El icónico investigador estadunidense Seymour Hersh diseca "los costos políticos de las guerras de Biden", que se han convertido en su "principal lastre" cuando todo indica que tendrá de nuevo como adversario al revigorizado Donald Trump.
Salvo un accidente de ruta, Hersh predice el contundente triunfo del magnate, al unísono de una mayoría republicana en el Capitolio bicameral, mientras a Biden lo han erosionado "una serie de errores en su política exterior, que provienen de su ignorancia y su rusofobia visceral".
Entre los notables errores del presidente estadounidense, se encuentra su apoyo incondicional a Israel cuando ni siquiera ha podido conseguir un cese al fuego, lo cual ha erosionado el apoyo de la base del Partido Demócrata, que protesta en las calles el "apoyo de EEUU a la guerra de Israel" que, por cierto, no ha dado los resultados esperados ni publicitados.
A los errores previos de Biden —desde su humillante retirada en Afganistán, su práctica derrota en Ucrania y su disfuncionalidad en la guerra de Israel contra la guerrilla sunnita palestina de Hamás—, ahora se agrega su aventura en el mar Rojo, donde confronta sin eficacia tangible a los "hutíes, revolucionarios chiitas cuyas plataformas móviles de lanzamiento son fácilmente ocultadas y no han podido ser eliminadas" por los bombardeos aéreos y marítimos de la dupla anglosajona de Londres y Washington, según Hersh.
El investigador cita un ensayo de 2021, de Haykel, profesor en Princeton, quien corrige a quienes "en forma errónea" juzgan a los hutíes "como meramente una fuerza manipulada por Irán, similar al Hizbulá" del Líbano.
Según el universitario, los hutíes son "efectivamente aliados cercanos a Irán, pero ostentan una distintiva ideología más radical para transformar a la sociedad", por lo que su "programa revolucionario puede ser comparado al Vietcong".
Hersh rememora cómo el Ejército vietnamita llevó a la debacle a Washington en Indochina.¿Llevará el grupo guerrillero Ansarolá —el "nuevo Vietcong del Medio Oriente"— a Biden a su derrota electoral en noviembre?
Hersh adelanta dos puntos: 1; "No habrá invasión terrestre de Estados Unidos en la nueva guerra de Biden en Yemen" cuando "nadie en la Casa Blanca puede asegurar lo que van a conseguir los ataques contra los hutíes". y 2; Mientras planea la ominosa perspectiva de un alza de los hidrocarburos, producto de la guerra en el mar Rojo —que constituiría el "último clavo en el féretro político de Biden"—, Hersh informa el punto de vista de un "veterano petrolero" al respecto: "Nunca hay que subestimar a los hutíes".
El periodista especializado realiza una pregunta cruel cuando el mandatario norteamericano "pierde su guerra en Ucrania": "¿Entenderá Biden que los ataques encabezados por su país contra los hutíes, aun siendo exitosos, no desharán el daño político que sufre en Ucrania?".
Asimismo, el periodista expone la "insatisfacción" de Barack Obama, quien puede maniobrar para quitarle a Biden el control de su campaña financiera, lo cual significaría también no ser el candidato presidencial del Partido Demócrata –tesis que también ha sido enarbolada por Trump.
¿Quiénes serían los sustitutos candidatos presidenciales de Biden? ¿Michelle Obama o Gavin Newsom, gobernador de California?
Se mueven vertiginosamente las piezas en el tablero de ajedrez medioriental, que de facto padece una "guerra regional" que no se atreve a decir su nombre en los "siete frentes" de Israel (Ministro de Defensa Gallant dixit).
La zozobra de Biden en el mar Rojo ha llegado al grado de que pide a China intervenir con Irán para controlar a los hutíes, según Financial Times.
¿No es más sencillo, acaso, que el presidente estadounidense obligue a su aliado Israel a un cese al fuego en Gaza para permitir la impostergable ayuda humanitaria a los civiles palestinos y la liberación de los rehenes israelíes? Con un inmediato cese al fuego, por arte de magia, los "siete frentes" de Israel contra el asombroso "eje de la resistencia" e Irán desescalarían ipso facto.
Si algo saben los estrategas iraníes es jugar a la elección presidencial estadounidense, como lo demostraron con la captura de rehenes de ese país, lo cual contribuyó a la derrota de la reelección de Jimmy Carter.
Los sorprendentes posicionamientos diplomáticos reflejan la evolución de los teatros de batalla desde Ucrania hasta el Medio Oriente —yo incluiría el concomitante epílogo del comediante jázaro Volodímir Zelenski y su fallido proyecto irredento del "Gran Israel", que también se derrumba con Benjamín Netanyahu, hoy en querella con Egipto y Catar, mientras el canciller ruso Lavrov se reúne, al margen de su presencia en la ONU, con sus homólogos de Turquía, Irán y Líbano.
Por cierto, el diplomático ruso condenó la campaña militar de la dupla anglosajona en contra de los hutíes de Yemen como "una manipulación de las leyes internacionales, incluyendo la Carta de Naciones Unidas".
Se detecta el "modo pánico" de Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN): desde los ominosos ejercicios militares en las fronteras de Rusia hasta su aventura en el mar Rojo.
No se puede soslayar el preciso diagnóstico de Lavrov, quien sentenció que el conflicto en la Franja de Gaza provocó "metástasis" en otras zonas de la región.
Un gran movimiento estratégico en el tablero de ajedrez mediorinental lo constituye la "inalización de un tratado de 20 años entre Rusia e Irán, que cambiará al Medio Oriente para siempre", según Oil Price. ¡Se trata de la resurrección del petróleo, ni más ni menos!
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