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miércoles, 24 de diciembre de 2014

Turquía: el inquietante rostro del islamismo ‘moderado’



Por Ricardo Ruiz de la Serna

La Turquía del presidente Erdogan puede ser un buen sitio para vivir siempre que uno no esté vinculado a la oposición. Bueno, y con la condición de que tampoco sea periodista, novelista ni escritor de guiones, ni produzca programas televisivos ni se conecte a sitios web de citas gays. En realidad, desde hace algunos años –digamos desde 2011– lo más seguro es no meterse en política salvo para apoyar al presidente. El islamismo moderado se ha ido quitando poco a poco la careta y el rostro que exhibe es inquietante.

El pasado día 14 hubo una redada en 13 provincias del país que terminó con una treintena de periodistas y profesionales de la televisión –redactores, guionistas, productores– detenidos por presunta pertenencia y colaboración con una organización terrorista. Entre ellos se contaban Ekrem Dumanli, director del diario Zaman, uno de los de mayor tirada, e Hidayet Karaca, presidente del grupo de comunicación Samanyolu. A Dumanli ya lo han puesto en libertad, pero a Karaca no: según las autoridades, los indicios incriminatorios contra él se encuentran en el guión de una telenovela que se emitió en 2011.

Además de profesionales de la información y la comunicación, se detuvo a tres ex altos mandos policiales.

¿Qué tienen en común un director de periódico, un grupo de redactores, productores y guionistas y tres antiguos jefes de policía? La respuesta se llama Hizmet, el movimiento islámico que lidera Fetulá Gülen, un religioso que fue el principal aliado de Erdogan en su ascenso al poder y ahora se ha convertido en su enemigo. Durante años, Hizmet infiltró las principales organizaciones e instituciones del país para debilitar el entramado laico de la República. Desde las fuerzas armadas a los medios de comunicación, los miembros de Hizmet fueron ocupando puestos clave, desde los que trabajaron en pro del islamismo moderado que Erdogan encarnaba. Sin embargo, a medida que el ex primer ministro y actual presidente iba asumiendo mayores cuotas de poder, con ese estilo autoritario y populista tan característico, Hizmet se fue rebelando contra aquel a quien había encumbrado. Demasiado tarde.

Hoy, Fetulá Gülen lidera el enfrentamiento contra Erdogan desde los Estados Unidos, a los que se exilió en 1999 tras ser acusado de atentar contra el Estado turco. Por el momento no ha logrado precipitar su caída. Aunque la crítica al autoritarismo del presidente es clamorosa, su Partido Justicia y Desarrollo (AKP) sigue ganando elección tras elección. El presidente confía en que el AKP logre, en las elecciones legislativas de 2015, la mayoría que necesita para cambiar la Constitución y dar al presidente –es decir, a sí mismo- unos poderes ejecutivos que ahora tiene el primer ministro, Ahmet Davutoglu.

Con la operación antiterrorista del día 14 Erdogan intenta remover uno de los obstáculos que se interponen entre él y esos poderes ejecutivos. Sin embargo, la jugada puede salirle mal, porque el clamor contra las detenciones se ha extendido por toda Europa. Federica Mogherini, la alta representante de la UE para la Política Exterior, y Johannes Hahn, comisario europeo de Política de Vecindad, han declarado por medio de un comunicado conjunto: “Esta operación va en contra de los valores europeos y de los estándares a los que Turquía aspira a ajustarse, y que son centrales en unas relaciones reforzadas [con la UE]”. Dunja Mijatovic, responsable de libertad de prensa de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, ha pedido por carta la liberación de los detenidos: “Los arrestos apuntan a una reaparición de las amenazas a los periodistas. Deberían ser liberados inmediatamente”, dice en ella. Por su parte, el Consejo de Europa ha manifestado su “profunda preocupación” por los acontecimientos, un “grave retroceso” para la libertad de prensa en Turquía. En cuanto al secretario general del Consejo, ha anunciado una visita a Ankara los días 6 y 7 de enero para abordar este asunto.

Una crisis de imagen como esta es lo último que necesitaba el Gobierno turco, ya desgastado por las protestas de los últimos años y la manera en que las ha reprimido.

En 2015 Turquía asumirá la presidencia del G-20, y Ankara pretendía aprovechar la oportunidad para relanzar la imagen de su islamismo moderado. Sin embargo, la persecución de Hizmet, que se extiende más allá de las fronteras de Turquía, amenaza con convertirse en un problema fuera de control para Erdogan. Por lo pronto, las autoridades turcas han solicitado a los Estados Unidos la extradición de Gülen a sabiendas de que es una petición muy difícil de asumir por los norteamericanos. Según el tratado sobre la materia suscrito por Washington y Ankara, las acusaciones que pesan sobre Gülen han de ser constitutivas de delito en los dos países para que la extradición fuera posible, pero lo cierto es que el fundamento legal de las acusaciones contra Gülen por su actividad opositora parece bastante débil. Esto añade un nuevo punto de tensión en una relación bilateral que no atraviesa su mejor momento, especialmente por la resistencia turca a actuar contra el Estado Islámico a través de su frontera con Siria. La solicitud de extradición de Gülen no va a facilitar las cosas, porque puede convertir a los Estados Unidos en cómplices de una persecución que parece más política que legal.

Los intentos de controlar las libertades informativas y delimitar la libertad de expresión en Turquía han sido numerosos en los últimos años: ahí están las leyes que permiten bloquear el acceso a sitios de citas gays –así sucedió con Grindr, después de que un tribunal declarase que había que proteger a la ciudadanía de ese tipo de encuentros– o las campañas contra Orhan Pamuk o Elif Shafak, a los que se acusa de ser marionetas al servicio del “lobby internacional de la literatura”. Sin embargo, al presidente le está costando mucho silenciar a la oposición. Los intentos de impedir el acceso a Twitter y Youtube fracasaron porque el Tribunal Constitucional ordenó alzar los bloqueos. Las protestas de la sociedad civil y la oposición por las detenciones se han sucedido en los últimos días. El presidente se juega muchísimo en las elecciones legislativas de 2015. La oposición también.    FUENTE

Fuente: El medio

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