A primera vista, uno tiene la impresión de estar viendo el guion de una película catastrofista de Hollywood. Pero es uno de los escenarios previstos en el informe oficial para el año 2018 de la comisión que el Congreso estadounidense ha nombrado para estudiar la Estrategia de Defensa Nacional:
«En 2019, basándose en noticias falsas que anunciaban atrocidades contra las poblaciones rusas en Letonia, Lituania y Estonia, Rusia invadió esos países. Mientras las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN preparan su respuesta, Rusia declara que un ataque contra sus fuerzas en esos países será considerada como un ataque contra Rusia misma, planteando una respuesta nuclear. Submarinos rusos atacan los cables transatlánticos de fibra óptica y hackers rusos interrumpen las redes eléctricas en Estados Unidos, mientras que las fuerzas militares rusas destruyen los satélites militares y comerciales estadounidenses. Las mayores ciudades estadounidenses se ven paralizadas. Internet y los teléfonos móviles quedan fuera de servicio.»
La comisión bipartidista –se compone de 6 republicanos y 6 demócratas– plantea un escenario análogo en Asia: en 2024, China ataca Taiwán por sorpresa, ocupa la isla y Estados Unidos no está en condiciones de intervenir con un costo aceptable porque las capacidades militares chinas han seguido creciendo mientras que las de Estados Unidos se estancaron por causa de un presupuesto militar insuficiente.
Según la comisión, esos escenarios ejemplifican el hecho que «la seguridad y el bienestar de Estados Unidos corren más peligro del que nunca corrieron en las últimas décadas». Desde la Segunda Guerra Mundial «Estados Unidos ha servido de guía a la construcción de un mundo de inusual prosperidad, libertad y seguridad. Esta realización, con la que [Estados Unidos] se ha beneficiado enormemente, ha sido posible gracias al inigualable poderío militar estadounidense.»
Pero ese poderío militar estadounidense, «columna vertebral de la influencia en el mundo y de la seguridad nacional de Estados Unidos», se ha desgastado peligrosamente. Y eso se debe a que «competidores autoritarios –especialmente Rusia y China– están en busca de hegemonía regional y de medios para proyectar su poderío a escala mundial».
La comisión advierte que será una tragedia de imprevisibles dimensiones, pero seguramente terrible, si Estados Unidos permite que sus intereses nacionales se vean en peligro por no tomar «decisiones duras y [hacer] inversiones necesarias». Así que la comisión propone un nuevo aumento del presupuesto militar estadounidense –que ya representa actualmente un 25% del presupuesto federal– en un rango que iría del 3 al 5% anual, sobre todo para incrementar el despliegue de fuerzas estadounidenses (submarinos, bombarderos estratégicos, misiles de largo alcance) en la región indo-pacífica, donde «están activos 4 de nuestros 5 adversarios (el quinto es Irán): China, Corea del Norte, Rusia y grupos terroristas».
La visión estratégica que se desprende del informe del Congreso –más preocupante aún si recordamos que en la comisión hay la misma cantidad de republicanos y demócratas– no deja espacio a dudas. Estados Unidos, país que desde 1945 ha provocado con sus guerras la muerte de entre 20 y 30 millones de personas (más los cientos de millones de muertes provocadas por los efectos indirectos de las guerras) supuestamente para «construir un mundo de inusual prosperidad, libertad y seguridad, con las que se ha beneficiado enormemente», está dispuesto a todo con tal de conservar su «potencia militar sin igual», en la que se basa su imperio pero que está desmoronándose con el surgimiento de un mundo multipolar.
La comisión del Congreso estadounidense plantea en ese sentido varios escenarios hipotéticos de agresión contra Estados Unidos, escenarios que no pasan de ser una imagen especulativa de la estrategia agresiva que ese mismo país aplica contra otras naciones y que ya amenaza con llevar el mundo a la catástrofe.
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