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sábado, 1 de diciembre de 2018

EEUU explora la escalada nuclear de China, en caso de una guerra convencional



En medio de la guerra comercial de EEUU y China, Caitlin Talmadge —profesora asociada de Estudios de Seguridad de la Universidad de Georgetown— realiza el ejercicio teórico de analizar la posibilidad de que una guerra convencional con EEUU puede ser escalada por China a un nivel nuclear.

La clásica doctrina nuclear china consiste en no ser usadas en primer término ('non first use'), salvo en caso de represalias.

Llama la atención que cierto tipo de 'think tanks' ahora se libren a elucubraciones nucleares sobre las intenciones de China en el caso de la escalada de una guerra convencional de Washington, cuando EEUU ha sido el único país en la historia de la humanidad en haber lanzado dos bombas nucleares sobre las poblaciones civiles de Hiroshima y Nagasaki, lo cual parece habérsele olvidado a los gobernantes nipones contemporáneos.

Son momento de alta tensión militar entre EEUU y China.

En vísperas de la negociación entre Trump y Xi Jinping al margen de la cumbre del G20 en Buenos Aires, EEUU envía un crucero de misiles guiados al mar del Sur de China para desafiar los reclamos excesivos de Pekín, mientras que China se encuentra en estado de 'alta alerta' conforme navíos de guerra de EEUU zarpan al estrecho de Taiwán por tercera vez este año.

Las negociaciones son de tira y afloja cuando ya regresó el súper-halcón Peter Navarro a la lista de invitados de Trump a la cena con Xi Jinping.

En la edición de noviembre de 2018 de la influyente revista Foreign Affairs, Caitlin Talmadge pondera la "opción nuclear de Pekín" y la razón por la cual una guerra entre EEUU y China "puede escalar fuera de control".

El articulo fue adaptado de '¿Irá China a una guerra nuclear? ', publicado en International Security en 2017. Es extraño que lo hayan reproducido 20 meses más tarde.

Hoy, el peligro radica en la interpretación de las intenciones de EEUU por China.

Desde Hiroshima y Nagasaki, pasando por la Primera y la Segunda Guerra Mundial, hasta sus nuevas guerras en varios países de Oriente Medio basadas en mendacidades (como las inexistentes armas de destrucción masiva en Irak), las intenciones de EEUU no han sido samaritanas, sino que busca prevalecer como el supremo 'hegemón', lo cual ha llegado a su fin.
A su juicio, en caso de que "Pekín interprete la erosión de sus fuerzas nucleares en mar y tierra como un esfuerzo deliberado para destruir su disuasión nuclear, o quizá aún como preludio a un ataque nuclear, puede buscar una escalada nuclear limitada (sic) como una manera de forzar el fin del conflicto".

China podría usar así sus armas nucleares para "destruir instantáneamente las bases aéreas de EEUU que plantea la mayor amenaza a su arsenal".

Otra opción pudiera ser que China lance un ataque nuclear "sin propósito militar directo" —en un área despoblada o en el mar— para "advertir de que EEUU cruzó una línea roja".

Según la autora, China reconoce su debilidad de disuasión nuclear marítima como "relativamente pequeña y débil" por lo que tiene contemplado en su cálculo "perder algunos de sus misiles balísticos en sus submarinos durante una guerra".

Aunque "la escalada nuclear parezca descabellada, la historia de China sugiere lo contrario" y abulta que en 1969 "China estuvo al borde de una guerra nuclear con la URSS" debido a una disputa fronteriza.

Archivos desclasificados de Moscú exhiben que la URSS "nunca intentó ir mas allá de sus amenazas nucleares", pero que la paranoia china ya estaba dispuesta a usar su arsenal nuclear en forma defensiva: "China envió señales de que estaba considerando usar sus armas nucleares, pese a que esperaba represalias devastadoras". La autora considera que este patrón de conducta "puede desplegarse hoy de nuevo".

Un problema radica en que no existe una mecánica que permita "una desescalada tras bambalinas durante un conflicto".

En forma anómala, los dos países detentan una "formal línea caliente militar", pero que no conecta a sus líderes políticos, lo que amplifica las interrogantes sobre las intenciones mutuas.

Dadas su 'doctrina militar' y su 'gran estrategia', el manual estándar en tiempos de guerra de EEUU "es probable que arrincone a China" y no le deje otra alternativa que la opción nuclear.

Lo lógico para Washington sería "considerar estrategias alternativas que dejen las capacidades nucleares de China sin tocar": desde obligar a China a un bloqueo naval distante, hasta confinar la campaña de EEUU a operaciones navales y aéreas en la cercanía de la costa china con el fin de evitar ataques en su territorio donde se encuentra el grueso de sus armas nucleares.

La situación se complica debido a que también el grueso de las capacidades convencionales de China se encuentran localizadas en pleno territorio, cuando la predilección de EEUU radica en "reducir sus propias bajas y destruir rápidamente las fuerzas enemigas".

A juicio de Talmadge, "nadie desea que una guerra de EEUU y China se torne nuclear", pero "una campaña de EEUU que evite la escalada mientras permite que las fuerzas convencionales de China conviertan a Taiwán en una ruina humeante no parecería para nada una victoria".

A su juicio, China "es probable que busque alguna ventaja estratégica" al vincular las ojivas nucleares y convencionales en los mismos misiles, lo que presagia la escalada nuclear": Pekín pensaría que tal vinculo convencional/nuclear en el mismo misil "puede contribuir a la disuasión nuclear, lo cual probablemente impediría que EEUU opte por la guerra en primer lugar".

Juzga que "si Pekín se beneficia de que Washington crea que no existe una vía segura de librar una guerra, por su parte EEUU se beneficia si China cree que la guerra resultaría no solamente en la derrota convencional de China, sino también en su desarme nuclear". Agrega que "EEUU podría creer que este temor puede darle mayor influencia durante un conflicto y quizá disuadir a China de iniciar una guerra".

Talmadge es pesimista en cuanto al "valor de garantías en tiempos de paz" por ninguna de las partes y que, al contrario, "cortejan la inestabilidad", por lo que "los lideres de los dos lados deben buscar vías para resolver las disputas políticas, económicas y militares sin recurrir a la guerra que puede rápidamente tornarse catastrófica para la región y el mundo".

El análisis de una guerra nuclear de China (con 280 ojivas) contra EEUU (1.400 ojivas) peca de unidimensional y reduccionista al no tomar en cuenta la postura que adoptaría Rusia, hoy la máxima superpotencia militar del planeta, con su nueva panoplia supersónica/hipersónica/subsónica que ha forjado una 'asociación estratégica' con China y de la cual no se conocen sus cláusulas secretas militares.

Perturba que la autora maneje la indefectibilidad de los aliados de EEUU, como Corea del Sur y Japón —lo cual habría que valorar a la hora de la verdad bélica—, mientras no toma en cuenta para nada el posible paraguas nuclear ruso susceptible de ser proveído a China.

Se nota que la autora no ha leído o elude el libro 'Guerras irrestrictas: el plan maestro de China para destruir EEUU' de los coroneles Qiao Liang y Wang Xiangsui, quienes proponen una guerra asimétrica para golpear mediante "alternativas formas de guerra" las vulnerabilidades de EEUU.

Si EEUU cesa de provocar en todos los frentes a China, no hay razón por la que Pekín escale su confrontación a un nivel nuclear

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