Así exclamó el Papa Francisco al abrazar al rabino Abraham Skorka y el islámico Omar Abboud, tras rezar en silencio unos minutos en el Muro de los Lamentos, el sitio más sagrado paralos judíos. Con esa expresión, el pontífice evocó los tiempos en que con el rabino Skorka imaginaban orar ante el Muro, pero sin saber que finalmente lo concretarían siendo ahora él Papa.
Pero también esa expresión era por motivo de haber logrado reunir (en algunos días mas) en el Vaticano a los presidentes de Israel (Shimon Peres) y de la autoridad palestina (Mahmud Abbas) para orar por la "paz" y eventualmente negociarla. Un "logro" que sin duda es espectacular y meritorio en cierto grado, si no fuera por que todo ya estaba planeado de antemano por el gobierno mundial en la sombra.
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