El berilio es utilizado en la industria nuclear y aeroespacial. Fuente: Ria Novosti / A. Solomónov
Los científicos de la Universidad Politécnica de Tomsk y la Fábrica de Química de Siberia consideran que esta nueva tecnología para producir berilio permitirá que Rusia prescinda de las importaciones de este raro y preciado metal. A finales de enero lanzaron una partida de laboratorio de 100 gramos.
En la segunda etapa los científicos prevén producir de uno a dos kg de berilio metálico. En 2020 se prevé lanzar su producción industrial. Para crear la planta se contempla una inversión de cerca de 30 millones de dólares. El proyecto será una realidad dentro de cinco años.
El berilio es uno de los metales más caros del mundo. Para los ministerios de defensa de todo el mundo es uno de los materiales “de importancia estratégica y crítica” porque se emplea en los sectores nuclear y aeroespacial. Sin el berilio no se podrían crear armas atómicas, volar en aviones, hacer radiografías ni explorar el espacio. Los científicos definen el berilio como “el metal de la era espacial” o “el metal del futuro”.
Según los datos del Servicio Geológico de los EE UU, el precio del berilio puro es de 500 dólares/kg, aunque durante la última década prácticamente se ha doblado, principalmente como consecuencia del aumento de la demanda en el mercado global y los bajos niveles de producción primaria de ese metal.
Según las estadísticas del Servicio Geológico norteamericano, en 2012 el volumen de extracción mundial de berilio alcanzaba las 230 toneladas, de las cuales 200 se extrajeron en EE UU, 25 en China y varias toneladas más en Kazajistán. Hasta hace poco tan solo la Metalúrgica de Ulbinsk de Kazajistán, Brush Wellman de EE UU, y la empresa china SKS poseían la tecnología necesaria para producir berilio.
“Lo que distingue nuestra tecnología del resto es el aislamiento del ciclo tecnológico y la posibilidad de obtener del concentrado no solo berilio metálico, sino también productos asociados como el fluoruro sintético de calcio y el óxido de silicio”, explica Alexander Diachenko, vicerrector del área de investigación científica e innovación de la Politécnica de Tomsk.
Además, la nueva tecnología permite conservar otro material muy preciado, la fluorita. “Durante el procedimiento, se produce un enriquecimiento químico sustancial y un proceso de desilicación”, indica Diachenko. La fluorita se emplea en la óptica, la metalurgia, la química y otras industrias.
Las materias primas que los científicos prevén emplear son los concentrados de bertrandita-fenaquita-fluorita que Rusia obtiene de la explotación industrial del yacimiento de Yermakovsk, en Buriatia.
Las reservas estratégicas se están agotando
Por ahora es difícil afirmar que los científicos serán capaces de desarrollar una nueva tecnología que permita modificar la distribución de fuerzas en el mercado global. Mijaíl Popov, candidato a doctor en ciencias geológicas y mineralógicas y docente de la Universidad Estatal de Minería de los Urales, señala que el yacimiento de Yermakovsk se encuentra en un estado lamentable. “Hay que volver a evaluar las reservas”, dice el experto.
“Con esta nueva tecnología, será interesante ver la reacción de los minerales del berilio procedentes del yacimiento de Mariínsk, en los Urales, porque se obtienen a partir de un silicato del berilio diferente, el berilo”, señala Popov, que explica que en la época soviética este yacimiento fue la principal fuente de minerales del berilio, y a día de hoy mantiene una abundante reserva. Actualmente sigue en condiciones de funcionamiento, y la planta de enriquecimiento de minerales para obtener el concentrado mineral se ha conservado.
El berilio es un mineral tóxico, y eso encarece su producción. “Producir berilio mediante una tecnología anticuada como, por ejemplo, la que usan en Kazajistán, contamina las aguas subterráneas y el medio ambiente, por lo que se requiere una zona de exclusión de al menos 200-250 km”, indica Popov. Cuando los científicos hayan producido su segunda partida de laboratorio, se podrá saber si la nueva tecnología desarrollada en Tomsk es capaz de ofrecer un proceso de obtención más limpio desde el punto de vista ecológico.
Los científicos de la Universidad Politécnica de Tomsk y la Fábrica de Química de Siberia consideran que esta nueva tecnología para producir berilio permitirá que Rusia prescinda de las importaciones de este raro y preciado metal. A finales de enero lanzaron una partida de laboratorio de 100 gramos.
En la segunda etapa los científicos prevén producir de uno a dos kg de berilio metálico. En 2020 se prevé lanzar su producción industrial. Para crear la planta se contempla una inversión de cerca de 30 millones de dólares. El proyecto será una realidad dentro de cinco años.
El berilio es uno de los metales más caros del mundo. Para los ministerios de defensa de todo el mundo es uno de los materiales “de importancia estratégica y crítica” porque se emplea en los sectores nuclear y aeroespacial. Sin el berilio no se podrían crear armas atómicas, volar en aviones, hacer radiografías ni explorar el espacio. Los científicos definen el berilio como “el metal de la era espacial” o “el metal del futuro”.
Según los datos del Servicio Geológico de los EE UU, el precio del berilio puro es de 500 dólares/kg, aunque durante la última década prácticamente se ha doblado, principalmente como consecuencia del aumento de la demanda en el mercado global y los bajos niveles de producción primaria de ese metal.
Según las estadísticas del Servicio Geológico norteamericano, en 2012 el volumen de extracción mundial de berilio alcanzaba las 230 toneladas, de las cuales 200 se extrajeron en EE UU, 25 en China y varias toneladas más en Kazajistán. Hasta hace poco tan solo la Metalúrgica de Ulbinsk de Kazajistán, Brush Wellman de EE UU, y la empresa china SKS poseían la tecnología necesaria para producir berilio.
“Lo que distingue nuestra tecnología del resto es el aislamiento del ciclo tecnológico y la posibilidad de obtener del concentrado no solo berilio metálico, sino también productos asociados como el fluoruro sintético de calcio y el óxido de silicio”, explica Alexander Diachenko, vicerrector del área de investigación científica e innovación de la Politécnica de Tomsk.
Además, la nueva tecnología permite conservar otro material muy preciado, la fluorita. “Durante el procedimiento, se produce un enriquecimiento químico sustancial y un proceso de desilicación”, indica Diachenko. La fluorita se emplea en la óptica, la metalurgia, la química y otras industrias.
Las materias primas que los científicos prevén emplear son los concentrados de bertrandita-fenaquita-fluorita que Rusia obtiene de la explotación industrial del yacimiento de Yermakovsk, en Buriatia.
Las reservas estratégicas se están agotando
Por ahora es difícil afirmar que los científicos serán capaces de desarrollar una nueva tecnología que permita modificar la distribución de fuerzas en el mercado global. Mijaíl Popov, candidato a doctor en ciencias geológicas y mineralógicas y docente de la Universidad Estatal de Minería de los Urales, señala que el yacimiento de Yermakovsk se encuentra en un estado lamentable. “Hay que volver a evaluar las reservas”, dice el experto.
“Con esta nueva tecnología, será interesante ver la reacción de los minerales del berilio procedentes del yacimiento de Mariínsk, en los Urales, porque se obtienen a partir de un silicato del berilio diferente, el berilo”, señala Popov, que explica que en la época soviética este yacimiento fue la principal fuente de minerales del berilio, y a día de hoy mantiene una abundante reserva. Actualmente sigue en condiciones de funcionamiento, y la planta de enriquecimiento de minerales para obtener el concentrado mineral se ha conservado.
El berilio es un mineral tóxico, y eso encarece su producción. “Producir berilio mediante una tecnología anticuada como, por ejemplo, la que usan en Kazajistán, contamina las aguas subterráneas y el medio ambiente, por lo que se requiere una zona de exclusión de al menos 200-250 km”, indica Popov. Cuando los científicos hayan producido su segunda partida de laboratorio, se podrá saber si la nueva tecnología desarrollada en Tomsk es capaz de ofrecer un proceso de obtención más limpio desde el punto de vista ecológico.
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