Arrecian las veleidades secesionistas para balcanizar a México con el opositor Partido Acción Nacional (PAN), que amaga con la 'disociación fiscal' en tres estados fronterizos del norte.
Paralelamente se produce la amenaza del senador republicano Daniel McCarthy para "anexar a México", que ha avivado los rescoldos de la Nueva Vizcaya y la República del Río Grande del siglo XIX.
Antecedentes
Durante el Virreinato de la Nueva España, la Nueva Vizcaya, al norte de Zacatecas (pletórica en plata), constituyó a inicios del siglo XVI la primera provincia en el norte de México, que engloba los presentes estados de Coahuila, Chihuahua, Durango y Sinaloa y parte de Sonora.
Según la Texas State Historical Association, Nueva Vizcaya constituyó el "núcleo terrenal [heartland]" —concepto geoestratégico del británico Halford MacKinder— en la frontera norte durante 250 años.
La Nueva Vizcaya permaneció como provincia separada después de la guerra de independencia de México (1821), pero fue dividida en los estados de Chihuahua y Durango en 1824. Diecisiete años más tarde se constituyó la República del Río Grande como país independiente con dos capitales —Laredo y Victoria (hoy en Tamaulipas)—. La divisa pasó a ser el peso mexicano, cuyos insurgentes combatieron contra la República Centralista de México, establecida con un enfoque federalista.
En ese entonces se gestaron varios movimientos de independencia contra el Gobierno central, que incluyeron la República de Texas (todavía perteneciente a México), la República de Zacatecas y la República de Yucatán, en el sur. Su bandera ostentaba tres estrellas, que representaban a Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas —curiosa y coincidentemente, donde hoy se encuentran las pletóricas reservas de gas/petróleo lutita (shale gas/oil) de la Cuenca de Burgos (específicamente entre Tamaulipas y Nuevo León) y la Cuenca de Sabinas, que se ubica en Coahuila, los tres estados mexicanos colindantes hoy con Texas.
La República del Río Grande duró menos de un año al carecer del abierto apoyo de Texas —aunque la apuntaló en forma clandestina—. Texas fue ambivalente ya que, por un lado, la Nueva Republica le concedía el carácter de Estado amortiguador (buffer state) para impedir la reinvasión de Texas, y, por otro lado, Texas necesitaba el reconocimiento a su independencia de México.
La Republica del Río Grande, entre las fronteras de la República de Texas y la República Mexicana, fue incitada por el descontento popular en contra del régimen basado en las centralistas Siete Leyes, que desfiguraron con su excesivo centralismo a la reciente formada República Federal de los Estados Unidos Mexicanos, basada en la Constitución Federal de 1824.
Las Siete Leyes dieron pie a un cuarto poder, el Supremo Poder Conservador, integrado por cinco ciudadanos que tenían la facultad de regular a los otros tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial). Las Siete Leyes provocaron la declaración de independencia de Texas, Tamaulipas y Yucatán.
Poco se habla de la separación de Tabasco —Estado natal del hoy presidente López Obrador—, así como de los levantamientos de Zacatecas y Sinaloa.
Hechos
Desde hace dos décadas, la balcanización de México ha sido tema estratégico en EEUU.
En fechas recientes han existido imprecaciones salvajes y discriminativas contra el sur del país, que padece una balcanización de facto frente al próspero norte que fue retribuido con el TLCAN, hoy rebautizado T-MEC.
De facto existe una balcanización económica, ya que los estados del norte tienen un crecimiento mayor de su PIB a partir de Querétaro hasta el norte de la frontera con EEUU.
Destacan como ejemplos Aguascalientes y Baja California Sur, con un 11% del PIB, este debido al auge del turismo proveniente de California, el estado con el mayor apogeo económico de EEUU, y como consecuencia del envío de remesas de los mexicanos, que ya son mayoría en el estado dorado.
En el sur destaca Tabasco, estado petrolero y natal del presidente López Obrador, con un humillante desplome económico del 11%, nada distante de los otros estados del sur, en particular del otrora próspero estado petrolero de Campeche, que pierde un 8%, por no hablar de Chiapas y Oaxaca.
El polémico gobernador de Nuevo León —un Estado muy próspero que compite con la capital por la supremacía financiera, y asiento de empresarios plutócratas con mucha influencia—, Jaime Rodríguez Calderón, apodado El Bronco, fue candidato a la Presidencia con un magro 5% de votos. En una ocasión Rodríguez Calderón profirió, palabras más palabras menos, que al paupérrimo estado de Chiapas —que ostenta el primer lugar del índice de pobreza del país frente a la prosperidad cuatro veces mayor de Nuevo León— debía quitársele su presupuesto, de alrededor de 60.000 millones de pesos —3.055 millones de dólares— para subsanar el déficit fiscal de Nuevo León.
Con entonaciones secesionistas que se escuchan con la pudiente Liga del Norte en Italia frente a los mafiosos del sur, más recientemente otro candidato presidencial muy menor, Gabriel Quadri, que obtuvo un 2,29% de votos, acaba de enunciar que México no crecía en su conjunto por culpa de los estados paupérrimos del sur, primordialmente Oaxaca, Chiapas y Guerrero. ¡Retumba el desprecio balcanizador!
Cabe señalar que el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ganó con un 63% y tiene una aceptación hoy del 70%, lo cual es un fenómeno a escala global cuando la democracia occidental se encuentra sumida en una grave crisis de legitimidad.
A los dos lados de la transfrontera retumban los discursos balcanizadores y/o anexionistas/irredentistas.
En forma ominosa, Daniel McCarthy, empresario y candidato a senador por el Partido Republicano en Arizona —estado fronterizo con los estados mexicanos de Sonora y Baja California, donde existen también amagos secesionistas—, propone anexar a México, ya que "la mitad del país desean ser ciudadanos de EEUU".
Como consecuencia del primer presupuesto del presidente López Obrador —que hasta los neoliberales de Wall Street y la City (específicamente The Financial Times) festejaron por su "gran disciplina fiscal"—, tres gobernadores de los estados del norte, pertenecientes al partido opositor de corte fascista PAN —proclive a la intervención foránea y firmante de la entreguista Reforma Energética anglosajona/española que despojó a México de su principal activo geoestratégico—, han expresado estruendosamente su disconformidad con el presupuesto que, aducen, los discrimina: Chihuahua —el mayor estado del país y futura potencia energética solar—; Durango —enclave de la minería nacional—; y Tamaulipas, donde curiosamente la superestratégica Cuenca de Burgos forma parte del territorio que controla el poderoso Cartel de los Zetas.
Los tres gobernadores panistas de marras han amenazado con una "descoordinacion fiscal" que, en la práctica, significa un amago secesionista y centrífugo, si no protobalcanizador, lo cual cobra mayor relieve prospectivo y retrospectivo cuando se rememoran la Nueva Vizcaya y la República del Norte del siglo XIX.
No por casualidad ha dejado George Soros su indeleble impronta en su asociación coordinada con uno de los tres gobernadores aludidos.
Por si lo anterior fuera poco, el candidato a gobernador del Partido MC por Nuevo León, Samuel García, se ha sumado al reclamo de la "descoordinación fiscal".
Conclusión
Dados los antecedentes irrendentistas de Trump y/o el trumpismo que buscan comprar Groenlandia con fines geoestratégicos, una hipótesis operativa de trabajo radica en exponer la codicia irredentista de Texas para apropiarse de las reservas de lutita tanto con la Cuenca de Burgos, en Tamaulipas/Nuevo León, como en la Cuenca de Sabinas, en Chihuahua, cuando se agote la Cuenca Pérmica de Texas.
Dejo en el tintero las veleidades secesionistas en el estado más sureño de México, Chiapas, con sus pletóricos yacimientos de uranio y quizá de "minerales de tierras raras", tan preciados como consecuencia de la guerra comercial de Trump contra China.
México vuelve a peligrar como en el siglo XVIII, cuando fue cercenada más de la mitad de su territorio desde California hasta Texas.
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