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miércoles, 16 de marzo de 2016
ESPIONAJE MENTAL: LA TECNOLOGÍA PARA ROBAR SECRETOS DE TU CEREBRO YA ESTÁ EN MARCHA
Como venimos denunciando desde hace tiempo, una de las actuales obsesiones en el mundo científico en la que se están invirtiendo grandes cantidades de recursos, es comprender cómo funciona el cerebro humano y desarrollar todo tipo de técnicas para la lectura (y vigilancia) de los pensamientos de las personas.
A continuación reproducimos un inquietante artículo publicado enhojaderouter.com, un espacio dentro de eldiario.es, que nos muestra las increíbles técnicas que se están desarrollando para robar los secretos que ocultamos en nuestro cerebro mediante técnicas de “espionaje mental”basadas en electroencefalografía.
La electroencelografía (EEG), es la técnica que nos permite registrar los impulsos eléctricos provocados por las ondas cerebrales y la tecnología que actualmente hace posible su lectura mediante una interfaz cerebro-ordenador o BCI, es barata y poco aparatosa: algunas de las diademas que permiten leer la información del cerebro son tan asequibles como cualquier pulsera de actividad para medir las pulsaciones del corazón (y disponen de sus propias aplicaciones para iPhone)
Las más populares, como NeuroSky MindWave o Emotiv Epoc, vienen a costar entre 70 y 370 euros, aunque hay incluso alternativas de código abierto ( OpenEEG, OpenBCI) que uno puede montar por sí mismo en casa si dispone de los conocimientos adecuados.
Estos dispositivos, aun con sus limitaciones, permiten que hasta un niño pueda utilizar su mente para, por ejemplo, controlar un videojuego o mover una mano biónica.
Pero lo más terrorífico es que esta lectura de la mente humana también puede tener aplicaciones futuristas como el ‘hacking’ (hasta el punto de robar información de tu memoria sin que te percates) o la criptografía (sustituir las contraseñas por patrones cerebrales), tal como ha explicado durante el congreso Rooted CON el experto en seguridad de la firma IOActive, Alfonso Muñoz.
Muñoz hace un repaso de las amenazas y oportunidades que presenta la electroencefalografía para la seguridad informática, basándose en estudios realizados por su colega Alejandro Hernández.
En primer lugar, las interfaces cerebro-ordenador están expuestas al mismo repertorio de ataques hacker convencionales que cualquier otro dispositivo, que se pueden realizar cuando el casco o la diadema ha traducido los impulsos eléctricos a información binaria, es decir, ceros y unos que se almacenan, procesan y transmiten de forma convencional (mediante wifi o Bluetooth).
Alfonso Muñoz
Según Muñoz: “puedes hacer todo tipo de ataques porque, realmente, ahí ya no estás copiando ondas, estás copiando bits”.
De todas formas, también se pueden espiar las propias ondas cerebrales, mediante técnicas novedosas y controvertidas como la ‘mental surveillance’ (algo así como “vigilancia mental”) o el ‘brain spyware’ (programas para espiar el cerebro).
“Te pueden sacar información del cerebro sin tú saberlo”, afirma Alfonso. “Por ejemplo, saber si conoces a ciertas personas, saber tu número de una tarjeta de crédito…”
Algo que ya demostró con ejemplos prácticos un grupo de investigadores de las universidades de Oxford, Berkeley y Ginebra en 2012.
En casi todos los experimentos que se han llevado a cabo hasta la fecha, el proceso viene a ser el mismo: se presenta un estímulo a la víctima, abierta o encubiertamente, y se registran los impulsos eléctricos a la espera de un pico en la amplitud de la señal que se conoce como P300 (porque se produce unos 300 milisegundos después).
Por ejemplo, se le muestran fotos de personas para determinar a cuáles conoce por la forma en que reacciona su cerebro (como si fuera una rueda de reconocimiento) o los números del 0 al 9 para averiguar el PIN de su tarjeta.
“Tú no tienes que contestar, ya contesta tú cerebro sin tú darte cuenta”. Sobre todo cuando el estímulo es subliminal, esto es lo más impresionante de la técnica. “No son ataques perfectos, tienen limitaciones”, admite Muñoz, “pero solo la idea de que eso se pueda hacer de manera relativamente sencilla, la verdad es que asusta”.
LA CLAVE ESTÁ EN TU CEREBRO
Más allá de estas formas de extraer datos de tu mente, la tecnología BCI se ha postulado como alternativa de futuro para reemplazar a las tradicionales contraseñas.
La idea es que un determinado pensamiento se convierta en la forma de identificarte, de comprobar que eres quien dices ser. “Puedes cantar una canción en tu cerebro, puedes imaginarte moviendo un dedo, puedes concentrarte en tu respiración… Esas tareas producen señales en tu cerebro, y esas señales son las que se miden”, detalla el investigador español.
La ventaja es que la forma de pensar en algo es realmente personal e intransferible. Si tu clave es tararear mentalmente el estribillo de ‘Somewhere over the rainbow’, por mucho que otro intente hacer lo mismo, los registros no coincidirán.
De todas formas, según indican los expertos, aún queda campo por recorrer en este campo, básicamente porque las señales del cerebro evolucionan, y todavía no se han realizado experimentos suficientemente largos como para asegurar que la efectividad de estos métodos es duradera.
MEMORIZAR LA CONTRASEÑA SIN SABERLO
Si espiar el cerebro o reemplazar las contraseñas por ondas cerebrales ya resulta inquietante, las aplicaciones de lo que se conoce como“aprendizaje implícito” son si cabe más perturbadoras. Algunos investigadores ya están buscando la manera de hacer que memorices una información (una clave, por ejemplo) sin darte cuenta.
“Tu cerebro se autentica con el sistema, pero tú no sabes cómo”, describe Alfonso. “Tú no sabes la clave”. Alguien la ha grabado en tu cerebro, probablemente a base de repeticiones, y ahí se encuentra sin que puedas acceder a ella. Como consecuencia, “no te pueden forzar a nada, ni siquiera a revelar la clave porque tú no la conoces”.
Solo quien haya decido utilizarte como llave sabrá recuperar la información, tal vez exponiéndote al mismo estímulo que utilizó para meterla en tu cabeza y leyendo tus ondas cerebrales. Todo un mundo de posibilidades que producen tanto miedo como asombro. Sin duda, la alianza entre tecnología y neurociencia aún tiene muchos trucos para sorprendernos.
FUENTE: EL ROBOT PESCADOR
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