Evidencias gráficas del V-13 en París provocan dudas sobre la veracidad de la versión oficial y los motivos de fondo de esos actos terroristas.
En México, como se publicó en este espacio, la violencia y el hambre matan, cada tres días, el equivalente en número de víctimas a los atentados terroristas perpetrados en París el viernes (13 de noviembre de 2015). Y aunque ello representaría la necesidad de hacer una reflexión sobre nuestras propias tragedias –que a veces parecieran importarnos menos que las ocurridas en otras latitudes–, lo cierto es que siempre es necesario tener presente información relevante del contexto internacional, o no se entendería, por ejemplo, la injerencia de Hillary Clinton en el acuerdo para la apertura del sector energético mexicano (Desmog). Porque la sombra de la duda se cierne sobre los atentados de París por parecer ésta una operación de falsa bandera.
Y es que las evidencias gráficas sobre V-13 parisiense plantean dudas sobre la veracidad y los motivos de fondo que llevaron a realizar dichos actos terroristas según la versión oficial, pudiendo apreciarse una posible operación de falsa bandera, esto es que la ejecución de esos actos barbáricos pudo hacerse para la incriminación de grupos ideológicos específicos, con la intención de justificar una respuesta bélica más sanguinaria por parte de la clase gobernante gala.
Los hechos
El pasado viernes, tras una serie de atentados terroristas perpetrados en la capital francesa, se cuenta como balance oficial provisional el fallecimiento de 129 individuos, de 14 distintas nacionalidades, además de 352 heridos. El ataque terrorista ha sido calificado como el segundo más trágico del continente, solamente por detrás del 11-M acontecido en España.
El presidente francés, François Hollande, declaró estado de emergencia en su nación, además de descargar una veintena de bombas aéreas sobre la ciudad de Raqqa, considerada la capital del Estado Islámico. Aunque no se ha precisado el número de bajas, desde el intervencionismo europeo en la región de Siria el número de muertes se estima por encima de 125,000.
Las dudas razonables
De acuerdo con versiones periodísticas, testigos de los atentados “escucharon” gritos de Al lahu-àkbar (Alá es el más grande) antes de las detonaciones. Ese takbir es una profesión de fe del islam; sin embargo, la expresión en sí no es una prueba contundente de que los atentados hayan sido efectuados por los yihadistas suníes del Estado Islámico, puesto que no son necesarias habilidades lingüísticas particulares para que ésta pueda ser pronunciada por cualquier individuo. Además, testigos como Pierre Janaszak afirmaron, de hecho, que nunca escucharon que los atacantes dijeran una palabra.
Llama también la atención el hallazgo de un pasaporte, que pertenecía a un refugiado sirio y que se encontraba en el mismo lugar donde un terrorista hizo estallar un cinturón de explosivos. Aunque la misma policía francesa no pudo asegurar que perteneció a uno de los terroristas suicidas, tampoco que es un documento legítimo, es notable la facilidad con que mediáticamente se dio por hecho que así fue, aun sin reparar sobre la incongruencia de que dicho pasaporte no fuera estropeado por la explosión acaecida, además de que éste fuera portado para perpetrar el atentado. Los supuestos hallazgos de pasaportes en el lugar donde ocurren los atentados terroristas suelen ser un firme indicador sobre operaciones de falsa bandera.
Si bien la creación del Estado Islámico pasó por diversas facetas antes de convertirse en lo que conocemos el día de hoy, bien podemos rastrear el origen del mismo en Al Qaeda, compartiendo, a la fecha, incluso a los mismos colaboradores en cuanto a su financiación. Así, bajo el modus operandi que los caracteriza, no son pocas las evidencias de que el Estado Islámico fue creado por las agencias de inteligencia de EU (CIA), Inglaterra (MI6) e Israel (Mossad), siendo encontradas por lo menos 24 por el profesor Michel Chossudovsky, director del Centro de Investigación sobre la Globalización. Incluso las fuentes más reservadas hacen eco de las relaciones entre EU y el Estado Islámico.
Recordemos que en Medio Oriente se viven constantes periodos de inestabilidad política, que en gran parte se deben al reparto de territorios que las potencias del mundo occidental hicieron –y siguen haciendo– sobre dicha zona, pues, en general, sin intereses extranjeros de por medio no se aprecia como una región más conflictiva que el resto del mundo. El radicalismo ideológico-religioso seguirá siendo alimentado hasta que los recursos naturales que posee la zona no sean lo suficientemente bajos como para no obtener una utilidad-beneficio por encima del capital que allí llega. Pecan de ingenuos quienes –a pesar de toda la información con la que se dispone el día de hoy– intentan explicar las guerras sin las motivaciones económicas que les llevan a cometer dichas abominaciones.
Los beneficios de la guerra
Como se sabe, el Consejo de Seguridad de la ONU está formado por 20 miembros, cinco de los cuales –y sin argumento sólido alguno que les dé derecho a gozar de esa cualidad– son permanentes, a saber: Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y China, que deciden dónde hay conflictos ‘institucionales’ en el orbe y cuáles no lo son.
Sabiendo cuáles son las potencias que deciden los destinos de la humanidad, es más fácil comprender que las motivaciones que llevan a la guerra son un libreto que se repite siempre: las ocupaciones militares tienden a llevar ‘democracias’ –siempre que sean afines a los intereses de Occidente– y, de paso –no vaya creerse que es su principal motivación–, controlar una zona estratégica económicamente. En tal proceso también suelen crearse bancos centrales y les son brindados empréstitos, no con la intención de que la nación se endeude, sino de que crezcan. En el caso de Siria, es una región medular para el sistema de petróleo y gas natural, razón por la cual Rusia apoya al régimen actual, mientras que Estados Unidos y la UE apoyarían a los grupos insurgentes de la región –entre los que se encuentra (o encontraba) el Estado Islámico–, con la intención de saltear peajes.
Como un plus, habría un endurecimiento de las leyes para contemplar acciones que, bajo la bandera del antiterrorismo, lacerarían los derechos fundamentales de los habitantes bajo la simple sospecha, y de paso acabar con la serie de revueltas ciudadanas que han aquejado Francia durante los últimos años y que desestabilizan el statu quo.
A pesar de que el islam es la segunda religión más numerosa del mundo, con más de 1,300 millones de adeptos, y la primera en conversiones, Occidente no observa con buenos ojos una creencia que es menos materialista, siendo una de las principales razones por la que se alimenta la islamofobia haciendo propaganda única y exclusivamente de sus seguidores fundamentalistas.
Personajes muy distinguidos como Paul Craig también se refieren a los atentados de París como unos de falsa bandera.
Los antecedentes de falsa bandera: El ensayo Charlie Hebdó
A principios de año hubo un atentado terrorista contra la revista satírica Charlie Hebdó en la ciudad de París, dejando 11 personas muertas e igual número de heridos. La noticia conmocionó al mundo, a tal grado que de sus 60,000 ejemplares llegó a alcanzar los 7 millones, además de alimentar, en su momento, la islamofobia, a pesar de que los musulmanes son la segunda representación religiosa en el país galo y que los grupos fundamentalistas de todas las religiones semitas, en general, tienden a cometer estos actos de barbarie.
Pero los ataques dejaron una serie de dudas que vinculan el hecho a un atentado de falsa bandera. En uno de los videos difundido por la AFP se alcanza a apreciar la inexperiencia de uno de los perpetradores al recoger un tenis que se le había caído; además, en la edición sin editar, en el supuesto ‘remate’ por parte de uno de los terroristas hacia un policía que yacía en el suelo, no se aprecia que haya dado en el objetivo. Otro video, grabado desde la azotea, plantea también dudas, así como lo hacen las características del auto usado para perpetrar el atentado.
El 11-S
Existen diversos indicadores (más de 100) como el que señala la presencia de termita en los restos del WTC, el colapso del Edificio 7 que no fue impactado por aeronave alguna, el fuego que derritió estructuras de acero y hormigón pero que no fue capaz –otra vez– de dañar pasaportes de terroristas, además de un muy largo etcétera. Las consecuencias, como siempre, fueron la ocupación de un territorio estratégico, el endurecimiento de leyes y la muerte de cientos de miles de personas a causa de la guerra, abatiendo inocentes.
Hay que precisar, como en el caso de Boston, que no son pocas las veces que los terroristas tenían vínculos con las autoridades estadounidenses.
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