la autorización del Senado de nuestro país para defender a los ciudadanos rusos y a la población rusoparlante hasta que la situación se normalice.
Si vemos que las mismas arbitrariedades empiezan en las regiones de este y la gente nos solicita ayuda nos reservamos el derecho de usar todos los recurso de nuestro arsenal para defender a estos ciudadanos” declaró Putin. Por su parte, el Embajador de Rusia ante la ONU, Vitali Churkin afirmó, que además de lo sostenido por el presidente Putin "contamos con la petición correspondiente de Víctor Yanukóvich a quien seguimos considerando el verdadero presidente de Ucrania.
Para la analista Nazanín Armanian parte de las dificultades que enfrenta Occidente frente al tema Ucrania radica en las presiones internas de los grupos más radicales de Washington, Londres y Alemania “EE.UU. padece el síndrome del “imperialismo ilimitado” como lo padecieron los monarcas del imperio Persa, Alejandro Magno, Napoleón o Hitler: no saben cuándo detenerse para al menos salvar lo conquistado.
Obama, que estaba reconociendo los límites del poder estadounidense en el mundo -negándose a un ataque militar en Siria, replegando sus tropas en Irak y Afganistán-, se enfrenta ahora con la tremenda presión de los republicanos, que le acusan de falta de liderazgo en la política exterior, -en los casos de Irán y Siria, y ahora en Ucrania- y le piden establecer una “línea roja” a sabiendas de que carece de alternativa eficaz”.
Los políticos y militares estadounidenses tienen algo claro en esta crisis ucraniana: no se puede utilizar la fuerza militar contra Putin pero, como medidas compensatorias exigen que Obama, que propine unos puñetazos, que indiquen que no lo dejarán actuar impunemente en una zona fronteriza con sus socios europeos. Para concretar estos bofetones se han lanzado diversas ideas: sacar a Rusia del G8.
Establecer un boicot económico contra Moscú, poco probable visto que Rusia no sólo es socio principalísimo de países como Japón, China, India y Brasil, entre otros sino que controla la llave del gas para una necesitada Unión Europea. Expulsar a Moscú de organismos internacionales como la OMC y la OCDE e impedir la entrada de autoridades rusas a Estados Unidos u otros países como Inglaterra o Alemania. Fomentar acciones desestabilizadoras en las ciudades con mayoría prorrusa como Jarkov. Odessa, Donetsk o Simferópol, que alienten una guerra civil y con ello una eventual intervención de la ONU.
Estados Unidos y sus socios de la OTAN han sido sorprendidos por la respuesta firme y decidida de Putin respecto a Crimea, inmovilizándolos respecto a ejecutar acciones que sean efectivas para tratar de impedir que Rusia cumpla sus objetivos en la estratégica zona del mar Negro. Washington sabe que Putin correrá los riesgos que haya que correr para mantener Ucrania en el seno del “mundo ruso”. Apoya las decisiones militares, el fuerte trabajo político y diplomático, impulsado por Lavrov, que ha dejado al descubierto la injerencia de Washington y países europeos en los acontecimientos que condujeron a la caída de Yanukóvich.
Rusia ha denunciado que detrás de los acontecimientos en Kiev se encuentra la mano estadounidense, exteriorizado a través de la filtración de grabaciones de videos y audios donde la Secretaria de Estado estadounidense adjunta para asuntos europeos, Victoria Nuland, en una conversación con el embajador estadounidense en Kiev, Geoffrey Pyatt, señala la necesidad de facilitar el éxito de la protesta contra el Gobierno ucraniano. Como también reconoce que se dispuso, desde la declaración de independencia de Ucrania de 5 mil millones de dólares, para apoyar a los partidos prooccidentales.
Los políticos y militares estadounidenses tienen algo claro en esta crisis ucraniana: no se puede utilizar la fuerza militar contra Putin pero, como medidas compensatorias exigen que Obama, que propine unos puñetazos, que indiquen que no lo dejarán actuar impunemente en una zona fronteriza con sus socios europeos. Para concretar estos bofetones se han lanzado diversas ideas: sacar a Rusia del G8.
Establecer un boicot económico contra Moscú, poco probable visto que Rusia no sólo es socio principalísimo de países como Japón, China, India y Brasil, entre otros sino que controla la llave del gas para una necesitada Unión Europea. Expulsar a Moscú de organismos internacionales como la OMC y la OCDE e impedir la entrada de autoridades rusas a Estados Unidos u otros países como Inglaterra o Alemania. Fomentar acciones desestabilizadoras en las ciudades con mayoría prorrusa como Jarkov. Odessa, Donetsk o Simferópol, que alienten una guerra civil y con ello una eventual intervención de la ONU.
Estados Unidos y sus socios de la OTAN han sido sorprendidos por la respuesta firme y decidida de Putin respecto a Crimea, inmovilizándolos respecto a ejecutar acciones que sean efectivas para tratar de impedir que Rusia cumpla sus objetivos en la estratégica zona del mar Negro. Washington sabe que Putin correrá los riesgos que haya que correr para mantener Ucrania en el seno del “mundo ruso”. Apoya las decisiones militares, el fuerte trabajo político y diplomático, impulsado por Lavrov, que ha dejado al descubierto la injerencia de Washington y países europeos en los acontecimientos que condujeron a la caída de Yanukóvich.
Rusia ha denunciado que detrás de los acontecimientos en Kiev se encuentra la mano estadounidense, exteriorizado a través de la filtración de grabaciones de videos y audios donde la Secretaria de Estado estadounidense adjunta para asuntos europeos, Victoria Nuland, en una conversación con el embajador estadounidense en Kiev, Geoffrey Pyatt, señala la necesidad de facilitar el éxito de la protesta contra el Gobierno ucraniano. Como también reconoce que se dispuso, desde la declaración de independencia de Ucrania de 5 mil millones de dólares, para apoyar a los partidos prooccidentales.
Para aumentar aún más la certeza de los planes de occidente en ucrania, la televisión rusa reprodujo el audio de una llamada de teléfono interceptada entre el ministro de Exteriores estonio, Urmas Paet, y la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, en la que el primero sugiere que los francotiradores que actuaron en Kiev contra los manifestantes del Maidán en los días más violentos de la protesta fueron contratados por la oposición. "Se hace cada vez más evidente que detrás de los francotiradores no estaba Yanukóvich, sino alguien de la nueva coalición", dijo Paet a Ashton. Guión conocido en otras latitudes.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia sostuvo que la ayuda financiera que ofrece Estados Unidos a los extremistas en Ucrania se sale de su marco legal. "De acuerdo con las enmiendas aprobadas hace unos años a la ley de 1961 sobre la prestación de ayuda exterior, las autoridades de los Estados Unidos, tienen prohibido proporcionar asistencia financiera al Gobierno de cualquier Estado cuyo presidente legalmente electo haya sido derrocado en un golpe militar o mediante una decisión ilegal", comenta la Cancillería de Rusia. De acuerdo a los criterios, la financiación del régimen ilegítimo que tomó el poder por la fuerza es ilegal y así con cualquier ayuda, sostén político o financiero que se utilice.
Además, las autoridades rusas han señalado que la administración estadounidense pretende ignorar cómo en Kiev las fuerzas ultranacionalistas han desplegado una caza de disidentes y presionan a la población rusohablante "amenazan a los habitantes de Crimea por su deseo de autodeterminación" todo ello una escalada de acciones que pueden desembocar en acciones de conflicto de alcances insospechados. El canciller ruso, Serguei Lavrov, y el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, sostuvieron una conversación telefónica el martes para garantizar la paz civil y la concordia en Ucrania, y en la que acordaron continuar las consultas sobre la situación en el país.
Más allá de las ideas occidentales respecto a Ucrania, se han ido imponiendo las ideas y acciones rusas que van desde apoyar activamente la decisión independentista de Crimea hasta el envío de fuerzas militares al amparo de la autorización del Parlamento ruso y de los propios acuerdos firmados con Ucrania en materia de ocupación de puertos y bases militares en la Península de Crimea. Súmese a ello la probable decisión rusa de cortar la denominada Ruta Norte que permite seguir con acciones militares en Afganistán si occidente y su política con Ucrania dañan su influencia regional. Se une a ello la posibilidad de ampliar aún más el apoyo a Siria y fortalecer lazos con Irán y China, para asegurar que no se aceptará presiones en el oeste ruso que impliquen tener que avanzar hacia el este donde Pekín desea accionar sin contratiempos.
Rusia ha ido cumpliendo sus planes de forma milimétrica mientras occidente se muestra impotente para imponer sanción es o presionar de una forma efectiva. Sabe que Rusia es un hueso duro de roer y que potencia nuclear, su poderío económico y la firme decisión de no ceder un ápice en Crimea, dificulta cualquier operación, que no sea la diplomática por parte de Washington y sus liados. Al cierre de esta edición se impone para Crimea el Modelo Kosovo más que el Checheno, como alientan algunos pensamientos más radicales en occidente.
El oso ruso no estaba dormido como pensaban en Washington, Londres y Berlín y se han dado cuenta que sus garras están más afiladas que nunca a la hora de defender lo que consideran “el mundo ruso” y su vital acceso al mediterráneo, que suele olvidarse a la hora del análisis del por qué defender sus bases navales en el mar Negro.
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