Cada vez hay indicios más claros sobre el tipo de infierno dictatorial que se está creando para el día de mañana si no lo remediamos ahora.
A estas alturas, todo el mundo sabe que la NSA y otras agencias se dedican a espiar a todos los ciudadanos del mundo, recolectando prácticamente todos los fragmentos de información que intercambiamos entre nosotros cuando nos comunicamos, con independencia de si somos “malvados terroristas” o de si “no hacemos nada malo”.
Pero, ¿alguien sabe qué se hace con toda esa información, al menos en EEUU?
Aparte de su valor en los campos del consumo y del comercio, los datos se utilizan para crear “evaluaciones de amenaza” y señalar a cualquier persona que las autoridades consideren que pueda ser problemática, en lo que sería un método análogo al de “pre-crimen” de la película Minority Report.
Investigadores de la Universidad de Virginia financiados por el Ejército de Estados Unidos, han demostrado recientemente que no sólo pueden recopilar información de las cuentas personales de Twitter de los individuos, como hace la NSA, sino que también son capaces de analizar esa información con algoritmos predictivos avanzados, diseñados para determinar las futuras acciones de los individuos. En este caso, las investigaciones se centraron específicamente en la predicción de delitos por parte de individuos, así como en la detección de “puntos calientes” de crimen en todo el país.
Es decir, cualquier comentario que hagas en las redes sociales es almacenado y analizado, y con ello, un ciudadano puede llegar a ser clasificado como una “amenaza potencial para la seguridad”, aunque no haya hecho absolutamente nada a nadie
Y una vez una persona es clasificada de esta manera, las autoridades pueden hacerle más difícil que consiga un trabajo, le concedan un préstamo, viaje con normalidad sin ser interrogado en los aeropuertos o disfrute de cualquiera de los supuestos derechos que corresponden a una “sociedad libre”.
Dicho de otra manera: esa cantidad de datos pueden servir para clasificar a las personas como “convenientes” o “inconvenientes” al sistema, y hacer la vida imposible a los díscolos, los rebeldes o los librepensadores, con la excusa de perseguir al terrorismo.
Pero en EEUU, esta clasificación de los individuos ya no se limita solamente a los datos recolectados con la vigilancia masiva de nuestras comunicaciones.
Va mucho más allá en el tiempo y representa una política terrorífica de represión a largo plazo, propia de una novela distópica.
De hecho, esa clasificación como “amenazas potenciales” empieza, nada más y nada menos que en las guarderías infantiles y en los colegios.
Tal y como afirma la web MassPrivatel:
El gobierno de EEUU, quiere hacernos creer que cualquier estudiante puede ser una amenaza potencial que necesitamos detener.
Cada estudiante de los EEUU recibe una “Valoración de Amenaza” de la policía y de los administradores de la escuela.
En el estado de Virginia, las escuelas y la policía están utilizando un sistema para clasificar a los estudiantes conocido como V-STAG, siglas en inglés de Directrices de Evaluación de la Amenaza Estudiantil de Virginia.
El V-STAG es un proceso escolar diseñado para ayudar a los administradores escolares, al personal de salud mental, y a los agentes del orden, que permite evaluar y responder a incidentes que impliquen a escolares de todas las edades, desde el jardín de infancia hasta el grado 12, con el objetivo de prevenir la violencia estudiantil”
Este programa y otros similares, han sido desarrollados a nivel federal, con la participación del FBI, y coordinados a través de organizaciones locales, estatales y privadas.
La idea es implementar una red de vigilancia y denuncia a todos los niveles del sistema, con el objetivo de clasificar y denunciar las conductas “potencialmente peligrosas” de cualquier individuo, desde su más tierna infancia.
Se supone que las escuelas deberían dedicarse a ayudar a aprender a los niños, educándoles para vivir en sociedad y para ser adultos responsables el día de mañana.
Pero con estos protocolos, las escuelas se convierten en órganos de vigilancia intrusivos y paranoicos, que evalúan hasta el más mínimo gesto o error de los alumnos y los convierten en “señales potenciales o advertencia de los crímenes y fechorías que cometerán en el futuro”.
Y el hecho de empezar a tratar a las personas como criminales, antes incluso de que hayan hecho nada, lo que potencialmente conseguirá es crear profecías autocumplidas.
El Servicio Secreto elaboró un informe titulado “Informe final y conclusiones de la Iniciativa de Seguridad Escolar”
“La Iniciativa de Seguridad Escolar” se implementó a través del Centro de Evaluación de Amenazas del Servicio Secreto y del Programa de Escuelas Seguras y Libres de Drogas del Departamento de Educación.
Para cada estudiante se elabora un perfil y se le da una calificación de evaluación de riesgos, de acuerdo con el artículo de los Servicios Secretos titulado “Evaluación de riesgos de violencia en las escuelas: Comparación de la evaluación de riesgos, evaluación de la amenaza y otros enfoques”
Estos programas permiten que la policía y los administradores escolares puedan someter a los niños a controles de salud mental hasta que alcancen la edad adulta.-
Este sistema está diseñado para trascender la vida de un estudiante y combinarse con otros sistemas de seguimiento y “evaluación de amenazas potenciales” a los que ya están sometidos los adultos en la población general.
Uno de los campos en los que se está aplicando esta “evaluación de amenazas potenciales” es en el campo de la violencia de género, con el presunto objetivo de detectar posibles casos futuros de abusos sexuales o conductas abusivas contra las mujeres.
Pero estos sistemas de evaluación preventiva, son solo uno de los muchos en desarrollo en la actualidad…
-A todos estos métodos de control preventiva y clasificación de los alumnos, debemos añadir multitud de programas de vigilancia y evaluación de los alumnos, actualmente en funcionamiento en EEUU y que amenazan con extenderse en un futuro próximo al resto de países.
Por ejemplo, Skyfactor es un programa utilizado actualmente en 150 universidades de los EEUU; el programa supervisa y evalúa las notas de los estudiantes, monitoriza las asistencias de cada estudiante a las clases, su participación en prácticas deportivas y sus problemas financieros con la universidad, con el fin de predecir cuándo el estudiante podría decidir abandonar sus estudios y abordarlo antes de que tome la decisión (puesto que eso implica pérdidas de dinero para la universidad, ya que deja de pagar las cuotas).
Otro sistema de vigilancia preventiva, es el creado por Andrew Campbell, profesor de ciencias informáticas en la Universidad de Dartmouth; se trata de una aplicación para smartphone que monitoriza la salud mental de los estudiantes las 24 horas del día, los 7 días de la semana, llamada StudentLife. No tardaremos en ver este tipo de tecnologías de control preventivo de la salud mental, extendiéndose a todos los ámbitos.
Otra aplicación de control es la llamada CourseSmart, ya con presencia en todo el mundo y orientada a espiar los hábitos de lectura de libros electrónicos de los estudiantes y permite no solo saber qué libros leen los alumnos, sino incluso saber qué y cuántas páginas leen cada día. ¿Realmente es útil y positivo que los profesores sepan exactamente qué páginas has leído en un día concreto?
¿Alguien es consciente del nivel de control inquisitorial al que pronto estaremos sometidos? Estamos hablando de estudiantes completamente controlados desde pequeños hasta la edad adulta; tratados como máquinas de comportamiento previsible, a las que se les deben ir apretando los tornillos antes de que se aflojen.
Vigilar, evaluar y clasificar a las personas desde su más tierna infancia como “amenazas potenciales” que deben ser vigiladas, a alguna gente quizás le parezca una buena política preventiva de los crímenes.
Pero deberíamos pensar un poco antes de sacar conclusiones.
La realidad es que estos protocolos en los que se vigila y clasifica a las personas como “amenazas”, aun sin haber cometido crímenes o errores, están directamente orientados a perseguir a los disidentes, los críticos, los rebeldes o los posibles adversarios políticos o ideológicos que actúen contra el sistema o el status quo.
Es un sistema creado para eliminar cualquier tipo de disidencia, en el cual todos sabremos que estamos siendo estrictamente vigilados por ojos invisibles, que analizarán hasta el último detalle de nuestras existencias.
La aplicación de estos sistemas creará una sociedad de personas temerosas, dispuestas a obedecer servilmente, desde la más tierna infancia, a todas las instrucciones que les de la autoridad, por temor a ser clasificados como una “amenaza potencial”.
Significa la muerte total de la libertad de expresión, acción y pensamiento.
Bajo el pretexto de la “corrección política” y de la lucha contra “la violencia”, “la discriminación” y “el terrorismo”, y gracias a un sistema de vigilancia masiva de alta tecnología sin precedentes, el mundo del mañana será la peor tiranía de la historia de la humanidad, una tiranía en la que por el simple hecho de pensar algo considerado “incorrecto” o “potencialmente peligroso”, ya podremos ser perseguidos como si fuéramos criminales o enfermos mentales.
Una prisión del pensamiento.
Está empezando a suceder ya, delante de nuestros ojos…pero aún hay gente que se niega a verlo…