¿Cuál es el objetivo de la operación?
Desde el primer día en que se constató, en 2012, que el repliegue táctico del ejército sirio en el norte del país iba a dar paso a un autogobierno afín a la guerrilla kurdoturca PKK, Turquía manifestó su intención de no permitir que una fuerza de este tipo se consolidase en su frontera con Siria. Esta postura sólo se aflojó entre 2013 y 2014, cuando, coincidiendo con el proceso de paz, Ankara no sólo recibió al líder del partido kurdosirio PYD sino que también facilitó la defensa de la ciudad de Kobane frente al Estado Islámico (IS).
El fracaso del proceso, que ha traído una de las fases más sangrientas del conflicto kurdo, y la decisión de EEUU de armar y entrenar a la milicia kurdosiria YPG/J para acabar con el IS, han enervado a la mayoría de turcos. Recep Tayyip Erdogan, un hábil estratega político que busca su elección como presidente ejecutivo, ha visto en la ofensiva de Afrin no sólo una forma de debilitar a las milicias autonomistas kurdas apelando al derecho a la defensa propia, sino también un medio para incrementar su saco de votos nacionalistas.
Invadir Afrin es, para los chovinistas turcos, un golpe simbólico al "terrorismo" y al "imperialismo" de EEUU, que lo sostiene. La prensa turca se ha sumado a esta vorágine nacionalista con titulares épicos y comparaciones con la invasión del norte de Chipre del 74. Las autoridades religiosas turcas han organizado rezos por los soldados que participan en la ofensiva. Las fuerzas de seguridad han detenido a 30 personas por criticar en las redes sociales la operación militar, y han prohibido toda protesta en su contra.
¿Quién participa?
Las dos principales implicadas son las Fuerzas Armadas Turcas (TSK, en siglas turcas) y una serie de brigadas del Ejército Libre de Siria (ELS), nacidas para combatir contra las fuerzas leales a Bashar Asad pero que esta vez actúan, de nuevo, a favor de los actuales intereses turcos. Según el periódico 'Yeni Safak', dos brigadas formadas por soldados de infantería y fuerzas especiales, lideradas por el comandante del segundo ejército, Metin Temel, operarán dentro de Siria junto a 5.000 efectivos del ELS.
A diferencia de la anterior operación Escudo del Éufrates, esta vez Rusia ha autorizado a las TSK a usar el espacio aéreo sirio. Su luz verde propicia una ventaja crucial para los atacantes en un terreno abrupto como el de Afrin. Paradójicamente, una de las bases empleadas por la aviación turca para bombardear a las milicias kurdas es Incirlik, la misma desde la que han despegado numerosos aviones de la coalición internacional anti IS, respaldando a estas mismas milicias en sus avances sobre el IS en sitios como Raqqa.
¿Cómo influirá en el curso de la guerra siria?
El conflicto está tan enmarañado que el mismo resultado de la operación 'Rama de olivo' es impredecible. Existe un acuerdo entre la mayoría de expertos en el conflicto sirio en que la ofensiva alargará una guerra ya agónica que pronto cumplirá siete años. El cambio más tangible sobre el terreno, se cree, será un 'trueque' territorial en la provincia de Idlib: las fuerzas leales al Gobierno sirio avanzarán sobre suelo opositor a la par que los opositores, con ayuda de Turquía, carvan una nueva zona en la que asentarse en Afrin.
Si Ankara cumple su objetivo, logrará someter una franja de territorio extendida por el norte de las provincias de Idlib y Alepo, siguiendo su frontera, que, de ampliarse -tal y como ha prometido Erdogan- alcanzará el norte de Raqqa. La consolidación de este 'protectorado turco', no obstante, depende del frágil e inflamable juego de alianzas entre actores internos -Gobierno sirio, fuerzas leales y alzadas, grupos armados fundamentalistas- y externos -Rusia, Irán y EEUU, principalmente- y sus intereses cruzados y cambiantes.
¿Cómo ha reaccionado la comunidad internacional?
Mayormente entre la reticencia y el reconocimiento del derecho a la defensa propia. Los hechos han demostrado una correlación entre el incremento de potencial de las YPG/J, con apoyo de EEUU, y la letalidad de los ataques en suelo turco del PKK, a veces perpetrados por combatientes entrenadas en Siria. Esto es lo que denuncia Ankara a Washington, que trató de aplicar paños calientes tapando las siglas YPG/J bajo el paraguas de la coalición multiétnica -dominada por ellas- Fuerzas Democráticas Sirias (SDF).
La efectividad de las SDF frente al IS, la hábil gestión de sus territorios y su ideología, menos sectaria que la de otros actores en Siria -además de una alta dosis de propaganda, en muchos casos nacida en Occidente y empleando las mujeres como foco de atención- han granjeado una amplia simpatía internacional hacia el movimiento autonomista kurdo. Las pruebas han sido las llamadas de EEUU a no emplear la violencia en Afrin, o la decisión de Francia de convocar de emergencia el Consejo de Seguridad de la ONU.
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