El complejo de misiles Yars en la Plaza Roja. Fuente: Ria Novosti / Vladímir Astapkovich
Las declaraciones de Putin del pasado 16 junio sobre la fabricación de 40 misiles balísticos de nueva generación le han valido acusaciones sobre la ruptura del tratado INF. Los expertos rusos subrayan que no se trata de una ampliación del potencial nuclear, sino de su modernización en un marco previsto por el tratado sobre armamento de ataque estratégico.
Vladímir Putin declaró el 16 de junio sus planes para la modernización de las fuerzas nucleares de Rusia: “Este año las fuerzas nucleares han recibido más de 40 nuevos misiles balísticos intercontinentales que serán capaces de superar cualquier sistema de defensa antiaérea, incluso los más avanzados desde el punto de vista técnico”.
“La renovación del arsenal nuclear de Rusia no era una sorpresa para nadie, ya que está prevista en el programa de modernización de las fuerzas armadas, y la cantidad de misiles es inferior a la planeada: se había previsto un total de 50 misiles en lugar de 40”, comenta a RBTH Dmitri Ofitsérov-Belski, profesor de la Escuela Superior de Economía.
Putin también anunció que próximamente “estará disponible en las filas el nuevo submarino estratégico Vladímir Monomaj y llegarán nuevas existencias al a flota marítima y a la aviación”.
Los políticos occidentales a las palabras de Putin han sido de una acuciante alarma. El comunicado se ha interpretado casi como una declaración del inicio de una nueva carrera armamentística. “Ese ruido de sables no va a conseguir de ningún modo que se rebaje la tensión de los conflictos”, declaraba el representante de la Casa Blanca Josh Earnest. “La retórica militar de Rusia no tiene justificación, es peligrosa y juega un papel desestabilizador”, -declaraba el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. Y el comandante supremo de la OTAN en Europa, Philip Breedlove, ha declarado que Rusia se está comportando como “una potencia nuclear irresponsable”.
Un alarmismo inesperado
Los expertos rusos consultados comprenden en parte a qué se debe esta drástica reacción. “Las palabras del presidente Putin han caído en tierra fértil, - comenta a RBTH Piotr Topychkanov del Centro Carnegie de Moscú. –las relaciones políticas entre Rusia y Estados Unidos/OTAN han llegado a una fase de intercambio de acusaciones y amenazas. Y unas declaraciones acerca de que el país recibe cierto grado de potencial en el ámbito del armamento nuclear o de cualquier tipo se interpretan justamente como una amenaza para sus rivales”.
En opinión de Topychkanov, el conflicto militar no interesa ni a Rusia ni a Occidente. “Tanto Moscú, como Washington y Bruselas son conscientes de que sería muy difícil impedir que cualquier conflicto armado entre Rusia y la OTAN se convirtiera en una guerra nuclear”, comenta Topychkanov.
Una carrera armamentística demasiado cara
Los políticos rusos también se han apresurado a aclarar que el presidente Putin no ha lanzado ninguna amenaza. “Nosotros no participamos en ninguna carrera armamentística, estamos en contra de ello porque, naturalmente, debilitaría nuestras posibilidades en el ámbito de la economía”, declaraba Yuri Ushakov, asistente del presidente.
Según Dmitri Peskov, secretario de prensa del Kremlin, Rusia no se propone atacar a nadie, antes al contrario, teme convertirse en víctima de una agresión. “El presidente explicó detalladamente durante la conferencia de prensa con su homólogo finlandés que no es Rusia quien está aproximando su potencial militar a las fronteras de otros países. Es precisamente la infraestructura militar de la OTAN la que se está acercando a las fronteras de Rusia, Occidente está llevando a cabo ciertas acciones dirigidas a cambiar el equilibrio de fuerzas estratégico”, declaraba Dmitri Peskov.
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