El primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, y el rey saudí, Salman bin Abdulaziz Al Saud |
Enemigos ayer, amigos hoy, de eso se trata la relación entre Arabia Saudí y el régimen de Israel; después de mucho tiempo de tensiones, ahora, realizan consultas a alto nivel e incluso se encaminan hacia una coalición.
En este artículo pretendemos analizar el porqué de esa cercanía entre Tel Aviv y Riad, así como las posibilidades reales de una profundización de sus lazos.
Enemistad israelí-árabe
Los países árabes y el régimen israelí, desde 1948 cuando venció el mandato británico de Palestina, se han visto involucrados en un profundo caos, al punto de que los primeros, encabezados por Siria y Egipto, declararon la guerra al régimen de Israel en 4 veces ocasiones; 1948, 1956, 1967 y 1973, y se oponían a su establecimiento en los territorios ocupados de Palestina.
No obstante, en todas estas contiendas, los árabes fueron los perdedores, dejando tal sentimiento de rencor entre los pueblos árabes que ninguno de ellos reconocían al régimen de Israel como Estado e incluso pretendían su eliminación.
La Revolución Islámica de Irán
En estas circunstancias, en Oriente Medio, se registró un acontecimiento trascendental; el cambio de régimen en Irán y el establecimiento de una República Islámica con el derrocamiento del rey Pahlavi, principal socio de EE.UU. e Israel en la región. El nuevo sistema gobernante en el país persa impulsaba la ideología chií y pretendía su extensión. Una realidad amarga para Arabia Saudí que mantenía el wahabismo y veía cómo el nuevo orden impulsado por Irán contradecía sus intereses en la región, a causa del número de seguidores que, día a día, iban ganando en países como Irak, El Líbano, entre otros.
De esta forma, aquellos países como Israel y Arabia Saudí, que consideraban el nuevo sistema iraní como peligroso para su idolología y existencia, empezaron acercarse entre sí. El régimen de Al Saud, encabezado en la década de los ochenta por el entonces monarca Fahd bin Abdelaziz, anunció un plan de paz para dejar a un lado la negación de la existencia de Israel.
Además, después de la Conferencia de Madrid en 1991, Riad y el régimen de Tel Aviv fortalecieron aun más sus lazos y formaron cinco grupos de trabajo en diferentes ámbitos, como la crisis relacionada con el agua, el medio ambiente, la economía, los refugiados, el control de armas, entre otros.
En este mismo contexto, en 2002, Riad sostuvo que, en caso de que Israel se retirara hasta las fronteras del 4 de junio de 1967 y se resolviera el caso de los refugiados palestinos en base a la resolución 194 de la ONU, se normalizarían sus relaciones con el mundo árabe.
El enemigo de mi enemigo es mi amigo
Ahora, ante un eventual acuerdo entre Irán y el Grupo 5+1 (EE.UU., Rusia, China, Francia y el Reino Unido, más Alemania) sobre el programa nuclear del país persa, que según los expertos y las mismas autoridades saudíes e israelíes contribuiría a una mayor presencia de Irán en el ámbito internacional y aumentaría su influencia en la región de Oriente Medio, quien se considera el padrino del mundo árabe, Arabia Saudí, y aquellos que han sufrido grandes derrotas por parte de Israel están estableciendo íntimas relaciones de alto nivel con el régimen, para enfrentarse al Gobierno iraní, en busca de sus propios intereses.
Ambos, tanto Israel como Arabia Saudí, comparten una misma visión de detener la influencia iraní en la región, así que la posibilidad de que se alcance un acuerdo nuclear les ha dado una mayor motivación para unirse en contra de Teherán. En los últimos tiempos, han aumentado de forma notable los intercambios de visitas entre las autoridades israelíes y las saudíes.
Hace unos días, la agencia estadounidense de noticias Bloomberg puso de relieve que, durante una conferencia organizada por el Consejo para las Relaciones Exteriores de Estados Unidos, los representantes israelíes y saudíes reconocieron que, desde inicios de 2014, han mantenido cinco reuniones.
Reiteraron que, en encuentros en la India, Italia y la República Checa, se dedicaron a analizar métodos para frenar lo que consideran la creciente influencia de Irán en Oriente Medio, incluso han hablado de planes para cambiar el sistema gobernante iraní.
Incluso, el designado para ser el próximo director general del ministerio de exteriores de Israel, Dore Gold, y el retirado general saudí, Anwar Majed Eshki, exasesor del príncipe Bandar bin Sultan y exembajador en EE.UU., aseguraron que Riad y Tel Aviv buscan dejar a un lado las discrepancias del pasado y normalizar los lazos.
“No hemos resuelto todas las diferencias que nuestros países han mantenido durante años, pero esperamos poder solucionarlas por completo pronto", así afirmó Gold al Jerusalem Post.
Tales afirmaciones se producen unos años después de que Arabia Saudí propusiera un marco para una solución al conflicto en la que participarían no solo Israel y Palestina, sino otros países de la región, que se comprometerían a reconocer a Israel y establecer relaciones diplomáticas a cambio de la paz.
En este sentido, en diciembre pasado, el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, había anunciado que algunos países árabes buscan formar una coalición con Israel.
Al comparar la actitud de los ejércitos de estos dos se da cuenta de que Riad y Tel Aviv mantienen lazos muy íntimos en diferentes ámbitos como el político, el económico, el militar e incluso de Inteligencia.
En este contexto, un periódico israelí, citando a Amir Eshel, comandante de la fuerza aérea del régimen de Israel, puso de relieve que sus cazas secundan a Arabia Saudí y a sus aliados en la agresión contra Yemen. Anteriormente, el portal yemení de noticias ‘Yemensaeed’ había revelado que los satélites espías israelíes entregan información sobre las posiciones de los combatientes del movimiento popular yemení Ansarolá a Arabia Saudí.
A esto se suma la revelación del diario israelí Israel Today acerca de la visita del jefe de los servicios secretos israelíes (Mossad), Tamir Pardo, a Arabia Saudí y su reunión con su homólogo, el príncipe Bandar Bin Sultan, para examinar la evolución de la región y considerar un potencial ataque conjunto contra Irán.
Con todo esto y pese a que la idea que comparten ambos de que la unión les beneficia más, hay que recordar que sus discrepancias tienen raíces históricas y, desde tiempos muy remotos, árabes e israelíes nunca se han llevado bien; siempre han tenido problemas, así que pensar en formar una coalición no parece realista y tienen un largo camino por recorrer. FUENTE
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