Dólares (Foto: Reuters)
La política americana de aislamiento contra Moscú y su agresividad contra Beijing, no ha resultado benéfica sino perjudicial para sus intereses de fondo.
El viernes pasado, la agencia rusa de noticias Itar-Tass publicó una nota titulada“Gazprom firma acuerdos para cambiar de dólares a euros”. Y es que Gazprom Neft, filial de la mayor extractora de gas natural, Gazprom, en efecto promovió entre sus clientes el cambio de forma de pago de sus contratos en divisa de dólares a euros, y en el caso de Bielorrusia, a rublos.
El director de la compañía aseguró en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, que el resultado fue positivo con el 90 por ciento de sus clientes y que algunos contratos incluso cambiarían de dólares a euros y yuanes. El pago más amplio en rublos más adelante tampoco se descarta.
Gazprom Neft es una empresa petrolera dedicada a la exploración de petróleo y gas; producción, venta y distribución de petróleo crudo y derivados. Sus reservas probadas ascienden a 1,340 millones de toneladas equivalentes de petróleo, situándose entre las 20 compañías del sector más grandes del mundo, la tercera mayor en Rusia en refinación y cuarta en producción petrolera. No es poca cosa.
De esta manera, la desdolarización del mundo continúa a paso lento, pero consistente. No podía ser de otra manera tras la escalada de tensiones entre el bloque occidental por un lado y la alianza Rusia-China por el otro. Recordemos que a esto ha contribuido el conflicto en Ucrania, la disputa por las islas del Mar de la China Meridional y claro, la acusación del Departamento de Justicia estadounidense contra cinco oficiales militares chinos por el robo (espionaje) de datos de seis empresas y sindicatos americanos.
Aquí explicamos en su oportunidad que las sanciones a cargo de EE.UU. contra Rusia por la anexión de la península de Crimea, serían un disparo en el propio pie, pues el pretendido aislamiento de aquella la empujaría a los brazos de Beijing como estrategia de defensa.
Así ha sido y los resultados se han dejado ver muy rápido. De hecho tienen en la firma del histórico acuerdo para la venta de gas ruso a China por 400 mil millones de dólares y una vigencia de 30 años, su máxima expresión. No por nada las contrapartes son respectivamente el mayor productor y consumidor de gas en el planeta. Décadas de negociaciones se destrabaron en cuestión de meses, gracias a Obama.
No podemos perder de vista que ambas potencias comparten el objetivo no dicho de debilitar a Washington y su petrodólar en el largo plazo. Por extraño que parezca, la política americana de aislamiento contra el gobierno de Moscú y su agresividad contra el de Beijing, no ha resultado benéfica sino perjudicial para sus intereses de fondo.
Estados Unidos, consciente o no, ha herido de muerte la supremacía del dólar, aunque no solo por razones de política exterior, sino también por su corrupción monetaria desde adentro: irresponsabilidad fiscal, abandono del patrón oro, deudas exponenciales e impresión masiva de billetes.
Por eso –y como en cuestiones de poder las casualidades no existen, no se deben desdeñar las declaraciones del presidente ruso Vladimir Putin en San Petersburgo: “Para nosotros (Rusia y China), es importante depositarlas (las reservas de oro y divisas) de una manera racional y segura”, agregando que “juntos tenemos que pensar en cómo hacerlo, teniendo en cuenta la complicada situación de la economía global.”
En este mismo sentido va la venta rusa del 20% de sus tenencias de bonos del Tesoro americano en marzo y la compra de 900 mil onzas de oro en abril pasado. Es obvio que ese “depósito seguro” de reservas pasa por no dejarlas en manos en las que no confían, lo que explica por supuesto la permanente acumulación rusa y china de oro físico, pues no puede ser confiscado o congelado por Occidente.
El “pico” del dólar (su cénit) ha quedado atrás y los principales responsables no están en Asia sino en Norteamérica. Pero eso sí, chinos y rusos lo saben de sobra y se anticipan en consecuencia. Ojalá que el disgusto americano a la hora de buscar culpables no escale a un punto de conflagración internacional, pero por desgracia, no lo podemos descartar.
La política americana de aislamiento contra Moscú y su agresividad contra Beijing, no ha resultado benéfica sino perjudicial para sus intereses de fondo.
El viernes pasado, la agencia rusa de noticias Itar-Tass publicó una nota titulada“Gazprom firma acuerdos para cambiar de dólares a euros”. Y es que Gazprom Neft, filial de la mayor extractora de gas natural, Gazprom, en efecto promovió entre sus clientes el cambio de forma de pago de sus contratos en divisa de dólares a euros, y en el caso de Bielorrusia, a rublos.
El director de la compañía aseguró en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, que el resultado fue positivo con el 90 por ciento de sus clientes y que algunos contratos incluso cambiarían de dólares a euros y yuanes. El pago más amplio en rublos más adelante tampoco se descarta.
Gazprom Neft es una empresa petrolera dedicada a la exploración de petróleo y gas; producción, venta y distribución de petróleo crudo y derivados. Sus reservas probadas ascienden a 1,340 millones de toneladas equivalentes de petróleo, situándose entre las 20 compañías del sector más grandes del mundo, la tercera mayor en Rusia en refinación y cuarta en producción petrolera. No es poca cosa.
De esta manera, la desdolarización del mundo continúa a paso lento, pero consistente. No podía ser de otra manera tras la escalada de tensiones entre el bloque occidental por un lado y la alianza Rusia-China por el otro. Recordemos que a esto ha contribuido el conflicto en Ucrania, la disputa por las islas del Mar de la China Meridional y claro, la acusación del Departamento de Justicia estadounidense contra cinco oficiales militares chinos por el robo (espionaje) de datos de seis empresas y sindicatos americanos.
Aquí explicamos en su oportunidad que las sanciones a cargo de EE.UU. contra Rusia por la anexión de la península de Crimea, serían un disparo en el propio pie, pues el pretendido aislamiento de aquella la empujaría a los brazos de Beijing como estrategia de defensa.
Así ha sido y los resultados se han dejado ver muy rápido. De hecho tienen en la firma del histórico acuerdo para la venta de gas ruso a China por 400 mil millones de dólares y una vigencia de 30 años, su máxima expresión. No por nada las contrapartes son respectivamente el mayor productor y consumidor de gas en el planeta. Décadas de negociaciones se destrabaron en cuestión de meses, gracias a Obama.
No podemos perder de vista que ambas potencias comparten el objetivo no dicho de debilitar a Washington y su petrodólar en el largo plazo. Por extraño que parezca, la política americana de aislamiento contra el gobierno de Moscú y su agresividad contra el de Beijing, no ha resultado benéfica sino perjudicial para sus intereses de fondo.
Estados Unidos, consciente o no, ha herido de muerte la supremacía del dólar, aunque no solo por razones de política exterior, sino también por su corrupción monetaria desde adentro: irresponsabilidad fiscal, abandono del patrón oro, deudas exponenciales e impresión masiva de billetes.
Por eso –y como en cuestiones de poder las casualidades no existen, no se deben desdeñar las declaraciones del presidente ruso Vladimir Putin en San Petersburgo: “Para nosotros (Rusia y China), es importante depositarlas (las reservas de oro y divisas) de una manera racional y segura”, agregando que “juntos tenemos que pensar en cómo hacerlo, teniendo en cuenta la complicada situación de la economía global.”
En este mismo sentido va la venta rusa del 20% de sus tenencias de bonos del Tesoro americano en marzo y la compra de 900 mil onzas de oro en abril pasado. Es obvio que ese “depósito seguro” de reservas pasa por no dejarlas en manos en las que no confían, lo que explica por supuesto la permanente acumulación rusa y china de oro físico, pues no puede ser confiscado o congelado por Occidente.
El “pico” del dólar (su cénit) ha quedado atrás y los principales responsables no están en Asia sino en Norteamérica. Pero eso sí, chinos y rusos lo saben de sobra y se anticipan en consecuencia. Ojalá que el disgusto americano a la hora de buscar culpables no escale a un punto de conflagración internacional, pero por desgracia, no lo podemos descartar.
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