El Banco Central Europeo (BCE) decidió a última hora del pasado miércoles 4 de febrero dejar de aceptar deuda emitida o garantizada por Grecia ante la oposición de su gobierno a aceptar las condiciones de las ayudas. La medida entrará en vigor el próximo 11 de febrero; la fecha no es causalidad: un día antes de la reunión de Jefes de Estado y de Gobierno del Eurogrupo, donde se espera zanjar el acuerdo. Esta medida tendrá como consecuencia que los bancos griegos no puedan financiarse a través de la vía convencional, sino que habrán de hacerlo mediante un canal de emergencia que es mucho más caro. El Estado griego se ve también afectado porque la emisión de deuda pública se le encarecerá paralelamente a la financiación de los bancos.
Es evidente que este nuevo movimiento del BCE persigue poner entre las cuerdas al gobierno griego para que acabe aceptando las duras condiciones de austeridad asociadas a las ayudas europeas. Se trata, sin duda, de una práctica descarada de extorsión. Algo que repugna todavía más al venir de la mano de una institución no democrática cuyo único objetivo declarado es asegurar unos niveles razonables de inflación. Y ni que decir tiene que esta nueva medida no va encaminada a controlar la inflación, sino a imponer a un Estado soberano una serie de políticas de austeridad cuyas consecuencias han sido desastrosas en términos económicos y sociales para la inmensa mayoría de la población griega.
La vía convencional de los bancos de la Eurozona para financiarse funciona de la siguiente forma: el banco en cuestión solicita al BCE un préstamo de dinero, pero éste no es otorgado a no ser que la entidad bancaria presente un colateral como respaldo (al igual que una persona debe presentar un colateral al banco cuando solicita un préstamo, de forma que si debido a cualquier circunstancia no puede devolver el préstamo el banco se apropia del colateral). Desde el inicio de la crisis financiera de 2008 el BCE ha relajado al extremo los requisitos que debían presentar esos colaterales, al mismo tiempo que abarataba –también al extremo– los préstamos que otorgaba. El colateral protagonista es el de los bonos de deuda pública, al presentarse en cantidades importantes en los balances de los bancos debido al aumento del endeudamiento de los los Estados. Pues bien, la nueva medida del BCE consiste en no aceptar los bonos de deuda griega como colaterales, de forma que los bancos griegos se quedan sin la posibilidad de financiarse mediante esta vía.
No obstante, el BCE aprieta pero no ahoga: mantiene una vía alternativa de financiación conocida como provisión urgente de liquidez (ELA por sus siglas en inglés). Este canal alternativo fue ideado para “circunstancias excepcionales y temporales de falta de liquidez en determinadas instituciones y mercados”. Los préstamos se canalizan a través de los bancos centrales nacionales aunque deben ser aprobados por el BCE, siendo necesario presentar un “colateral adecuado” (de menor calidad que la de los colaterales aceptados por el BCE) y sólo se conceden a instituciones de crédito “ilíquidas pero solventes”. El resultado de utilizar este mecanismo es que el coste es 150 puntos básicos más caro que el mecanismo convencional (el canal alternativo tiene unos tipos de interés que alcanzan el 1,55% mientras que en la vía convencional están en el 0,05%). El objetivo de la ELA es “prevenir o mitigar efectos sistémicos potenciales como resultado del contagio a través de otras instituciones financieras o infraestructuras de mercado”. Si los préstamos no se devuelven, el responsable de las pérdidas es el banco central nacional, no el BCE. A pesar de su condición de temporalidad, la ELA fue utilizado por Irlanda y por Chipre durante muchos meses. También hay precedentes que señalan que en 2012 un banco español tuvo que recurrir a esta línea de financiación (cuestión difícil de confirmar dado el secretismo con el que se acude a este tipo de mecanismos). Bélgica también recurrió a este mecanismo, así como algunos bancos griegos en las últimas semanas.
Es importante señalar que en este contexto de incertidumbre en la economía griega en la que se está produciendo un importante descenso de los depósitos (en diciembre descendían hasta los 173.220 millones de euros) los bancos griegos pueden enfrentarse a serios problemas de liquidez, de forma que necesitarán indispensablemente nuevas líneas de financiación. Además, el tesoro griego va a lanzar una nueva subasta de Letras a 13 semanas el próximo 11 de febrero, lo cual le puede salir muy caro si el BCE no retira su medida.
En definitiva, volvemos a encontrarnos con la faceta más antidemocrática, irresponsable y mafiosa de la Unión Europea representada por el Banco Central Europeo, que intenta conseguir por la fuerza y en base a la extorsión sus interesados objetivos, sin importar en absoluto cual sea la voluntad y el bienestar económico y social del pueblo griego.
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