El Presidente Trump sale en dos semanas para una gira de 11 días a Asia, en donde sostendrá reuniones cumbre con el Presidente Xi de China, el primer ministro Abe de Japón, los Presidentes Duterte de las Filipinas y Moon de Corea del Sur, y según la Casa Blanca, quizás con el Presidente Putin en el marco de la reunión del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC, en sus siglas en inglés), a la que asistirán ambos.
Los ataques contra la Iniciativa de la Franja y la Ruta, de China, en la prensa financiera y nacional de Estados Unidos, se ha convertido en un rugido estruendoso, en la medida en que crece el temor en Wall Street de que Trump pueda hablar con el Presidente Xi sobre la cooperación en proyectos de infraestructura, sobre todo; quizás con Abe; e incluso con Duterte, país que es ya receptor de un financiamiento sustancial para su infraestructura, tan necesaria desde hace tiempo, por parte de China. El Presidente podría iniciar la entrada de Estados Unidos al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII); se podría unir a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, como lo han venido planteando EIR y el Comité de Acción Política LaRouche desde 2014.
Hasta medios tan poco progresistas como el New York Times reconocerían que le emisión de crédito público que ha hecho China para realizar las obras de infraestructura de tecnología avanzada han funcionado muy bien, mientras que las infames asociaciones público-privadas no han servido. Pero ahora desde el Wall Street Journal, hasta la revista Time, y el semanario Economist de Londres, han convertido a la Iniciativa de la Franja y la Ruta en un esquema geopolítico de “naciones cautivas” prácticamente, y los créditos de China para los proyectos se han convertido en mecanismos para esclavizar a las naciones. ¡Si se muerden la lengua, se envenena! O como diría otro, “el ladrón cree que todos son de su condición”.
Lo que está de por medio realmente, es la posibilidad de que las buenas relaciones de Trump con Xi, Putin y Abe, puedan comenzar a convertirse en una verdadera cooperación para el beneficio económico y social mutuo de sus naciones, y de muchas otras naciones también, fomentando así el proceso de optimismo cultural que tanto necesita Estados Unidos. Esta cooperación es precisamente en lo que consiste la Iniciativa de la Franja y la Ruta, como lo atestigua el testimonio de líderes de África, de Asia central y del sudeste, de Europa oriental, y cualquier periodista honesto de esos países también (vea https://youtu.be/H1CRot6d-xE).
Contra todo esto, las hienas de Wall Street ladran rabiosas a Trump para que no lo haga.
Pero la presión dentro de Estados Unidos, para que el gobierno enfrente los llamados “desastres naturales” de septiembre, es cada vez más intensa. Los desastres acercaron a los ciudadanos del país de manera más estrecha, y al mismo tiempo dejaron ver que Estados Unidos carece de la infraestructura económica básica moderna para proteger a sus ciudadanos; por mucho tiempo sus dirigentes dejaron de fomentar el bienestar general, al costo de muchas vidas humanas y de muchos cientos de miles de millones de dólares en empleos productivos y de riqueza económica.
Pero aparte de la presión, hay una ausencia de ideas. Aunque la Casa Blanca y el Congreso han prometido “planes de infraestructura”, hay un vacío de ideas en cuanto a como hacerlo. Mientras que Las Filipinas están finalmente consiguiendo iniciar proyectos de transporte e infraestructura para el control de inundaciones con el crédito de China; y mientras que las naciones de África se unen a China para finalmente empezar a erradicar la pobreza extrema; no hay un plan para llevar la energía eléctrica moderna a Puerto Rico.
Las “Cuatro Leyes nuevas para salvar a la nación” de Lyndon LaRouche de 2014, llevan ese vacío. Ello exige, de lo más inmediato, la reinstitución de la Ley Glass-Steagall contra Wall Street, y la creación por parte del Congreso de un banco nacional para emitir crédito a gran escala para nuevas plataformas de infraestructura. La integración a la Iniciativa de la Franja y la Ruta es el mecanismo idóneo potencial para iniciar esas acciones. El Presidente tiene que ignorar los terribles ladridos de Wall Street, y hacerlo.
https://es.larouchepac.com/es/20171023-0
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