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sábado, 17 de agosto de 2013

La limpieza étnica anticristiana arrasa en Oriente Próximo

Una iglesia incendiada en Egipto
Veintidós templos cristianos, incluso siete catedrales católicas, fueron destruidos en Egipto durante los disturbios que se produjeron en el país durante dos últimos días, comunicó la radio del Vaticano.
Desde el pasado miércoles continúan los disturbios que iniciaron después de que los policías empezaran a destruir campamentos instalados por los seguidores del presidente derribado, Morsi. Las autoridades se vieron obligadas a implantar el estado de emergencia. Además, implantaron el toque de queda en once provincias. Según los últimos datos, más de seiscientas personas murieron y más de cuatro mil resultaron heridas durante los enfrentamientos recientes.

La limpieza étnica anticristiana arrasa en Oriente Próximo
Las comunidades cristianas orientales, que llevan dos mil años allí, se desangran por los ataques de los islamistas ante la indiferencia y la inacción internacionales.
Lo primero que han hecho los islamistas una vez declarado el estado de emergencia en Egipto ha sido atacar comisarías de policía, edificios oficiales y..., parroquias coptas. Los coptos, cristianos de la Iglesia oriental egipcia, son sólo una minoría de apenas un 10 por ciento en un país de 80 millones de habitantes, pero los Hermanos Musulmanes, el principal grupo islamista egipcio, llevan meses señalándolos como chivo expiatorio de su desalojo del poder.
Ayer por la tarde se multiplicaban las noticias sobre ataques a Iglesias coptas: incendiada la iglesia de Gergiss, en Sohag; atacadas y profanadas otras dos iglesias en Menia, 225 kilómetros al sur de El Cairo. Constan otros ataques a ciudadanos de religión copta y lugares de culto en todo el país. Nada nuevo, porque la violencia islamista contra los cristianos ha sido una constante desde el derrocamiento del presidente Morsi. A finales de julio Amnistía Internacional denunciaba la pasividad de la policía, que estaba permitiendo que estos ataques quedaran impunes. Todo apunta a que ahora las agresiones se recrudecerán.
En Egipto los coptos han conformado tradicionalmente entre el 15 y el 20 por ciento de la población, pero esa cifra se ha reducido de manera dramática en los últimos años. A principios de siglo ya era sólo del 15 por ciento. Después las cosas han ido a peor. Desde la revolución que acabó con la dictadura de Mubarak, hace dos años, la presión del islamismo radical ha forzado a unos 150.000 egipcios coptos a abandonar el país. Se calcula que hoy no pasan del 10 por ciento.
¿Por qué los islamistas la toman con los coptos, si son una minoría tan exigua? Por la mecánica del chivo expiatorio. Los islamistas lograron ponerse a la cabeza de la revolución que derrocó a Mubarak. Después consiguieron llevar a la presidencia a su candidato, el hoy destituido Morsi. Ahora, desalojados del poder, los Hermanos Musulmanes no señalan a los sectores mayoritarios de la sociedad egipcia, cuyo apoyo aún esperan reconquistar, sino que concentran su odio en los cristianos coptos, tradicionalmente marginados en la vida pública.
“Hay un plan de más ataques contra iglesias, sacerdotes y religiosos”. Denunciaba recientemente a la agencia Fides el obispo egipcio Botros Fahim Awad Hanna. Monseñor Botros subraya que en las últimas semanas los Hermanos Musulmanes han exagerado deliberadamente el papel de los cristianos en el movimiento popular que derrocó al presidente Morsi, hasta el punto de estigmatizar al régimen hoy vigente como “la República militar de Tawadros”, por el nombre del patriarca copto. “Es evidente–dice Botros– que los Hermanos Musulmanes quieren explicar su fracaso político recurriendo a la teoría de la conspiración cristiana. Destacar el papel de los cristianos en el colapso del régimen islamista también servirá para justificar el terrorismo futuro en su contra”. Pero quien realmente ha salido a la calle ha sido el conjunto del pueblo egipcio –agrega el prelado–, “cuya paciencia se ha terminado”.
No sólo en Egipto
A este respecto, el obispo Botros no deja de criticar la obtusa posición de la diplomacia norteamericana: “La embajadora de EE UU continuaba enviando informes en los que repetía que en Egipto la única fuerza apoyada por el pueblo eran los Hermanos Musulmanes. Han apostado todo sobre el islam político, sin ver que los islamistas habían ganado las elecciones sólo porque la gente no quería votar a los dirigentes del antiguo régimen y los escogió como el mal menor. Pero nos han llevado a un túnel en el que todo empeoraba día a día”.
Ahora la cuestión es saber quién va a proteger a los coptos o si éstos han de resignarse a ver cómo su número va descendiendo sin cesar. El problema no es sólo egipcio: en todo oriente próximo se asiste a un proceso acelerado de desmantelamiento de las comunidades cristianas. El Wall Street Journal comentaba recientemente un libro del copto refugiado en los Estados Unidos Samuel Tadros (Motherland Lost: The Egyptian and Coptic Quest for Modernity, ed. Hoover Institution) donde se dan datos sobre el éxodo cristiano mas dramático de todos los tiempos. A la fuga de coptos de Egipto, hartos de la violencia islamista, se suma la hecatombe del Líbano, donde los cristianos han dejado de ser mayoría para quedar reducidos a la tercera religión del país. Añádase la salida de cientos de miles de cristianos iraquíes tras la caída de Sadam Hussein, o el actual éxodo de cristianos sirios.
Las cifras publicadas recientemente por Jonathan Adelman y Agota Kuperman son muy reveladoras. En Palestina los cristianos han pasado de ser el 15 por ciento a sólo un dos por ciento en medio siglo. Ciudades tradicionalmente cristianas como Belén o Nazaret son ya muy mayoritariamente musulmanas. En Jerusalén son sólo el 2,5 por ciento. Hay más cristianos de Jerusalén viviendo en Sidney, Australia, que en su ciudad natal. Irak ha perdido a la mitad de su población cristiana en los últimos 10 años. En definitiva, lo que se está viviendo en oriente próximo es una auténtica limpieza étnica. El caso egipcio sólo es uno más.
 

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