El asunto es que Sana Bin Laden, hermana del maléfico terrorista, iba a declarar ante una comisión parlamentaria inglesa sobre la guerra de Irak que su hermano estaba siendo tratado de una grave enfermedad en Dubai dos meses antes del 11-S y que dos agentes de la CIA le convencieron para ser trasladado a un hospital de Paquistán… el día 10 de septiembre del 2001.
La razón concreta del asesinato de Sana Bin Laden es que, además, iba a declarar que los atentados fueron financiados por los príncipes sauditas Fahd bin Salman y Ahmed bin Salman a través de unas cuentas de la reina Isabel sitas en el banco suizo KPMG, cosa que, evidentemente, no le hizo ninguna gracia a la jefa de estado de la Commonwealth, en un supuesto acuerdo de armas por petróleo.
Al parecer, uno de los príncipes avisó a Sana de que se iba a producir el atentado, por lo que buscó refugio en un rancho en Kentucky propiedad del sudafricano John Chandler, que también cuida los caballos de la reina Isabel y el príncipe Ahmed.
Para no dejar pistas, el propio príncipe Ahmed fue asesinado menos de un año después del 11-S (julio 2002) y, en el propio funeral, también mataron al otro príncipe que financió el 11-S, Fahd.
No hay comentarios:
Publicar un comentario