Fuente:Dormidont Viskarev
El ruido mediático provocado desde el comienzo de los bombardeos rusos contra el Estado Islámico ha sido mucho mayor que el provocado por la coalición liderada desde hace meses por los EE UU.
Sin embargo, las respuestas de Occidente a los bombardeos rusos han sido mucho menos rotundas que en Ucrania.
El presidente francés, François Hollande, declaró que, bajo determinadas circunstancias, podrían acordarse ataques conjuntos con Rusia contra el Estado Islámico. La canciller Angela Merkel considera que Rusia debe desempeñar un papel importante en la resolución de la crisis siria, y que debería permitirse que Bashar al Asad participase en el proceso.
En contraste, el Reino Unido se ha referido a las acciones rusas en Siria como un "serio problema". Las críticas de los EE UU también son algo subidas de tono y se ha llegado a hablar de la posibilidad de imponer nuevas sanciones a Moscú.
Se dice que Rusia no solo ha atacado al Estado Islámico, sino también a la rebeldes "moderados" de la oposición. Siete países (Alemania, Francia, Reino Unido, EE UU, Arabia Saudí, Turquía y Catar) sacaron una declaración tras el primer bombardeo que hablaba de la "preocupación" por la supuesta muerte de civiles en los ataques. Es llamativo que tras el accidental bombardeo de los EE UU de un hospital de Médicos Sin Fronteras en Kunduz, Afganistán, no hubiera declaraciones similares.
Esta "preocupación" acerca del apoyo de Moscú a Asad amenaza con convertirse en una guerra informativa en toda regla y, a largo plazo, en una confrontación indirecta con las fuerzas aéreas rusas, ya que quienes critican ahora a Moscú podrían entregar armas a estos grupos de la oposición. Está claro que tras estas críticas, hay cuestiones relacionadas con la agenda política propia, y no se limitan a la lucha contra el Estado Islámico.
Desde este ángulo hay que considerar las duras críticas a Moscú de Riyad o Doha, que fueron, no solo fuentes de inspiración ideológica (y financiera) contra Asad sino también espónsores de varios grupos que luchan contra el presidente sirio.
Turquía mira con lupa las acciones de Rusia y protestó por las incursiones de cazas rusos en su espacio aéreo. Desde el principio ha propuesto la idea de crear una zona de exclusión aérea y una zona "depurada" a lo largo de la frontera norte del país árabe.
La intervención rusa ha trastocado estos planes. Mientras tanto, el territorio del norte de Siria está controlado por los kurdos y Turquía no quiere que los kurdos iraquíes y turcos actúen de manera conjunta para tratar de luchar por su independencia. Recientemente el país otomano se ha unido a una coalición que lucha contra el Estado Islámico y aprovechan para atacar posiciones de los kurdos.
Washington también critica a Moscú por golpear "objetivos erróneos", refiriéndose a grupos moderados de rebeldes que se oponen a Asad. Sin embargo, los EE UU no dicen quienes son estos grupos moderados. Es como si los representantes del Pentágono y de la Casa Blanca fueran reacios a responder si la coalición liderada por ellos ataca posiciones de grupos como Jabhat al-Nusra (que a su vez, a veces se enfrenta al ISIS) o Ahrar Al-Sham, parte del Frente Islámico y conocido por haber hecho una masacre similar a las del Estado Islámico en la ciudad industrial de Adra, cerca de Damasco, probablemente porque la coalición liderada por los EE UU no atacó sus posiciones.
El Frente Islámico y el Ejército del Islam, que tienen planes de construir un estado bajo la sharia en Siria, recibe apoyo de Arabia Saudí. Es difícil considerar moderados a estos grupos. El Frente Revolucionario de Siria, otra organización calificada recientemente como moderada, es muy cercana al Frente Islámico.
Habitualmente, cuando Occidente habla de grupos moderados se refiere al Ejército Libre Sirio (ELS), creado a principios de la guerra por oficiales que habían desertado y se oponían a Asad. Sin embargo, hay numerosos grupos que forman el ELS, entre ellos yihadistas, y desde el principio ha estado muy influido por la facción siria de los Hermanos Musulmanes, que recibió apoyo por el gobierno de Tayyip Erdogan.
El ELS prácticamente se desintegró la primavera pasada, aunque pequeños grupos combaten bajo su paraguas. En algunos casos se unen a los islamistas y hay también mercenarios que luchan en uno u otro bando.
La presión sobre Rusia seguirá aumentando. El objetivo es forzar al Kremlin a dejar las acciones que puedan fortalecer la posición de Asad. La presión que pueda resistir el Kremlin es una cuestión diplomática de la que dependerá el propio papel de Asad en un futuro proceso de transición.
En términos de objetivos militares. Debido a las pérdidas territoriales que ha tenido el Ejército gubernamental a lo largo de este año, la recuperación del terreno con ayuda desde el aire, durará de dos a tres meses. Cuanto antes se consiga, mejor, ya que en invierno hay severas tormentas de arena.
Gueorgui Bovt es politólogo y miembro del Consejo de Exteriores y de Defensa.
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