Los reiterados vuelos de espionaje de EE.UU. cerca de las fronteras de Rusia originarían una escalada de tensiones con impredecibles consecuencias, según un informe.
En un artículo publicado el sábado en el portal estadounidense The National Interest se advierte de que los recientes vuelos de reconocimiento de los aviones de EE.UU. cerca de las fronteras de la Federación Rusa podrían constituir un peligroso juego de impredecibles consecuencias si derivaran en un escenario bélico entre estas dos superpotencias nucleares.
En lo que va de este mes de agosto, cazas Sujoi rusos han llegado a interceptar en hasta 6 ocasiones a un conjunto de aviones espías de EE.UU. en plena operación de reconocimiento sobrevolaban las aguas del mar Negro y el mar de Barents.
El informe sostiene que el uso de aviones espías por parte de EE.UU. no es una práctica inusual pues se trata de probar el alcance operativo de los sistemas de radar y al tiempo de que se obtiene información adicional sobre países que se consideran adversarios de Washington.
Sin embargo, aclara que tal ráfaga de vuelos durante un corto período de tiempo no es muy típico y plantea preguntas sobre las posibles razones que justifican tales operaciones, en esta ocasión, cerca de las fronteras rusas.
El texto, asimismo, deja claro que esta práctica de espionaje de vuelos de vigilancia cerca de las fronteras del uno al otro no es exclusivo de EE.UU., ya que los aviones rusos en alguna ocasión han estado sobrevolando aéreas cercanas al territorio estadounidense, en concreto cerca de Alaska.
No obstante, el sitio estadounidense hace hincapié en que la cantidad de incidentes de este tipo se ve eclipsada por el aumento de la actividad militar aérea estadounidense a lo largo de las fronteras de Rusia. En otras palabras, agrega, la mayoría de los encuentros de este tipo tienen lugar cerca de Rusia y a miles de kilómetros de la patria estadounidense.
Uno pensaría que los líderes militares y políticos de EE.UU. actuarían con mayor cautela. De hecho, la actual generación de funcionarios debería haber aprendido esa lección de la crisis de abril de 2001 que estalló cuando un avión de vigilancia estadounidense chocó con un caza chino.
Ese incidente condujo a una escalada de tensiones entre Pekín y Washington y la línea dura de ambas partes se involucró en un patriotismo descarado. Por suerte, la parte estadounidense pudo controlar la situación y resolvió la disputa mediante la diplomacia.
Dado el grado actual de hostilidad hacia Rusia entre las élites de opinión de EE.UU., cualquier posible percance que pudiera envolver a cualquiera de los aviones espías estadounidenses que sobrevuelan cerca de las fronteras rusas, podría ser usado como un pretexto por parte de los grupos antirrusos de Washington para magnificar una crisis que involucre un incidente similar a la de ya mencionada china.
En este sentido, agrega la columna, habría una presión política y mediática masiva sobre la Casa Blanca para que adopte una postura intransigente contra Moscú y “se enfrente a Vladimir Putin”.
Aumentar el número de vuelos de vigilancia cerca de Rusia es especialmente un acto imprudente en este momento, dada la turbulencia en la vecina Bielorrusia mientras los manifestantes intentan derrocar al gobernante del país, Alexander Lukashenko, desde hace mucho tiempo, señala el informe.
Las relaciones entre Rusia y Occidente, que se han estado deteriorando durante años a causa de la crisis de Ucrania, son especialmente tensas en este momento por el despliegue de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) cerca de las fronteras occidentales rusas, y un incidente similar al episodio de 2001 con China podría escalar fácilmente las tensiones provocando que la situación se les fuera de las manos.
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