El aparato, un Airbus A320, desapareció del radar sobre las 00:45 horas GMT tras adentrarse en el espacio aéreo egipcio poco más de un kilómetro y cuando se encontraba a unos 280 kilómetros de la costa de Egipto, según confirmaron las autoridades de este país. En su interior viajaban 30 ciudadanos egipcios y 15 franceses, entre otras nacionalidades. De sus ocupantes, 56 eran pasajeros, siete, tripulantes y los tres restantes agentes de seguridad.
Tras varias horas sin que se conociera cuál había sido la suerte del avión, dado en principio por desaparecido, el presidente francés, François Hollande, anunció que el aparato se había estrellado. Fue Hollande quien en primera instancia reconoció que no podía descartarse ninguna hipótesis, incluida la terrorista. Horas después eran distintas autoridades egipcias y rusas quienes admitían que con la información disponible todo hacía pensar que se trataba de un nuevo atentado terrorista. El jefe del Servicio Federal de Seguridad ruso (antiguo KGB), Alexandr Bórtnikov, explico que “por lo visto, se trata de un atentado terrorista que le ha costado la vida a 66 personas de diversos países”. Por ello, hizo un llamamiento a “todas las partes interesadas, incluidos los socios de Europa, a tomar conjuntamente medidas para identificar a las personas involucradas en este atentado terrorista”. En los mismos términos se expresó el ministro de Aviación egipcio, Sharif Fathi, quien apuntó que la posibilidad de que se tratara de un atentado terrorista era mayor que la de que se hubiera tratado de un fallo técnico, ya que, además, las condiciones climatológicas en el momento del suceso eran óptimas.
Apenas doce horas después de desaparecer de los radares de la torre de control de Atenas, los equipos de rescate encontraron los primeros fragmentos del avión a unas 130 millas al sureste de la isla griega de Kárpatos, y unas 200 a 230 millas al sureste de Creta. Se trata de la zona donde se había iniciado la operación de búsqueda. Según confirmó a Efe un portavoz del ministerio de Defensa, se trata de dos piezas de plástico con partes de color naranja. Aunque anoche Grecia desmentía que los restos hallados fueran del avión.
Por lo que se sabe de cómo se precipitó la tragedia, el A320 perdió mucha altura cuando ya llevaba entre 10 y 15 millas en el espacio aéreo egipcio.
“Primero dio un giro de 90 grados hacia la izquierda, luego giró 360 grados hacia la derecha, mientras caía de unos 37.000 a unos 15.000 pies”, explicó el ministro de Defensa griego, Panos Kamenos. El ministro hizo estas declaraciones en una rueda de prensa, en la que ofreció los detalles de la participación griega en la operación de rescate, en la que colaboraron aviones turcos, griegos, franceses y estadounidenses, además de barcos egipcios y helenos. A este dispositivo se añadieron dos helicópteros Super Puma griegos destacados en la isla de Kárpatos en estado de alerta y un submarino dispuesto a sumarse a la operación en caso de necesidad, como señaló el ministro griego. Sin embargo, tras el hallazgo horas después de los fragmentos en la Región de Información de Vuelo (FIR, por sus siglas en inglés) de Egipto, las autoridades de ese país informaron a Grecia de que ya no era necesaria su colaboración, según confirmó a Efe una fuente de la guardia costera.
Entre las nacionalidades de las personas que volaban a bordo del avión siniestrado había 30 egipcios, 15 franceses, un británico, un belga, dos iraquíes, un kuwaití, un saudí, un sudanés, un chadiano, un portugués, un argelino y un canadiense. Poco a poco, fueron conociéndose algunos aspectos de sus vidas.
Una de las víctimas es Ahmed Helal, francés de origen egipcio de 40 años y director de la fábrica de Procter & Gamble en Amiens (Francia). El pasado abril había recibido en la fábrica la visita del ministro francés de Economía, Emmanuel Macron y viajaba a El Cairo para visitar a su familiar.
Entre los franceses fallecidos figuran también, según Courrier de l’Ouest una pareja y sus dos hijos (de cuatro meses y dos años). Los cuatro eran originarios de la ciudad de Angers.
El británico fue identificado por The Independent como Richard Osman, también de 40 años. Según cuenta The Guardian, también viajaba en el vuelo Samar Ezzedin, de 27 años y azafata de Egyptair desde hace dos años. Acababa de casarse.
Un portavoz de la embajada de Chad en Francia, Muhammed Allamine, confirmó que la víctima chadiana, que estudiaba en la academia militar francesa de Saint-Cyr, acababa de perder a su madre. “Iba a Chad a llorar a su madre y a dar el pésame a su familia”, explicó Allamine. Por otra parte, uno de los egipcios que ha fallecido volvía de un tratamiento médico en Francia, según varios de sus amigos que habían acudido, desolados, al aeropuerto Charles de Gaulle. La víctima kuwaití era Abdulmohsen al-Muteiri profesor de Económicas y padre de dos niños; se dirigía a El Cairo para participar en una conferencia.
En cuanto a las reacciones políticas, éstas no se hicieron esperar. El Gobierno de EE UU se mostró cauto y admitió que es “muy pronto” para establecer las causas del siniestro, por lo que recordó que los investigadores considerarán “todos los factores”. “En este momento, es muy pronto para decir categóricamente qué causó este desastre”, afirmó el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest.
Fuente: Cinco Dias
Tras varias horas sin que se conociera cuál había sido la suerte del avión, dado en principio por desaparecido, el presidente francés, François Hollande, anunció que el aparato se había estrellado. Fue Hollande quien en primera instancia reconoció que no podía descartarse ninguna hipótesis, incluida la terrorista. Horas después eran distintas autoridades egipcias y rusas quienes admitían que con la información disponible todo hacía pensar que se trataba de un nuevo atentado terrorista. El jefe del Servicio Federal de Seguridad ruso (antiguo KGB), Alexandr Bórtnikov, explico que “por lo visto, se trata de un atentado terrorista que le ha costado la vida a 66 personas de diversos países”. Por ello, hizo un llamamiento a “todas las partes interesadas, incluidos los socios de Europa, a tomar conjuntamente medidas para identificar a las personas involucradas en este atentado terrorista”. En los mismos términos se expresó el ministro de Aviación egipcio, Sharif Fathi, quien apuntó que la posibilidad de que se tratara de un atentado terrorista era mayor que la de que se hubiera tratado de un fallo técnico, ya que, además, las condiciones climatológicas en el momento del suceso eran óptimas.
Apenas doce horas después de desaparecer de los radares de la torre de control de Atenas, los equipos de rescate encontraron los primeros fragmentos del avión a unas 130 millas al sureste de la isla griega de Kárpatos, y unas 200 a 230 millas al sureste de Creta. Se trata de la zona donde se había iniciado la operación de búsqueda. Según confirmó a Efe un portavoz del ministerio de Defensa, se trata de dos piezas de plástico con partes de color naranja. Aunque anoche Grecia desmentía que los restos hallados fueran del avión.
Por lo que se sabe de cómo se precipitó la tragedia, el A320 perdió mucha altura cuando ya llevaba entre 10 y 15 millas en el espacio aéreo egipcio.
“Primero dio un giro de 90 grados hacia la izquierda, luego giró 360 grados hacia la derecha, mientras caía de unos 37.000 a unos 15.000 pies”, explicó el ministro de Defensa griego, Panos Kamenos. El ministro hizo estas declaraciones en una rueda de prensa, en la que ofreció los detalles de la participación griega en la operación de rescate, en la que colaboraron aviones turcos, griegos, franceses y estadounidenses, además de barcos egipcios y helenos. A este dispositivo se añadieron dos helicópteros Super Puma griegos destacados en la isla de Kárpatos en estado de alerta y un submarino dispuesto a sumarse a la operación en caso de necesidad, como señaló el ministro griego. Sin embargo, tras el hallazgo horas después de los fragmentos en la Región de Información de Vuelo (FIR, por sus siglas en inglés) de Egipto, las autoridades de ese país informaron a Grecia de que ya no era necesaria su colaboración, según confirmó a Efe una fuente de la guardia costera.
Entre las nacionalidades de las personas que volaban a bordo del avión siniestrado había 30 egipcios, 15 franceses, un británico, un belga, dos iraquíes, un kuwaití, un saudí, un sudanés, un chadiano, un portugués, un argelino y un canadiense. Poco a poco, fueron conociéndose algunos aspectos de sus vidas.
Una de las víctimas es Ahmed Helal, francés de origen egipcio de 40 años y director de la fábrica de Procter & Gamble en Amiens (Francia). El pasado abril había recibido en la fábrica la visita del ministro francés de Economía, Emmanuel Macron y viajaba a El Cairo para visitar a su familiar.
Entre los franceses fallecidos figuran también, según Courrier de l’Ouest una pareja y sus dos hijos (de cuatro meses y dos años). Los cuatro eran originarios de la ciudad de Angers.
El británico fue identificado por The Independent como Richard Osman, también de 40 años. Según cuenta The Guardian, también viajaba en el vuelo Samar Ezzedin, de 27 años y azafata de Egyptair desde hace dos años. Acababa de casarse.
Un portavoz de la embajada de Chad en Francia, Muhammed Allamine, confirmó que la víctima chadiana, que estudiaba en la academia militar francesa de Saint-Cyr, acababa de perder a su madre. “Iba a Chad a llorar a su madre y a dar el pésame a su familia”, explicó Allamine. Por otra parte, uno de los egipcios que ha fallecido volvía de un tratamiento médico en Francia, según varios de sus amigos que habían acudido, desolados, al aeropuerto Charles de Gaulle. La víctima kuwaití era Abdulmohsen al-Muteiri profesor de Económicas y padre de dos niños; se dirigía a El Cairo para participar en una conferencia.
En cuanto a las reacciones políticas, éstas no se hicieron esperar. El Gobierno de EE UU se mostró cauto y admitió que es “muy pronto” para establecer las causas del siniestro, por lo que recordó que los investigadores considerarán “todos los factores”. “En este momento, es muy pronto para decir categóricamente qué causó este desastre”, afirmó el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest.
Fuente: Cinco Dias
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