El reciente atentado con 13 drones cargados de explosivos, lanzados por los terroristas la noche del 5 al 6 de enero a las bases rusas Hmeimim y Tartus en la provincia siria de Latakia, fueron frustrados al derribar siete de esos drones y tomar el control de seis, haciéndolos aterrizar.
Dicha agresión desató de inmediato una respuesta del gobierno moscovita, acusando directamente al régimen estadounidense de proveer tecnología a los grupos terroristas y estar detrás de este hecho.
De inmediato apareció la versión occidental contrapuesta, manifestando que no existe ninguna constatación real de que EE.UU. esté apoyando a las bandas terroristas y esta agresión es muy incierta pues “hay tantas teorías…Por ahora, sigue siendo un misterio”. Desde esta óptica se ha planteado que hay un nuevo enigma en la guerra y es saber quién está atacando las bases rusas en Siria. A partir de este supuesto acertijo, el Pentágono culpa a ISIS, aunque plantea que nadie se atribuyó el ataque ahondando el “misterio”.
En esta interpretación se afirma que dicho suceso ha expuesto la vulnerabilidad de las fuerzas rusas en el país al recibir muchos ataques, como el de los drones en la base aérea, pese a los “recientes alardes de victoria” de Vladimir Putin, y ha abierto el debate sobre quién está detrás del principal desafío al rol del Kremlin en el conflicto.
Lo anterior demostraría que los rusos creían que la base era segura, pero ahora sería vulnerable al no detectar la adquisición de nuevas tecnologías por parte de sus adversarios. A partir de allí, los avances que lograron las fuerzas gubernamentales no serían seguros y habría un riesgo de que fuesen temporales, no sostenibles.
Frente a la acusación del Ministerio de Defensa ruso de proveer tecnología para los drones, señalando que su sofisticación es mayor que la alcanzada por los grupos armados de la zona, el Pentágono respondió que la alegación era "absolutamente falsa", añadiendo que el Daesh ha usado en otras oportunidades drones armados con significativo impacto y que los pequeños se pueden conseguir comercialmente. Aseguró que la presencia más cercana de Daesh a la base está a cientos de kilómetros y sus ataques no habían logrado el alcance que sí hubo en el operativo en Hmeimim, haciendo poco probable que los terroristas del califato sean los responsables, determinando que el ataque provino de la villa Muazzara (provincia de Idlib), controlada por la "oposición moderada".
Otra hipótesis sostenida por la corporación mediática es que se trata una facción alawita dentro de la propia secta minoritaria de Bashar al-Assad, confirmado por un comunicado manifestando que el ataque probó que el poder del mandatario no es seguro. Se agrega que hay sospecha de una milicia apoyada por Irán, que ha luchado a favor del régimen sirio, bajo la teoría de que la teocracia persa quiere expulsar a Rusia de la región por sus intereses contrapuestos.
Por su parte, la coalición internacional encabezada por EEUU, no ve razón alguna para declarar algo, puesto que no comentan las operaciones que llevan a cabo los militares rusos y las fuerzas gubernamentales de Siria, en las que no participa la coalición ni sus aliados.
Una concepción divergente.
Como contraparte, el gobierno ruso ha dado sustentación a su acusación al manifestar que los drones usados por los terroristas utilizaban tecnologías de punta por medio de GPS, exigido para programar este tipo de vehículos aéreos y dirigido por especialistas graduados, dado que los terroristas en Siria no han tenido acceso en los últimos tiempos.
Al respecto, existen cinco argumentos lógicos y analíticos que confirman lo expuesto y establecen interrogantes que deben ser respondidos por la Coalición ilegal que opera en territorio ocupado.
Primero: El análisis técnico de los drones capturados reveló que los terroristas pueden ahora lanzar ataques desde aproximadamente 100 kilómetros. Asimismo, se comprobó que los artefactos explosivos improvisados que iban atados a los vehículos aéreos no tripulados usaban fusibles de fabricación extranjera, siendo discutible que los terroristas pudieran desarrollar tecnologías avanzadas para producir y usar los drones sin ayuda externa, incluyendo que el propio mecanismo para arrojar las mini bombas no se puede fabricar artesanalmente.
Segundo: El Boeing P-8A Poseidon, un avión espía de EE.UU. patrullaba el mar Mediterráneo sobre Hmeimim y Tartus en el momento del frustrado ataque terrorista, durante más de cuatro horas y a una altitud de 7.000 metros. Es claro que para una acometida de ese tipo se necesita un sistema sofisticado de dirección, del cual disponía el avión estadounidense, que cuenta con todo un aparato de espionaje sofisticado y el que entregaría las coordenadas necesarias.
La pregunta es si consiste en una extraña coincidencia o servía como centro de operaciones logístico.
Tercero: la tecnología empleada indica que pueden llevar a cabo ataques terroristas con drones similares en cualquier país, especialmente si han recibido entrenamiento especial, conocimiento en áreas afines, experiencia concreta, con software específico, información del blanco, vuelo, velocidad del viento, confirmado porque uno de los vehículos estaba equipado con una cámara de video y diseñado para controlar y ajustar los ataques si es necesario, técnica que no puede obtenerse de fuentes abiertas. El explosivo se fabrica en varios países, incluido Ucrania, en condiciones de verificación controlada. Por el contrario, antes los militantes usaban vehículos aéreos no tripulados principalmente para reconocimiento aéreo, como modelos improvisados hechos de componentes vendidos en el mercado abierto.
Cuarto: el ataque masivo de drones fue apoyado por una potencia extranjera ya que para programar el control de un aparato no tripulado y lanzar proyectiles en el marco del sistema GPS, es necesario contar con una importante tradición de ingeniería; además no es fácil obtener coordenadas precisas sino con base en datos de reconocimiento espacial. Los terroristas no tenían acceso a todo esto y fue proporcionado por una nación con alto desarrollo.
Quinto, que los elementos y la tecnología utilizada estaban "plenamente disponibles en el mercado abierto" según Washington, indicaría que están en contacto con una oferta ilegal, aceptando el tráfico o simplemente negociando y obteniendo ganancias de las bandas terroristas internacionales. Las interrogantes, conociendo que se requiere de un conocimiento avanzado para crear un dron de este tipo (aunque parezca ordinario con el fin de no despertar sospechas), se refieren a dónde se encuentra dicho mercado, qué servicios ofrecen, si poseen inteligencia espacial, qué datos académicos proporciona, cuál es su costo, etc.
Una de las conclusiones de esta grave situación es que el régimen estadounidense, además de financiar y proveer armas de última generación al terrorismo internacional (que puede afectar a cualquier país del mundo), genera una nueva fase donde éste posee el estímulo de la Coalición para cercenar cuerpos, quemar personas, martirizar niños y destruir la cultura humana de un pueblo. Esta fase se caracteriza porque las bandas takfiríes pueden lanzar desde larga distancia una amenaza real que tendrán que tomar en cuenta los servicios de inteligencia del mundo, amenazando cualquier lugar público o militar usando el GPS estadounidense para orientar sus aviones no tripulados.
Respecto a la presunta debilidad rusa, se ha informado que sus militares en Siria tienen todas las capacidades para combatir a los terroristas y cuya infraestructura en las bases en Hmeimim y Tartus, especialmente utilizando el sistema Pantsir-S1, no descarta aceptar nuevos refuerzos en caso de ser necesario.
Algunas consideraciones son necesarias: se ratifica la obligatoriedad de intensificar los esfuerzos diplomáticos para finalizar esta guerra inclemente; queda pendiente el examen detallado de la construcción, relleno técnico, tipo, origen de las mezclas explosivas, pertrechos caseros de los drones capturados, determinando los canales del suministro de estos tecnologías y dispositivos a los terroristas. Todo indica la unidad estratégica de varios gobiernos para complotar en contra del pueblo sirio.
Un aspecto relevante concierne a tres conflictos latentes: A, la tensión entre Rusia y Turquía a raíz de dicho ataque, que provino según el ministerio de Defensa ruso de Muazzara (ubicado en la zona de distensión en Idlib pactada en octubre), territorio controlado por la “oposición moderada", que estaba realmente en poder de Frente Al Nusra (ahora Hayat Tahrir Al Sham), rama siria de Al Qaeda.
B. La contradicción con EE.UU., ya advertido en análisis anteriores sobre la base de Al-Tanf (sur de Siria), ocupada ilegalmente por el régimen estadounidense y donde no se permite la entrada al gobierno sirio ni sus fuerzas aliadas, amenazando con agredir a quien se acerque a su limitación ilegal. C. En esta dirección, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha condenado las políticas desequilibradas de Estados Unidos, denunciando los intentos para establecer un nuevo Estado en el norte de Siria y advirtiendo que cualquier esfuerzo para llegar a este objetivo será inútil, especialmente al conocerse que USA enviará más diplomáticos estadounidenses a las zonas bajo control de las fuerzas kurdas, buscando reconocer la existencia de un “país kurdo”.
La pregunta que inquieta a inmensos sectores es si existe pasividad rusa ante esta situación o es parte de una estrategia calculada, pues en sectores alternativos hay dificultad para comprender o aceptar por qué no hay una respuesta mucho más contundente teniendo claro que el régimen estadounidense invadió un país soberano sin autorización de la ONU, creó una guerra civil, originó, armó, financió y formó a Daesh y Al Qaeda, entre otros. Aceptar que agredan a sus bases con tecnología de punta parece inconcebible.
La respuesta puede ser que no existen en este momento las condiciones para afrontar un nuevo conflicto bélico con el régimen estadounidense ni con Turquía, quienes ocupan ilegalmente Siria. Es factible, en la medida que el Ejército Árabe Sirio se fortalezca y controle decididamente gran parte de su territorio, incluyendo el manejo de la oposición civil, que se pueda pasar a otra fase de negociación, o de confrontación, lo que no es de ningún modo conveniente para el bien de la paz regional, los pueblos del mundo y la coexistencia pacífica.
Nuevos tiempos y avances soberanos lo determinarán.
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